El grupo de Factores de Crecimiento, Nutrientes y Cáncer del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha publicado en ‘Trends in Molecular’, una revisión sobre el uso de la dieta en el tratamiento contra el cáncer, en la que defienden la «potente capacidad» de ésta en prevenir el cáncer, retrasar su avance y mejorar los tratamientos.
«Las dietas pueden apuntar directamente al metabolismo del cáncer, al privar al tumor de los nutrientes que necesita, o pueden afectar a otros elementos clave para la supervivencia y desarrollo del cáncer, como la señalización del crecimiento, el estrés oxidativo o la inmunidad del paciente», ha explicado el autor senior del estudio, Nabil Djouder.
Para los autores, una de las razones por las que estas terapias nutricionales aún no se están aplicando en pacientes con cáncer es que los estudios clínicos realizados hasta ahora tienen limitaciones. Por ejemplo, muchos de estos ensayos agrupan a pacientes con perfiles tumorales muy heterogéneos, además, también faltan estándares estrictos para la implementación de dietas como tratamiento.
El actual trabajo repasa las posibles intervenciones nutricionales terapéuticas contra el cáncer, y los pasos que faltan para que sean consideradas tratamiento estándar. Con esta revisión los autores aspiran a contribuir al diseño de nuevos ensayos clínicos y estudios traslacionales en esta área.
El trabajo se centra en la restricción calórica, la dieta cetogénica y el ayuno intermitente, analizando cómo pueden influir en la aparición y desarrollo de los tumores. Tras revisar los estudios preclínicos y ensayos clínicos recientes o en curso sobre estas dietas, ofrece una nueva perspectiva acerca de los fundamentos fisiológicos que las respaldan.
Los investigadores han revisado también publicaciones que relacionan la flora intestinal con el cáncer. La flora o microbioma intestinal agrupa la población de microbios presentes en el tracto intestinal y es uno de los principales responsables de la interacción entre lo que come una persona y su salud.
«Muchos de los efectos oncogénicos que se atribuyen al microbioma intestinal están relacionados con la inflamación del tubo digestivo y, de hecho, la presencia de ciertas poblaciones de bacterias está vinculada a la inflamación crónica que se asocia a cánceres gastrointestinales como el de vesícula biliar, conducto biliar y estómago», ha informado otro de los investigadores, Carlos Martínez-Garay.
Uno de los principales factores responsables del crecimiento tumoral, y de que la terapia elegida para combatir cada cáncer sea exitosa o no, es la interacción entre las células tumorales y la inmunidad del enfermo, y en este caso también hay una relación con la dieta. La mayor parte de las células inmunitarias están presentes en el intestino como una barrera de defensa contra la ingesta de compuestos o patógenos tóxicos.
En este sentido, según Martínez-Garay «ciertos componentes de la dieta pueden provocar importantes respuestas en el sistema inmune y esto puede provocar una disfunción en nuestras defensas que nos hace más vulnerables a la formación de tumores».
Asimismo, los autores han señalado la necesidad de desarrollar la nutrición de precisión, un novedoso enfoque que propone el uso de regímenes dietéticos de forma dirigida para tratar tumores específicos basándose en el metabolismo del tumor y del paciente. La capacidad actual de analizar los tumores en profundidad y clasificarlos en función de su perfil molecular ha permitido un gran avance en la eficacia de las terapias para combatirlos.
«Esto también se puede aplicar a la nutrición si se combinan datos clínicos, exámenes del microbioma, diagnóstico molecular, nutrigenómica y metabolómica para desarrollar regímenes dietéticos específicos destinados a tratar a pacientes oncológicos de manera individualizada. Los estudios preclínicos y ensayos clínicos que hemos revisado muestran los potentes efectos de las intervenciones dietéticas y esto nos hace pensar que llega una nueva era en la terapia contra el cáncer», ha destacado Nabil Djouder.
Los autores han revisado en profundidad lo que se sabe acerca del metabolismo de los nutrientes y su relación con la aparición y progresión de los tumores. Los datos sugieren que el crecimiento de algunos tipos de cáncer puede depender en gran medida de aminoácidos específicos, y que evitar alimentos ricos en estos aminoácidos podría limitar el crecimiento tumoral.