En esta época ver botas o calzado de invierno nos da calor de solo verlos. Lo que nos pide el cuerpo es llevar sandalias y chanclas, todo lo que sea abierto y permite que nuestros pies respiren. Pero optar por este tipo de zapato también conlleva una responsabilidad con nosotros mismos de llevar los pies arreglados y sanos para no causar mala impresión, sino mejor que utilicemos las deportivas de toda la vida. De hecho, en verano necesitan mucho más cuidado que en invierno porque están expuestos a las radiaciones del sol y se encuentran en contacto directo con los gérmenes que hay en la calle.
7Escoge el calzado apropiado para tus pies

Llevar calzado abierto tiene la particularidad de que hace que el pie transpire y puede derivar en accidentes o molestias. La podóloga sugiere utilizar zapatos transpirables para evitar sucesos desagradables. Estos previenen el exceso de sudoración y tienen una buena sujeción del tobillo y el talón. Las características de la suela no deben ser pasadas por alto: “Debe tener una suela de entre 2 y 5 centímetros, y que proteja la planta de los pies con un material blando y cómodo, pero rígido a la flexión. Así favorecerá un movimiento relajado del pie en balancín en cada paso”. En cuanto al pie cerrado, resalta que es “imprescindible acompañarlo con el uso de calcetines de materiales naturales, como el algodón o el hilo, que ayudan a la termorregulación del pie”.