Un total de seis batzokis y dos casas del pueblo han sido atacados en un rebrote de actos vandálicos que se ha registrado en Euskadi en los últimos días, con la quema también de un cajero automático y pintadas en mobiliario urbano en algunos municipios.
Los últimos episodios se han producido a partir de que el preso de ETA Patxi Ruiz –expulsado en 2017 del colectivo de reclusos de la banda y que fue condenado a 30 años de cárcel por el asesinato en 1998 de Tomás Caballero, concejal de UPN en el Ayuntamiento de Pamplona– comenzara el pasado lunes, 11 de mayo, una huelga de hambre y sed en el centro penitenciario Murcia I en protesta por la gestión de la pandemia del coronavirus en las prisiones. No obstante, días antes ya se habían cometidos algunos sabotajes.
La semana pasada desconocidos atacaron un batzoki en la localidad vizcaína de Portugalete y el 8 de mayo aparecieron pintadas en el mobiliario urbano público y privado del municipio alavés de Izarra, con insultos y amenazas dirigidos contra PNV y la Ertzaintza.
En ellas, se calificaba a los jeltzales de ‘chivatos’ y se aseguraba: ‘Los días que te quedan son una cuenta atrás’ o ‘PNV lotu zuen txakurrak (PNV, atad a vuestros perros)’, en alusión a los agentes de la Policía autonómica.
Estos episodios fueron la antesala de los que sucedido esta semana, en la que se han contabilizado un total de diez sedes de partidos atacadas, seis del PNV y cuatro del PSE-EE, con calificativos de ‘asesinos’, entre otros.
El martes fue la casa del pueblo de Portugalete la que amaneció con pintadas, el jueves las de Sopela y Lazkao, además de tres batzokis, uno en Berango y dos en Getxo. Este viernes han aparecido saboteadas otras dos sedes del PNV (en Igorre y el barrio bilbaíno de San Ignacio) y otra del PSE-EE, en Algorta (Getxo).
Los saboteadores han realizado pintadas en sus fachadas, en las que llama a los jeltzales y socialistas ‘asesinos’ y ‘carceleros’, recuerdan la ‘huelga de hambre y sed’ de Patxi Ruiz –enmarcado en el sector duro, disidente del oficial de la izquierda abertzale–, y piden la amnistía para todos los presos de ETA.
Además, este viernes de madrugada también han sufrido ataques la Casa de la Dehesa de Vitoria –centro que depende del Ayuntamiento dirigido por el jeltzale Gorka Urtaran– y otros edificios de la capital alavesa. En las pintadas se podía leer: «Presoak borrokan, gu ere bai (los presos en lucha, nosotros también)» y «Herriak ez du barkatuko (el pueblo no lo perdonará)».
CAJERO EN EA
Dentro de ese rebrote de sabotajes, desconocidos procedieron el pasado jueves de madrugada a la quema de un cajero automático de una entidad bancaria en la localidad vizcaína de Ea, que quedó completamente calcinado. Siete vecinos del edificio en el que se encontraba la sucursal tuvieron que ser desalojados.
El PNV y el PSE-EE, los principales objetivos de los ataques cometidos en los últimos días, han condenado estas acciones y han considerado que estos actos vandálicos parecen retrotraer al pasado, cuando existía el terrorismo de ETA y los actos de kale borroka.
El PNV ha calificado de «mafiosas» estas acciones, que cree que están «fuera de cualquier tiempo, lugar y entendimiento», y que ha enmarcado en una «campaña de acoso y coacción». Además, ha asegurado que echa en falta «una postura más firme» de algunos partidos contra estas pintadas, en clara alusión a EH Bildu.
Tras exigir el cese inmediato de estas actuaciones, ya que, «lejos de aportar soluciones», solo «entorpecen la convivencia que anhela la mayoría de la sociedad vizcaína y vasca, que hoy quiere y debe centrar todos sus esfuerzos en derrotar la pandemia del coronavirus», ha denunciado que los ataques se producen de madrugada, lo que constituye «un flagrante incumplimiento» de las medidas de confinamiento decretadas en la actual situación de estado de alarma.
Por su parte, el PSE-EE –al que los atacantes atribuyen «la culpabilidad» de la situación de los reclusos y en concreto, de la huelga de hambre de Ruiz, con el PNV como «colaborador»–, ha afirmado que estas son «prácticas del pasado de quienes no quieren avanzar hacia el futuro» y que demuestran una «falta de respeto al diferente», que es «la base de la democracia».
A su juicio, estos actos van «contra la libertad que con tanto esfuerzo y sacrificio han conquistado la sociedad vasca, y los socialistas en especial».
El secretario general de los socialistas guipuzcoano, Eneko Andueza, ha recordado que la sede de Lazkao «estuvo en el punto de mira de ETA» y resultó destrozada durante la campaña de las elecciones autonómicas del año 2009 por una bomba.