El inositol lleva tiempo despertando el interés de la comunidad científica, pero también empieza a colarse en las conversaciones sobre alimentación y salud de una forma mucho más cotidiana. Aunque no siempre se le da protagonismo, este nutriente del complejo de la vitamina B es esencial para que el organismo funcione con normalidad, ya que participa en procesos clave como la comunicación celular y la formación de membranas. El inositol, además, comparte estructura química con la glucosa, lo que explica su papel en el metabolismo energético.
El inositol se necesita en pequeñas cantidades, pero su presencia diaria en la dieta es importante, especialmente si se busca cuidar la salud cardiovascular. Aún bajo estudio por su posible papel en la prevención de determinadas enfermedades, los expertos coinciden en que una alimentación variada suele ser suficiente para cubrir las necesidades básicas. Frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales son las principales fuentes naturales de este compuesto, accesibles y habituales en cualquier despensa.
2Cereales integrales y frutos secos, aliados del corazón
El inositol también se encuentra en los cereales integrales, un grupo de alimentos clave cuando se habla de salud cardiovascular. Avena, arroz integral, quinoa o centeno no solo aportan energía de calidad, sino que contribuyen a mejorar el perfil metabólico general. Sustituir los refinados por integrales es un gesto pequeño que, a largo plazo, marca diferencias importantes.
Los frutos secos completan este mapa nutricional, entre los que destacan almendras, nueces, avellanas y pistachos, que concentran inositol y grasas saludables, conocidas por su efecto protector sobre el corazón. Consumidos con moderación, ayudan a regular el colesterol y a mejorar la elasticidad de los vasos sanguíneos, dos factores esenciales para reducir el riesgo cardiovascular.






