Almudena Herrai, ortodoncista: «Tener los dientes amarillos no quiere decir que tengas mala higiene»

Almudena Herrai nos explica porque se ponen los dientes amarillos y aclara que la razón no siempre tiene que ver con la higiene.

Los dientes amarillos han sido durante mucho tiempo una de las grandes preocupaciones estéticas, asociados de manera automática con descuido o falta de cepillado. Sin embargo, la ortodoncista Almudena Herraiz ha querido romper con esa idea en un vídeo que circula por TikTok y que ya acumula miles de reproducciones. La ortodoncista trata de aclarar que el tono del diente no siempre refleja los hábitos de limpieza, ya que influyen factores genéticos y la propia composición natural de la boca.

Herraiz explica que el esmalte dental es traslúcido y que, al reflejar la dentina, esta puede mostrar un tono más oscuro que varía de persona a persona. Así, hay quienes, pese a tener una higiene intachable, presentan dientes amarillos simplemente porque la capa interna es de ese color. Para la especialista, resulta necesario desterrar la idea de que un blanco brillante es sinónimo exclusivo de salud bucal, porque no siempre es así.

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Los factores externos que influyen en el color de los dientes amarillos

“Tomar café es un hábito negativo para los dientes”. Fuente: Pexels

La ortodoncista reconoce que ciertos hábitos sí pueden intensificar los dientes amarillos. El tabaco, el consumo habitual de café o té, e incluso especias como la cúrcuma, dejan pigmentos externos que alteran la tonalidad natural. Estos factores se suman a la predisposición genética, potenciando un color que muchas veces genera inseguridad en quienes lo presentan.

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Aun así, la experta subraya que no se debe confundir este efecto con una falta de higiene. Una persona que fuma o bebe café puede cepillarse con regularidad y mantener una buena rutina de cuidado, pero el color de sus dientes seguirá viéndose más oscuro. La clave está en diferenciar entre tinciones superficiales, que se pueden eliminar con limpiezas profesionales, y la tonalidad natural de cada individuo, que no tiene por qué ser uniforme ni perfectamente blanca.

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