Las condiciones de Puigdemont y Junqueras acorralan a un PSOE dividido

El acuerdo entre PSOE y Carles Puigdemont «está más cerca», mientras las posiciones se «mantienen inalteradas» en la mesa de negociación con ERC. Nadie da su brazo a torcer en este trío para sacar adelante la investidura de la amnistía, pero las posiciones deben moverse lo antes posible dados los plazos por el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, para autoevaluarse ante el Congreso de los Diputados y buscar la reelección, previsiblemente en dos semanas como pronto. En caso de fracasar, la nueva convocatoria electoral sería inédita en España, con unos comicios en invierno y se pondrían las urnas en Nochebuena.

Los flecos tardan en cerrarse más de lo esperado, pese a las prisas autoimpuestas por el PSOE para cerrar acuerdos con PNV, Bildu, ERC, Junts y Sumar. Algunos de ellos, como Sumar y Bildu han sido más fáciles de lo previsto al dar de lado temas muy espinosos, como el Sáhara Occidental o Marruecos. Con la izquierda abertzale, la premisa ha pasado de puntillas y alejada de Madrid para centrarse en Navarra. Bildu y el PSN han cambiado el paso y tratan ahora de convertir la Comunidad en un bastión y allanar el camino para una futura anexión al País Vasco, el anhelo eterno de los nacionalistas e independentistas.

Con el PNV, las cosas no están yendo nada bien. El acuerdo con Sumar supone un duro varapalo para Iberdrola y BBVA, los principales buques insignia del País Vasco, con nuevas subidas de impuestos, sin un pacto por la industria y el cierre de centrales de nucleares. Todo ello, sin tener una estrategia implementada para dar cobertura a la industria, golpeada por el frenazo del consumo en China y las guerras en Europa e Israel.

EL PNV BUSCA SU SALIDA PARA ENFRENTARSE A BILDU

El PNV de Andoni Ortuzar busca ahora que se reconozca la «nación vasca», un término que tendría que esconde una reforma de la Constitución ya que la única nación recogida es España. Los nacionalistas vascos aún no han arrancado una medida seria para poder vender a los suyos de cara a las elecciones autonómicas del próximo año, mientras asisten atónitos al resurgir de la izquierda abertzale, con la posibilidad de encumbrar a Arnaldo Otegi como lehendakari de Bildu.

Sánchez está dispuesto a reformar el estatuto vasco, pero no apoyará la independencia
Sánchez está dispuesto a reformar el estatuto vasco, pero no apoyará la independencia

Íñigo Urkullu y Aitor Esteban vendieron ante sus votantes el hito de poder hablar en euskera en el Congreso de los Diputados, pero han hecho de tripas corazón al no utilizar su lengua materna porque sencillamente no les entendía nadie o bien les costaba pronunciar sus discursos correctamente. Algo parecido ha sucedido con Gabriel Rufián, portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados, quien ha sido objeto de mofas por no hablar catalán como mandan los cánones.

Sin el catalán ni el euskera, el PNV tiene muy difícil arrancar un acuerdo a los socialistas, más cuando éstos les han inducido en una sorprendente amnesia temporal. Los nacionalistas vascos se han olvidado de sus raíces y han abrazado la vía de la traición para ahora sucumbir a quien agitaba los árboles. Los vascos ya no tienen frutos que recoger tras la legitimación de Bildu por el mismísimo Pedro Sánchez, con imagen incluida, en estas negociaciones.

Para los abertzales no era suficiente ser los ponentes de la Ley de Vivienda, como tampoco los protagonistas en la última reforma laboral. Ahora aspiran a ser el dique de contención contra la derecha, un bloque del que reniegan oficialmente tanto Ortuzar como Urkullu, haciéndose revolver de su tumba a Sabino Arana. Y es que, si algo caracteriza a los nacionalistas vascos es que son muy de derechas, como diría Mariano Rajoy, expresidente del Gobierno, y quien recibió una puñalada traicionera del propio PNV en 2018. Aquel año y sus votaciones están guardadas en la retina de los ‘populares’. Los de Esteban aprobaron los Presupuestos y una semana después votaron favorablemente en la moción de censura al propio Rajoy.

BILDU FINTA A URKULLU Y SE POSTULA COMO GANADOR

Ahora, los ‘populares’ buscan ganarse al centroderecha vasco ninguneado por los suyos. La tesitura es muy seria para un empresario vasco. ¿Votaría antes al PNV reconvertido y mimetizado ahora en el bloque progresista junto con Bildu, que busca hundirle a impuestos o a un PP con sentido de Estado y que mantiene intacta su opción de rebajar la carga fiscal? La respuesta se está viendo en las urnas, con una caída del 21% en las elecciones municipales del pasado 28 de mayo. Bildu, por su parte, ascendió un 6% y acorta drásticamente diferencias sin tener que justificarse ante los suyos. «Las intervenciones en el Congreso hablan por sí solas», apuntan desde la formación abertzale.

Fotografía oficial del encuentro entre Sánchez y los portavoces de EH Bildu, Mertxe Aizpurua y Gorka Elejabarrieta
Fotografía oficial del encuentro entre Sánchez y los portavoces de EH Bildu, Mertxe Aizpurua y Gorka Elejabarrieta

Por todo ello, el PNV está en la obligación de apretar al PSOE, pero no tiene la suficiente fuerza para ceder las posiciones de Sánchez tras arrinconarse con su rotundo ‘no’ al PP, un portazo que les ubica en un más que incómodo fuera de juego. Ni se abstendrán ni tampoco pueden votar en contra del PSOE porque se juegan el Gobierno autonómico.

ERC afronta un escenario muy parecido al del PNV. Para el Congreso fueron de la mano de su inseparable izquierda abertzale, pero las cosas no les están yendo nada bien. Los republicanos liderados por la mínima por Oriol Junqueras -tan sólo 23 votos de diferencia en las primarias de Barcelona del pasado fin de semana- buscan resarcirse del golpe de efecto de Carles Puigdemont y Junts, renacidos tras la legitimación del prófugo de Waterloo por parte de Yolanda Díaz, vicepresidenta y ministra de Trabajo en funciones.

Con un PNV arrinconado, el PSOE puede esperar cualquier sentido de voto en la investidura del actual inquilino en La Moncloa, más con los antecedentes recientes. Si bien, los socialistas no pagan traidores y la moneda podría devolvérsela el próximo mes de junio.

PUIGDEMONT BUSCA ORO EN LA MINA DEL PSOE

Con Junts, la negociación está en un punto espinoso. La alegría mostrada por la amnistía ha tornado a un rostro gris y apático, hasta el punto de mantener un silencio sepulcral en los últimos días tras los gestos realizados por Pedro Sánchez sobre la medida de gracia, que tanto le ha costado pronunciar. Por el momento, las filas socialistas muestran una seria preocupación ante las exigencias de máximos de Puigdemont, quien no ha aflojado en ni una sola de sus propuestas. No solo se busca la amnistía, sino también la exoneración a más de 4.000 investigados por diversos motivos, incluidos los cuatro independentistas que fueron cazados con planes para atentar contra el Parlament.

Sánchez siempre ha dado prioridad a alcanzar un acuerdo con Junts y ERC
Pedro Sánchez siempre ha dado prioridad a alcanzar un acuerdo con Oriol Junqueras y Carles Puigdemont

Asimismo, el líder de Junts no cesa en su empeño de la vía unilateral para conseguir una independencia que dure más de ocho de segundos, mientras se ponen sobre la mesa otra serie de cuestiones que afectan directamente al conjunto de españoles, como una posible condonación de deuda, reducir a la mínima expresión un «expolio fiscal» de más de 450.000 millones de euros y la expulsión total de la Guardia Civil de Cataluña, como ha ocurrido en el País Vasco y se pide también en Navarra.

JUNTS Y EL GOLPE DE PUIGDEMONT AL PSOE

La situación en Junts, por otro lado, es de calma total. Las «exigencias de máximos» se mantienen encima de la mesa, con la amnistía como línea roja a cruzar por los socialistas a pesar de las críticas públicas y en privado, especialmente de la ‘vieja guardia’ y el PSOE de Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha.

No obstante, Junts no se contenta únicamente con la absolución generalizada para los supuestos 4.000 investigados o multados por el ‘procés’ desde 2013, sino que busca el reconocimiento de la «nación catalana», que fulminaría las bases elementales de la Constitución, así como la petición de poder expresarse en catalán en las instituciones europeas, un encargo que trata de cumplir José Manuel Albares, ministro de Exteriores.

Además, Puigdemont ya dejó atado que toda negociación con el PSOE deberá rubricarse sobre el papel, que todo lo aguanta. Para evitar caer en la desconfianza y posibles incumplimientos, como ha pasado con ERC y Unidas Podemos en el pasado, el líder de Junts busca sus propias «garantías» para poder circular libremente por España sin que nadie le ponga obstáculos judiciales ante un posible cambio de Gobierno. Todo ello, con un hermetismo sepulcral por parte del Ejecutivo en funciones. Con esta ley del silencio se consiguen importantes hitos, siendo el principal de ellos se pueden cometer errores que dificulten aún más la negociación.

Este silencio del PSOE es un síntoma de la «peligrosa deriva» que lleva el partido en esta negociación, incluso si la amnistía tuviera encaje en la Constitución. La pregunta sobre la amnistía no responde a si tiene o no entrada en la Carta Magna, sino la motivación de la medida de gracia. «¿Para qué se aprueba la amnistía? Esa es la pregunta correcta», apuntan fuentes jurídicas consultadas. La única explicación es obtener los siete votos de Junts, mientras el PSOE trata ahora de construir un relato guerracivilista en Cataluña desde hace una década.

TODOS EXIGEN GARANTÍAS POR ESCRITO A PEDRO SÁNCHEZ

Junts, por otro lado, también busca una mayor complicidad del PSOE, con garantías y compromisos firmados por escrito, con soluciones en caso de que vuelva el PP a gobernar y pueda deshacer el entuerto, así como un acuerdo que pueda seguirse en la comisión bilateral entre la Generalitat y el Estado. Y no, Puigdemont no bromea con ninguno de los puntos, los mismos que ha mostrado a los ‘populares’, quienes han rechazado tajantemente el chantaje.

Puigdemont ha exigido el mismo trato dado por Sánchez a Junqueras, con una reunión presencial o bien una llamada telefónica, pero por ahora toda información sobre los encuentros en Bruselas se han desmentido. La llamada podría provocar una aireada reacción en caso de hacerse pública ya que se estaría validando la legitimación dada por Yolanda Díaz en su reunión en Bruselas con el líder de Junts.

ERC, HERIDO GRAVE EN UNA NUEVA CONVOCATORIA

El PSOE tendría un serio problema si se le pillara en un renuncio, una contradicción o un nuevo cambio de opinión, el nuevo eufemismo utilizado para rectificar declaraciones y hechos anteriores. Y es que, se materializaría la idea que recorre el mundo independentista que apunta a que «Sánchez no es de fiar». Con esta premisa, el líder de Junts pide las máximas garantías y evitar quedar como ERC, una muleta más del PSOE y sin posición alguna para pedir mayores compromisos.

ERC no mejoraría su estatus actual en ningún escenario, incluso podría acabar hundiéndose más en un posible adelanto electoral. Puigdemont, por su parte, podría arrebatar la hegemonía a un tocado Junqueras.

El PSOE podría respirar ya que no tendría que dar explicaciones sobre la amnistía, pero se habrá mostrado la división interna existente; mientras el PP de Feijóo reniega de Junts, siguiendo así los consejos del PPC, aunque sí ha admitido contactos indirectos con el entorno de Puigdemont, como la conversación entre Esteban González Pons con uno de los dirigentes postconvergentes.

Estos exdirigentes independentistas de la antigua CiU muestran un talante más dialogante que Puigdemont, cerrado en banda en sus pretensiones. El PSOE de Pedro Sánchez, por su lado, tratan de cerrar toda posibilidad de filtro y los ministros tienen orden de no abordar estos asuntos en público hasta el punto de no responder o convocar actos sin preguntas, como ha ocurrido este pasado martes en la presentación del acuerdo entre Sumar y el PSOE por un Gobierno de coalición.