El inositol lleva tiempo despertando el interés de la comunidad científica, pero también empieza a colarse en las conversaciones sobre alimentación y salud de una forma mucho más cotidiana. Aunque no siempre se le da protagonismo, este nutriente del complejo de la vitamina B es esencial para que el organismo funcione con normalidad, ya que participa en procesos clave como la comunicación celular y la formación de membranas. El inositol, además, comparte estructura química con la glucosa, lo que explica su papel en el metabolismo energético.
El inositol se necesita en pequeñas cantidades, pero su presencia diaria en la dieta es importante, especialmente si se busca cuidar la salud cardiovascular. Aún bajo estudio por su posible papel en la prevención de determinadas enfermedades, los expertos coinciden en que una alimentación variada suele ser suficiente para cubrir las necesidades básicas. Frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales son las principales fuentes naturales de este compuesto, accesibles y habituales en cualquier despensa.
3Qué puede hacer el inositol por tu salud cardiovascular
El inositol tiene efectos biológicos relevantes una vez absorbido por el organismo. Los expertos le atribuyen propiedades para reducir el colesterol LDL, evitar la acumulación de grasa y mejorar la distribución lipídica, liberando al hígado de exceso graso. En combinación con la colina, presente en huevos y verduras de hoja verde, su efecto sobre el colesterol total resulta aún más significativo.
Además, diversos estudios apuntan a que el inositol puede ayudar a reducir la hipertensión, uno de los principales factores de riesgo cardiovascular. Al mejorar la sensibilidad a la insulina y el metabolismo de la glucosa, contribuye a un mejor control de la presión arterial. Más allá del corazón, también se investiga su papel en la salud ósea, con resultados prometedores en la prevención de la pérdida de densidad mineral, especialmente en mujeres posmenopáusicas.






