El clan de los Baltar se juega su supervivencia en sus elecciones más complicadas

  • José Manuel Baltar se presenta a la reelección al frente de la Diputación de Ourense.
  • El Partido Popular duplicó en la provincia los resultados que logró Casado a nivel estatal.
  • El clan de los Baltar controla la política ourensana desde hace treinta y dos años.
  • El Partido Popular superó el 35% el pasado 28 de abril en su granero electoral más anacrónico, Ourense, controlado bajo siete llaves por la familia Baltar. En esta frondosa tierra de ‘Meigas’ lograron dos de los cuatro diputados en juego y cosecharon el mejor resultado del PP en provincias.

    Los populares consiguieron repetir como el partido más votado, duplicaron los números de Pablo Casado a nivel estatal (17%), y superaron en siete puntos la media que logró el PP en Galicia. Cierto es que sus exuberantes números tienen un reverso tenebroso.

    En la provincia del «cacique bueno», tal y como se autodenominaba José Luis Baltar, el PP perdió 25.000 votos y catorce puntos respecto a 2016 y el PSOE se acercó a ellos: se quedó a menos de 4.000 papeletas de un triunfo que hubiese sido histórico y les arrolló en la capital por once puntos.

    VIAJE AL CORAZÓN DE LOS BALTAR

    José Luis Baltar fue una de las estrellas de la política gallega durante tres décadas. Primero fue designado como alcalde predemocrático de Nogueira de Ramuín en 1976, posteriormente se ligó a la UCD (de la mano de la Acción Política Orensana de Victorino Núñez), y cuando se desintegró el partido de Adolfo Suárez marcó distancias con el fraguismo.

    Junto a otros compañeros creó Centristas por Ourense, renombrado con posterioridad como Centristas por Galicia, y en 1989 al fin hubo pacto con Manuel Fraga, que los integró a cambio de cederles el control de la política ourensana. Fraga logró la primera de sus cinco mayorías absolutas y los herederos de la UCD comenzaron el festín.

    En 1987 José Luis Baltar se convirtió en el presidente de la Diputación de Ourense, convirtiéndose en el amo y señor de la provincia. Durante los veinticinco años que disfrutó el cargo mantuvo a raya a Fraga (al que amenazó con una escisión en 2004), Rajoy (integrante de la facción del birrete que se enfrentó a la facción de la boina)  y Feijóo (al que le retiró la palabra porque apadrinó un candidato contra su hijo en 2010).

    El populismo de Baltar tenía premio en las urnas. Él se paseaba emocionado por todos los funerales de la provincia, llamaba a todos los concejales populares de la región por su nombre de pila, tocaba el trombón de varas ante los políticos que venían de Santiago o Madrid y tiraba de desparpajo en los festejos populares, apostando por comentarios homófobos o misóginos.

    El líder socialista Pachi Vázquez le arreaba con saña y Baltar se defendía a su manera: «¿Por qué tiene Pachi esa obsesión conmigo? No soy mujer. Si lo fuera, entendería que me tuviera ganas, pero como soy un hombre, tengo que entender que es maricón».

    El PP tiraba de electoralismo y pasaba por alto sus zafiedades. Pero la fiesta llegó a su fin y un juez consiguió lo que no pudieron sus rivales políticos: retirarlo. A inicios de 2012 anunció que abandonaba la política.

    Dos años después fue condenado a nueve años de inhabilitación por delito de prevaricación continuada. ¿El motivo? 104 contrataciones realizadas en 2010 para la Diputación sin cumplir los requisitos de publicidad y mérito.

    Gracias a la red clientelar propia del siglo XIX que había tejido colocó a dedo a un sinfín de familiares de sus alcaldes y concejales en el entorno rural. Las urnas le habían premiado. La justicia lo había condenado. Pero él, eterno pícaro, ya había conseguido su propósito: conseguir que su hijo José Manuel le relevase en el cargo tras barrer a un candidato afín a Feijóo.

    Baltar
    José Luis Baltar le sujeta un plató a Rajoy. Foto: Los Genoveses.

    La clave de la sucesión estaba clara: diez meses después de su relevo se jugaban unas elecciones autonómicas que se presumían muy complicadas para Alberto Núñez Feijóo, al que le dinamitaron la campaña con unas fotos junto al ‘narco’ Marcial Dorado.

    Los Baltar, padre e hijo, no mostraron un apoyo demasiado explícito hacia Feijóo, la única estrella del PP que osó en tres décadas a retarles. Pero algunas de sus términales mediáticas más afines apostaron por Mario Conde, íntimo de la familia más polémica de Ourense. El exbanquero había comprado un pazo en Chaguazoso (A Mezquita) a María José Calderas, exdiputada del PP, mujer de José Manuel y nuera de José Luis.

    Conde aspiraba a convertirse en un ‘hombre bisagra’ para Feijóo, que vio con estupor como Intereconomía TV o La Región, periódico ourensano muy mimado por la Diputación, apoyaban sin ambages al exbanquero, que finalmente se quedó sin escaño mientras el PP revalidaba su mayoría.

    LAS ELECCIONES MÁS COMPLICADAS PARA LOS BALTAR EN 32 AÑOS

    José Manuel Baltar ha sido el único presidente de una diputación española que ha presentado su programa electoral para la reelección. Feijóo permite que el presidente del PP ourensano, absuelto por un delito por acoso sexual y disfrutón de un sueldo superior al de un ministro, apueste por su perfil propio.

    La extrapolación de los resultados del 28 de abril permitirían a José Manuel mantenerse al frente de esta institución tan familiar, esta vez sin mayoría absoluta. Para ganar necesitaría el apoyo de Ciudadanos o Vox. Más difícil lo tiene el popular Jesús Vázquez, cercano a Feijóo, para repetir en la alcaldía de Ourense.

    Un sondeo de La Voz de Galicia ha pronosticado que el centro-derecha puede mantener la mayoría en la capital, pero la Democracia Ourensana podría lograr el ‘sorpasso’ sobre el PP. Esta formación exótica está liderada por el mediático Gonzalo Pérez Jácome, propietario y estrella de una pintoresca televisión local. Quizás él y el PSOE apuntillen al ‘clan de la boina’ del PP gallego.