Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez: las claves del cara a cara y escenarios

Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez se juegan su futuro político en estas elecciones generales del próximo 23 de julio. La contienda es clave para uno y otro. Si el PP no es capaz, ya no de ganar, sino de gobernar, Feijóo tendrá en entredicho su liderazgo; si Sánchez es desalojado de La Moncloa tras más de 1.800 días como inquilino se abrirá una nueva etapa en el PSOE, que buscará en Salvador Illa o Emiliano García-Page una salida digna.

Los socialistas llegan a la cita de las elecciones generales del 23 de julio en sus horas más bajas, jugándose de nuevo la barrera de los 110 diputados, muy lejos de los 202 diputados que alcanzó Felipe González hace 41 años. A este techo tan sólo se ha acercado el PP, con Mariano Rajoy al frente, en 2011.

Con el medio siglo ya cumplido y seis años en La Moncloa, Pedro Sánchez busca una remontada prácticamente imposible, pero no hay que dar por muerto a quien fue expulsado del partido y recorrido España entera en un vehículo para ganarse a las bases frente a la vieja guardia socialista. Los pactos alcanzados en la investidura del 10 de noviembre, con socios como Bildu, ERC, PNV, Coalición Canaria e incluso Teruel Existe, junto a la coalición con los comunistas de Pablo Iglesias le colocaron en La Moncloa.

PEDRO SÁNCHEZ Y LOS INDULTOS, DE LA CALMA EN CATALUÑA A LA TENSIÓN EN EL RESTO DE ESPAÑA

A todos ellos les ha dado prebendas, como indultos, reducción de condenas por delito de malversación, expulsión de la Guardia Civil y un sinfín de leyes, como la del ‘sí sólo es sí’, y favores que han polarizado al extremo a la sociedad.

Feijóo en Andalucía
Alberto Núñez Feijóo, el líder del PP capaz de destronar a Pedro Sánchez

Feijóo, por su parte, diez años mayor que Sánchez, busca enterrar toda la normativa aprobada en los últimos seis años. El líder del PP desde hace apenas un año y tres meses sale a ganar y reforzado tras las pasadas elecciones autonómicas y municipales de los últimos dos años. Bajo su mando, los ‘populares’ han recuperado Valencia, Aragón, Baleares, Cantabria, Extremadura y posiblemente Murcia, si López Miras encuentra la fórmula para evitar la repetición electoral. En Andalucía, Castilla y León y Madrid se mantienen bajo la bandera azul. Tan sólo País Vasco, Cataluña y Castilla-La Mancha están controladas por otras formaciones.

Feijóo es muy consciente de que en estas elecciones no sólo el PP se juega su credibilidad y liderazgo. El propio presidente ‘popular’ podría tener que hacer las maletas si no es capaz de vencer al peor partido socialista de la historia democrática.

En este cuerpo a cuerpo, Pedro Sánchez ha mostrado sus dotes de comunicación, con innumerables entrevistas en los medios tradicionales y diversos canales de redes sociales. También ha hecho gala de su nivel de inglés, con entrevistas a medios internacionales y conversaciones de tú a tú con altos dirigentes. No obstante, ha traspasado líneas rojas, como el pacto con los comunistas de Unidas Podemos. Nunca antes el PSOE, ni de González ni de José Luis Rodríguez Zapatero, había pactado con la formación. Lo volverá a hacer si necesita a Sumar y su «a votar, a votar hasta enterrarlos en el mar», una frase similar a la escrita por Rafael Alberti en honor a los republicanos que lucharon en la Guerra Civil.

PEDRO SÁNCHEZ, IMPLACABLE Y UN REGUERO DE VÍCTIMAS

En estos seis años, Pedro Sánchez ha acabado con numerosas carreras políticas dentro de la vieja guardia socialista. Ha expulsado a Joaquín Leguina, ex presidente de la Comunidad de Madrid; ninguneado a Alfonso Guerra; y frenado a Felipe González. Por el camino se han quedado Mariano Rajoy tras perder el Gobierno con la moción de censura; la líder del PSOE andaluz, Susana Díaz; Pablo Iglesias, quien fue su vicepresidente; Pablo Casado, líder del PP; y Albert Rivera, cuyo ego impidió un Gobierno de centro.

Sánchez ha pactado con los independentistas, pero también lo hizo José María Aznar y el propio Rajoy cuando necesitó a CiU para poder gobernar y aprobar Presupuestos. Sin embargo, las tensiones por el referéndum del 1-O y antes con el de Artur Mas en 2014, provocaron la ruptura de relaciones institucionales. Los separatistas se echaron en brazos de los socialistas de Sánchez y ahora tiemblan que con la posible llegada de Vox al Gobierno, que podría cambiar por completo las normativas de imposición del catalán y el vasco, como ha hecho recientemente el Tribunal Constitucional con el euskera.

Un error en la derecha es creer que Sánchez ya está muerto políticamente, pero no deja de ser un superviviente, con una fuerte resistencia y astucia al ser capaz de poder vender arena en el desierto, o hielo en el ártico, y sacar beneficio de ello.

Por el momento, todos los sondeos apuntan que el PSOE quedará segundo, pero si la lucha se desarrolla con poco margen, uno o dos escaños podrían ser cruciales para decantar la batalla. Feijóo, por su parte, tendrá sólo el apoyo de los diputados de Vox en caso de que los de Santiago Abascal entren en el Gobierno. Los conservadores no darán su apoyo sin sillones en Ministerios y en el Congreso. Este pacto genera rechazo en la mayoría de partidos que tendrían representación y en caso de necesitar a terceros será muy complicada la negociación.

UNA REPETICIÓN ELECTORAL LLEVARÍA A VOTAR DESPUÉS DE REYES

Feijóo, que comienza la campaña en Casteldefells (Barcelona), sale a ganar muy reforzado a tenor de los resultados de las pasadas elecciones autonómicas y municipales. Los ‘populares’ han pactado con Vox allí donde les necesitaban, pero una cosa es votar al alcalde o presidente de la Comunidad y otra volver a las urnas.

En la derecha se respira un ambiente de optimismo, como si Feijóo no necesitara ni las votaciones para gobernar. La izquierda, por su parte, muestra un pesimismo exacerbado, catastrofista, y quizá por ello, para «maquillar» la derrota salgan en masa. Sólo tienen esta oportunidad para evitar el escenario de un posible pacto entre PP y Vox.

Felipe González y Pedro Sánchez, enfrentados por la deriva del PSOE
Felipe González y Pedro Sánchez, enfrentados por la deriva del PSOE

Así las cosas, ambos contendientes tratarán de salir victoriosos de cara al 17 de agosto, día en el que se constituyen Las Cortes. Después, el reloj comenzará a correr para llegar a pactos y gobernar hasta el 2027.

Existe la posibilidad de que los votantes no den un claro ganador, una probabilidad ínfima, pero ya se ha dado en España. Fue en abril de 2019 y Sánchez volvió a convocar elecciones ante la negativa de Albert Rivera de ser subalterno del PSOE.

FEIJÓO TENDRÁ QUE EXPLICAR LOS PACTOS CON VOX

El jurado, formado por todo el censo electoral, decide quien se llevara esta batalla. La única pregunta que se harán los votantes es si hay que derogar o dar rienda suelta al sanchismo; desde la izquierda, por su lado, tratan de infundir el miedo por un supuesto recorte de derechos si Vox llega también al Consejo de Ministros.

Feijóo estará a expensas de los números, de una mayoría absoluta con Vox o abrir un escenario de pactos entre partidos para prescindir de los de Santiago Abascal. El PSOE podría ayudar a este escenario si se abstuviera y permitiera gobernar al PP, obligándole a llegar a acuerdos para aprobar leyes y Presupuestos. Sería un escenario de política con mayúsculas e inédito hasta ahora.

Abascal no dará su brazo a torcer y exigirá asientos de calado, como podrían ser dos o tres Ministerios y la Presidencia del Congreso. Todo dependerá de la diferencia entre PP y Vox.

Pedro Sánchez, con su ‘Manual de resistencia’ bajo el brazo, trata de venderse como una víctima, como si la derecha le hubiera «deshumanizado», sin tener en cuenta todos esos favores que han polarizado a la sociedad en los últimos años, especialmente por la venta de favores a los nacionalistas y las leyes de la parte comunista, encarnada por Yolanda Díaz, quien apoyó la ley del sólo sí es sí y votó en contra de enmendar el error. Esta normativa ha permitido la revisión de penas a más de 1.100 condenados por abusos sexuales y violación.

LAS OPCIONES DE PEDRO SÁNCHEZ Y SU GOBIERNO FRANKENSTEIN

La opción de Sánchez es apoyarse en Sumar, Bildu, ERC, PNV, Junts e incluso EspaiCiU-PDeCat para poder mantenerse al frente del Ejecutivo. Un Gobierno ‘Frankenstein’ que será muy difícil de contentar dadas las prebendas pagadas hasta ahora.

Una vez conformadas Las Cortes no hay tiempo establecido para conformar Gobierno. Tras las elecciones de abril de 2019, el PSOE se esperó cinco meses antes de convocar la primera votación de investidura. La segunda tendría lugar dos meses más tarde como máximo, en segunda vuelta, y por mayoría simple, cuando basta obtener más ‘síes’ que ‘noes’.

Pasado ese tiempo y sin nuevo gobierno, Las Cortes se disolverían de forma automática y pondrían a correr otros 54 días para volver a votar. De esta forma, podría darse el escenario de votar en pleno invierno en España. Sánchez tendría seis meses para poder cubrir la totalidad de la presidencia española del Consejo de la UE, que se ha iniciado este pasado 1 de julio, y acabará en enero.

De esta forma, tendría el control de España durante seis meses y con las elecciones a su regreso. No obstante, estos tiempos podrían cambiar si Feijóo y Abascal tuvieran el respaldo en las urnas, que desalojarían también a Sánchez de la presidencia del Consejo de la UE.

FEIJÓO ATRAE AL VOTO ÚTIL

Feijóo se acerca a esta contienda electoral como el futuro presidente de España, pero nunca hay que vender la piel del oso antes de cazarlo. El voto útil vuelve a estar a favor de los ‘populares’, pero no logran aglutinar a los votantes de Ciudadanos. La derogación del sanchismo y las bajadas de impuestos, así como adelgazar el Estado, son sus principales objetivos.

El líder del PP viene con fuerza y sembrando ilusión allí por donde pisa, pero una cosa es la sonrisa y felicidad y otra bien distinta materializarla en las urnas. De hecho, ha tenido que pactar con Vox para gobernar en Extremadura, Andalucía y Aragón, así como en Castilla y León y probablemente en Murcia. Estas alianzas son su principal talón de Aquiles. Los ‘populares’ deben contrarrestar el discurso de la izquierda en una campaña que se espera dura y con la inercia de las municipales.