Óscar Puente e Ignacio Garriga, el ministro de Transportes que dio la réplica a Alberto Núñez Feijóo durante su fallida investidura, y el futuro vicepresidente y portavoz de Vox, se están erigiendo como los políticos con la lengua más afilada de la nueva legislatura. Ni Miguel Tellado, el portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, que venía de Galicia con el apodo de ‘azote del BNG’, llega a la lengua viperina del político socialista y de uno de los principales dirigentes de Vox.
No es casualidad que tanto PSOE como Vox hayan decidido su ascenso dentro de la dirección de cada partido. Puente formará parte de los 42 elegidos de Pedro Sánchez que forman parte de la Ejecutiva Federal, mientras que Garriga será ascendido a número dos del partido, y será el único vicepresidente de la formación, en lugar de los tres actuales. Sus labores como portavoz de la formación de ultraderecha le ha granjeado la confianza de su líder, Santiago Abascal.
Óscar Puente, al igual que los ministros Teresa Ribera, Ana Redondo, Jordi Hereu y Elma Saiz serán incorporados a la ejecutiva federal del PSOE este domingo, durante la Convención que celebra el PSOE en la localidad gallega de A Coruña. Con estos nombramientos, 10 de los 18 ministros socialistas del Gobierno van a compaginar ambas funciones. Pedro Sánchez avanza de esta manera en la fusión que defendió en el Congreso socialista celebrado hace dos años en Valencia.
En el caso de Óscar Puente, su elección para la dirección del PSOE tiene un marcado carácter político, no como algunos otros nombramientos, por ejemplo Ana Redondo, quien se encargará de los temas de Igualdad desde el ministerio que preside, así como desde la Ejecutiva socialista. Pero el nombramiento de Óscar Puente va más allá, dado que además de haber pertenecido ya a la dirección socialista en los años en que Pedro Sánchez acabó recuperando la secretaría general, es de los pocos que se atreve a plantar cara al líder del PSOE.
SÁNCHEZ QUIERE DAR UNA IMAGEN DE PARTIDO UNIDO Y ACTIVO DESDE ESTE FIN DE SEMANA
La idea de Sánchez es que el PSOE dé una imagen de partido unido y activo y prepararlo para las elecciones que se deberán afrontar este año. En primer lugar, las gallegas (18F), y después vascas y europeas. Sánchez sabe que las encuestas no le son favorables a su partido y pretende echar los restos para recuperar votos.
Óscar Puente ha sido descrito por la periodista Pilar Ferrer en La Razón como un político tosco y belicoso, amante de la gresca. Puente nunca se ha caracterizado por su contención dialéctica y han sido sonadas sus polémicas, como cuando protagonizó una gresca con el Pablo Iglesias al difundir una fotografía suya con el entonces líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en la cafetería del Congreso.
En Valladolid, de donde ha sido alcalde, los políticos de la oposición le describían como «barribajero» y «machista». No se calla aunque quien le increpe en el AVE sea un hombre con trastornos mentales. Es tan activo en Twitter (X), que cuando le nombraron ministro tuvo que eliminar unos 50.000 tuits y ya han empezado a aconsejarle que deje en manos de alguien su cuenta de X. Muchos de sus seguidores en esta red social están acostumbrados a que les bloquee cuando le contestan algo que no le gusta.
Puente no tiene límites ni rehúye un buen «combate», bien sea a través de las redes sociales, en persona o en sus intervenciones públicas. Puente demostró que es un político que no se muerde la lengua, es locuaz y ocurrente. Licenciado en Derecho por la Universidad de Valladolid (UVA), el ministro de Transportes inició su militancia en el PSOE en 1990. Sus primeros años políticos lo llevaron a ocupar el cargo de vicesecretario general de la Ejecutiva Provincial.
En 2009, ascendió a secretario general de la Ejecutiva Municipal del PSOE de Valladolid, desempeñando un papel crucial en la política local durante más de una década. En junio de 2015 asumió el cargo de alcalde de Valladolid. Su liderazgo se caracterizó por su enfoque progresista y su compromiso con la participación ciudadana.
Durante sus ocho años en la alcaldía, Puente abogó por convertir las fiestas de la ciudad en referentes de conciertos de entrada libre, destacando su interés por la cultura y el entretenimiento para todos. Elegida como una de las siete ciudades españolas reconocidas por la Unión Europea como Objetivo 2030, Puente situó Valladolid a la vanguardia la movilidad, la economía circular, la sostenibilidad o los servicios sociales. Pese a ello, en las elecciones de mayo de 2023, Puente perdió la alcaldía debido a un pacto entre el Partido Popular (PP) y Vox, aunque fue el candidato más votado en los comicios.
Aunque su experiencia política se había centrado en lo local, Puente no era un desconocido a nivel nacional. Entre 2017 y 2021, ocupó la portavocía de la Ejecutiva de Pedro Sánchez, convirtiéndose en uno de los principales defensores del líder socialista. Durante este periodo, Puente demostró su habilidad para la comunicación política, aunque su atención seguía estando mayormente en los asuntos locales.
Tras las elecciones del 23J, y una vez perdido la alcaldía de Valladolid, por el acuerdo entre PP y Vox, Puente ha regresado al Congreso de los Diputados y al ministerio de Transportes. Ha cumplido su promesa de «volveré» expresada en X. Su influencia y contraversias ya se están notando en el quehacer diario de la vida política española. Su última ocurrencia contra Isabel Díaz Ayuso a la que ha convertido en diana de sus críticas por un comentario que ha puesto en X (antes Twitter): «Dos descarrilamientos de trenes en Atocha en nueve días, haremos todo lo necesario para proteger a los madrileños de la despreocupación de Sánchez por el Cercanías», escribió la presidente madrileña.
A Puente no le sentó bien el comentario y la respondió: «Tranquila Presidenta. Céntrate en construir líneas de metro sin derribar las casas de nadie, que de los problemas que tenga la red de cercanías de Madrid ya se ocupa el Gobierno de España».
IGNACIO GARRIGA, LA FUTURA MANO DERECHA DE SANTIAGO ABASCAL
Pero Puente no es el único en incendiar el panorama político con sus declaraciones. También Ignacio Garriga, el «negro de Vox», como le llaman en Cataluña. Se ha granjeado la confianza de Santiago Abascal, quien en la próxima Asamblea General, le ha colocado como número dos de la formación, ocupando la única vicepresidencia que tendrá Vox a partir del próximo 27 de enero. Buxadé, su valedor, pasará a un segundo plano como vocal, para preparar su camino a las instituciones europeas a partir del 9 de junio.
Nacido en Sant Cugat del Vallès, en 1987, este odontólogo ha sido el primer político que lleva la extrema derecha al Parlament catalán. Su madre es de Guinea Ecuatorial y su padre, catalán. Puede defender un programa muy restrictivo con los derechos de los recién llegados y una agenda ultraconservadora. Como Santiago Abascal, también se formó en las juventudes del PP, partido que abandonó a raíz de su supuesta tibieza en asuntos como el matrimonio homosexual, el aborto y la unidad de España.
omo cualquier nacionalista radical, Garriga basa la españolidad en aquello contra lo que lucha: el secesionismo, el federalismo, los inmigrantes ilegales y creen en la familia con la mujer cuidando de los hijos. Es padre de cuatro hijos y se define como humanista cristiano.
En pocos años, Garriga se ha convertido en uno de los dirigentes más carismáticos de Vox. Primero, porque el color de su piel rompía con el estereotipo que la izquierda había difundido sobre la ultraderecha. Y segundo porque comenzó su carrera política en la formación en Cataluña, sin duda, una plaza complicada para representar a Vox.
«Hemos trasladado un mensaje claro, coherente desde el primer día y en un momento donde muchísimos catalanes y españoles se habían sentido huérfanos. Yo creo que Vox en ese sentido ha sido crucial. Y, afortunadamente, hemos capitalizado de alguna manera esa desesperanza y la estamos convirtiendo la esperanza a pesar del gobierno criminal». Tira de verbo incendiario y celebra el golpe del 36
«Defender España hasta las últimas consecuencias”, es una de sus frases favoritas para arremeter contra la autonomía catalana, mientras los medios de comunicación «son maquinarias de guerra de propagación del odio».
Y lo peor es la izquierda: «La oposición es una naranja trituradora mecánica de la extrema izquierda, revolucionarios y marxistas», mientras «las instituciones han sido colmadas por oligarcas, lobbies, partidos que se han abandonado a ese cosmopolitismo europeísta».
Enaltece la hispanidad, demoniza la inmigración y propone elevar los requisitos para recibir la nacionalidad. «Si Vox fuera racista o tuviera algo contra los extranjeros, yo no podría estar aquí», dijo en diciembre de 2018 en una entrevista a El Español, en la que subrayó que su madre siempre ha sido española por nacer en una colonia y llegó legalmente a España. Habla perfectamente catalán, aunque solo habla en castellano.
Su madre fue la que le introdujo en el mundo de la política. Ella formó parte de las listas del PP en Sant Cugat del Vallès. El hijo, que estudió en La Farga —escuela religiosa vinculada al Opus Dei— también entró en el partido en el mismo municipio hasta que se cansó por considerarlo tibio. En 2015, asumió la presidencia de Vox en Sant Cugat y fue candidato en las municipales, donde logró el 1,32% de votos.
En los últimos años, Garriga ha lanzado guiños al franquismo. «Vaya por delante mi condena a las muertes en ambos bandos; pero celebro que valientes nos libraran del yugo comunista», escribió en Twitter el 18 de julio de 2017, en el aniversario del golpe de Estado de 1936 que supuso el inicio de la Guerra Civil y derivó en 36 años de dictadura. De los transexuales dice que «requieren tratamiento psiquiátrico», se opone al aborto y defiende la identidad cristiana. En otras frases nos asegura que «ETA no ha sido derrotada». Tras este 27 de enero seguirá con más fuerza y más poder dentro de Vox.