Rosquillas de Semana Santa: Un auténtica pasada con sabor a limón y anís

A continuación, te contaremos los pasos que deberás seguir para triunfar haciendo rosquillas.

Mezcla los ingredientes secos: En un bol grande, tamiza la harina y la levadura en polvo. Agrega el azúcar y mezcla bien para combinar todos los ingredientes secos.

Bate los huevos: En otro bol, bate los huevos con un batidor de mano o una batidora eléctrica hasta que estén espumosos y de color claro.

Añade el aceite, el anís y la ralladura de limón: Por otra parte, una vez que los huevos estén batidos, agrega el aceite de oliva suave, el anís y la ralladura de limón. Mezcla bien hasta que todos los ingredientes líquidos estén bien incorporados.

Incorpora los ingredientes secos: Poco a poco, agrega los ingredientes secos a la mezcla de huevos, aceite y anís. Mezcla con una espátula o una cuchara de madera hasta obtener una masa homogénea y suave.

Deja reposar la masa: Cubre el bol con film transparente y deja reposar la masa en el refrigerador durante al menos 1 hora. Esto ayudará a que la masa se enfríe y sea más fácil de manejar.

Forma las rosquillas: Pasado el tiempo de reposo, saca la masa del refrigerador y forma pequeñas bolas del tamaño de una nuez. Haz un agujero en el centro de cada bola para formar las rosquillas.

Fríe las rosquillas: En una sartén grande, calienta abundante aceite de oliva a fuego medio. Cuando el aceite esté caliente pero no humeante, fríe las rosquillas en lotes, cuidando de no sobrecargar la sartén. Fríelas hasta que estén doradas por ambos lados.

Escurre y decora: Una vez fritas, retira las rosquillas del aceite y colócalas sobre el papel absorbente para escurrir el exceso de grasa. Espolvorea azúcar glas por encima mientras aún están calientes.

Deja enfriar y sirve: Deja enfriar las rosquillas antes de servirlas. Puedes disfrutarlas acompañadas de un buen café o té. Sin embargo, solas no son una mala idea.