El calor del verano trae consigo no solo días soleados y tardes relajadas, sino también una explosión de sabores frescos en la cocina. En esta época del año, el calabacín se alza como un protagonista indiscutible, llenando los mercados con su esplendor verde y su versatilidad en la cocina. Pero, ¿quién dijo que usarlo siempre de la misma manera es la única opción? Te invitamos a dar un giro creativo a tu mesa veraniega, transformando este humilde ingrediente en una salsa de pesto única que elevará tus platos de pasta a nuevas alturas gastronómicas.
El pesto, esa exquisita combinación de hierbas frescas, frutos secos, queso y aceite de oliva, es una de las joyas culinarias de Italia. Sin embargo, en medio de su popularidad, la tradicional versión de albahaca o pesto genovés a menudo se ve relegada a la monotonía. ¿La solución? Un giro audaz y veraniego: el pesto de calabacín. Esta salsa de pesto de calabacín es el compañero perfecto para tus platos típicamente veraniegos. Su preparación simple y sin necesidad de encender un fuego, te permitirá disfrutar de comidas frescas y llenas de sabor sin perder tiempo en la cocina. A través de esta innovadora receta, no solo te invitamos a explorar nuevas formas de usar el calabacín, sino que también te abrimos las puertas a un sinfín de variantes, colores y sabores que te sorprenderán.
1El arte del pesto: Versatilidad en la cocina
Si pesto se traduce por «pisado», realmente podemos aplicar su método de elaboración a casi cualquier ingrediente que sea aplastable, aromático y jugoso. De este modo, es una salsa ideal para evitar el desperdicio y aprovechar las hojas de la zanahoria o dar salida a alguna verdura como en el pesto de brócoli. Sin movernos del color verde, podemos sustituir parte de la albahaca con otras hojas frescas, como el pesto de espinacas, o algo de rúcula, o probar con otros tonos con recetas como la del rojo pesto trapanese.
El calabacín tiene la ventaja de ser una hortaliza muy rica en fibra y agua; así, podremos preparar un pesto mucho más refrescante y ligero que el tradicional, que a veces puede parecernos algo graso debido a la necesidad de añadir demasiado aceite de oliva, piñones u otro fruto seco. Al utilizar el calabacín como base, su textura suave se presta perfectamente a ser «pisado» junto con los demás ingredientes, creando una salsa de pesto que no solo es saludable, sino también deliciosamente fresca y satisfactoria.