La covid-19 remodelará nuestro mundo y cuando termine todo será muy diferente, por lo tanto, las decisiones que tomemos ahora son claves. ¿Quién dice que este virus no es como una guerra, aunque moderna y diferente de las tradicionales?
Se intentaran adoptar por los organismos internacionales y los gobiernos, todas las medidas posibles para paliar las consecuencias de la parálisis económica, para intentar minimizar la crisis mundial a nivel económico.
A nivel social, la pandemia ha aumentado el uso de la tecnológica y de las relaciones digitales, por ejemplo, con el teletrabajo y las reuniones por videollamada.
Además, los espectáculos y la cultura abierta al público, como los grandes festivales de música o simplemente las proyecciones en el cine, que están sufriendo un duro revés. Al igual que las competiciones deportivas, con los retrasos y con sus formas de celebración, por ejemplo, al igual que la alteración del final de las temporadas en las Ligas profesionales o eventos mundiales ya cancelados como los Juegos Olímpicos de Tokio.
En este escenario un factor absolutamente determinante debería ser la solidaridad entre países y la disposición a sacrificarse por el bien común. Solo juntos se podrá ir venciendo al virus y contener sus consecuencias, y en Europa se han observado que determinados países no estaban en esa línea.
Las guerras no se ganan con tácticas o estrategia, sino con logística y comunicaciones. Quien lo consiga alcanzará el éxito y saldrá fortalecido. El tiempo es un factor clave y la generosidad también. Deberíamos trabajar por un aumento radical de la cooperación internacional. Las necesidades son y serán considerables en algunos Estados.
Europa como grupo, debería aprender la lección, no solo en el campo sanitario, sino también social, climático etc, y estar preparada para ayudar en situaciones de fragilidad a quiénes corren el riesgo de verse desbordados. Europa tiene que demostrar que es un bloque, eficaz, sólido y solidario. El desafío lo merece.
Los campos de refugiados como los casos de Siria siguen siendo un tema de gran preocupación. La OMS indica que el 70% de los médicos abandonaron Siria y más de una tercera parte de los hospitales resultaron seriamente dañados por la guerra civil. El brote de coronavirus por lo tanto suma nuevas preocupaciones por la falta de infraestructura para atender a los pacientes. Además, en los campos de desplazados no hay posibilidad de distanciamiento social, ni buena higiene. O África siempre en estado de alarma. Casos que nos parecen siempre tan lejanos pero que afectan y se dan entre personas que ya han sufrido demasiado.
Cada persona de forma individual tenemos la obligación de contribuir e intentar que este mundo sea mejor.
Por supuesto a los gobernantes y políticos les debemos reclamar a todos, a quienes les ha sido legado algún poder para ocupar un cargo público, que dejen sus banderas políticas y luchen por quienes confían en ellos.
El mundo pide responsabilidad y cambios. Intentemos ser lo más iguales posible, tener los mismos derechos y desarrollarnos en una sociedad justa e igualitaria. Siguen existiendo vacíos muy grandes en temas fundamentales como por el respeto al prójimo, un vacío de sensibilidad de servir y vivir para ayudar al otro.
El bien común es sin duda el bien de cada uno de nosotros.
Estamos en tiempos de cambio, busquemos sociedades más ricas y solidarias, dignas de vivir y disfrutar con la mayor igualdad de posibilidades y respeto para todos.