El Dr. Fernando Ruger Viarengo expone el por quĆ© de la pandemia actual, prevenciĆ³n y pautas generales de tratamiento de candidiasis

Aunque a dĆ­a de hoy muchas fuentes indiquen que la cĆ”ndida es parte de la microbiota habitual, esta frase tiene trampa. Es parte de la microbiota habitual de la vagina o el pene, pero no del intestino. Ahora bien, que no haya sido parte de la microbiota habitual, no quiere decir que en los exĆ”menes de metagenĆ³mica no se encuentren habitualmente. ĀæPor quĆ© no es parte de la microbiota habitual? Sencillamente, porque en el gran volumen de exĆ”menes de secuenciaciĆ³n que se realizan, no en todos se detecta material genĆ©tico de cĆ”ndida. Sin embargo, cuando se empieza el proceso de tratamiento para la candidiasis en todos se detecta material genĆ©tico de E. Coli, bacteria que sĆ­ es parte de la microbiota habitual.

ĀæPor quĆ© se encuentran cada vez mĆ”s frecuentemente levaduras y hongos en la microbiota intestinal?

Es debido al consumo masivo de harinas refinadas, glucosa oculta en las comidas procesadas, bebidas azucaradas, dulces y bollerĆ­as, pasta, arroz y patata en exceso, asegura el Dr. Ruger Viarengo, experto de la clĆ­nica UMEBIR. El cambio que ha sufrido el ser humano como especie en los Ćŗltimos 10.000 aƱos no solo trajo aparejadoĀ la apariciĆ³n del cĆ”ncer, de la enfermedad degenerativa o metabĆ³lica, sino un cambio en la microbiota intestinal como es la colonizaciĆ³n por estos hongos y los sobrecrecimeintos de estas especies. Esto se debe tanto al consumo de antibiĆ³ticos infundado como a la disminuciĆ³n del consumo de comida viva con probiĆ³ticos o fermentados que ocupen el espacio de las bacterias buenas. Su ausencia da lugar a sobrecrecimeinto de patobiontes u oportunistas, disminuciones de la actividad inmune de la mucosa por distintos motivos, como puede ser la inflamaciĆ³n por consumo de aditivos, colorantes, conservantes, o bien por factores como la hipovitaminosis D o disminuciĆ³n del aporte de selenio y zinc. Todo ello hace que todo sea un cĆ³ctel verdaderamente explosivo y se desarrollen infecciones por hongos en el intestino y se detecten cada vez mĆ”s frecuentemente estos microorganismos en los exĆ”menes.

Ahora bien, no siempre es tan fĆ”cil detectar la cĆ”ndida u otros hongos en el intestino grueso o delgado, sobre todo cuando pasa mucho tiempo de la infecciĆ³n y el microorganismo se encuentra oculto en biofilms intestinales, una especie de laberinto de mucopolisacĆ”ridos donde se refugia. Este es el punto donde el criterio mĆ©dico y la clĆ­nica del paciente es soberana sobre los resultados de exĆ”menes. En muchas ocasiones, cuando es compatible, aunque tenga exĆ”menes negativos, se pauta tratamiento, y, en muchas ocasiones, al tiempo de dar negativos los exĆ”menes con el tratamiento, se logra romper esos biofilms y que den positivos los exĆ”menes.

ĀæY por quĆ© algunos pacientes consumen toda esta serie de alimentos nuevos para su genoma e intestino generan sobrecrecimeintos de hongos y en otros pacientes no sucede? Es porque existe una estrecha interrelaciĆ³n entre el genoma y el microbioma. Esa flexibilidad metabĆ³lica, como la metabolĆ³mica de la microbiota a modo adaptativo, puede hacer que se generenĀ aumentos o disminuciones de especies a modoĀ compensatorio que impide estos crecimientos de hongos, aunque la alimentaciĆ³nĀ no sea la adecuadaĀ 

Los expertos se deben adaptar a realizar tratamientos que no solo eliminen la cĆ”ndida del intestino o la lleven a niveles de colonizaciĆ³n asintomĆ”ticos, sino que deben rehabilitar las funciones, la permeabilidad y la sensibilidad histaminĆ©rgica a la que esta infecciĆ³n somete al intestino. Por ello, es importante completar los esquemas terapĆ©uticos con la rehabilitaciĆ³n del intestino, la restauraciĆ³n de la pared, el resembrado modulatorio de la microbiota y el refuerzo inmune de las mucosas. De no realizar este esquema personalizado y de precisiĆ³n, serĆ” una situaciĆ³n que se cure y recaiga constantemente con la consecuente probable resistencia del microorganismo y cronificaciĆ³n.

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