El capitalismo frenaría un golpe fascista contra el Gobierno ‘comunista’

  • Paradojas del siglo XXI: el capitalismo no alimenta golpes de Estado en países occidentales.
  • El neoliberalismo se convierte indirectamente en el principal aliado de Unidas Podemos.
  • Pablo Iglesias ha acusado a Vox de no atreverse a dar un golpe de Estado.
  • El fascismo era según Lenin «la degeneración del capitalismo», que encontraba una careta con tintes populares con la que intentar frenar al movimiento obrero mediante señuelos como el nacionalismo plagado de simbolismos.

    Cierto es que en el capitalismo no son proclives al golpismo en países desarrollados. Y es que un ‘cuartelazo’ facilita la creación de un mando único casi siempre proclive al chauvinismo, el cierre de fronteras y la autarquía.

    Aunque también es cierto que en el neoliberalismo hay una fascinación creciente hacia dictaduras como China, que ‘no se frena económicamente’ cada cuatro años por unas campañas electorales que favorecen al populismo en el gasto público.

    ESPAÑA CAPITALISTA, SESENTA AÑOS CON EEUU

    Los ‘tecnócratas’ del Opus Dei diseñaron a finales de los cincuenta una hoja de ruta económica que ayudó a que España saliese del hambre. El turismo y la industrialización del país alumbraron a la clase media y Estados Unidos, que tuteló el final del franquismo, se empeñó con eficacia contra el ‘búnker’.

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    El capitalismo, por su interés en ampliar mercados y en conquistar estados en plena Guerra Fría contra la Unión Soviética, facilitó el retorno de una democracia turnista que no se salía ni un milímetro del ‘consenso socialdemócrata’ que nació tras la II Guerra Mundial.

    TONO GUERRACIVILISTA

    El capitalismo, a pesar de sus armarios negros, parece haberse convertido en un seguro que impediría un golpe de Estado contra el ‘Gobierno socialcomunista’, que en los últimas semanas ha abierto y cerrado frentes dialécticos contra la oposición.

    La crisis sanitaria calentó el ambiente y errores como el de Cayetana Álvarez de Toledo contribuyeron a propagar las llamas. La portavoz del PP en el Congreso repitió un bulo que le costó una condena a Hermann Tertsch: Pablo Iglesias «es el hijo de un terrorista».

    Al día siguiente, en vez de pedir perdón, se explayó: «Él es hijo de un terrorista, porque su padre militó en una organización terrorista llamada el FRAP que actuó en los años 70 y que tiene 5 muertos asesinados. Alguien que milita en una organización terrorista es un terrorista. Es un hecho fáctico».

    RETÓRICA BELICISTA

    Pablo Iglesias, reforzado como víctima de los excesos de la portavoz del PP, mantuvo al día siguiente la escalada irresponsable y aseguró que a Vox «le gustaría dar un golpe de Estado, pero no se atreve (…) Seré todavía más preciso. A Vox le gustaría dar un golpe de Estado, pero no se atreve porque para eso, además de quererlo, hay que atreverse».

    capitalismo
    Iglesias

    Iván Espinosa de los Monteros, de Vox, abandonó la comisión parlamentaria e Iglesias remató el guiso con una frase chulesca: «Cierre la puerta al salir». El vicepresidente del Gobierno admitió al día siguiente que se había equivocado… tras decir que lo que había dicho era «verdad».

    Pedro Sánchez intentó echar agua a las brasas y afirmó que «si hay alguien que tiene más responsabilidad de no caer en esas provocaciones, es el Gobierno de España. Hay que dejar atrás el enfrentamiento».

    Santiago Abascal, que no parece incómodo con la retórica belicista que se cruzan Unidas Podemos y Vox, ha rematado el show: «Creo que el señor Iglesias desea una Guerra Civil, pero yo no voy a decir que no se atreve, porque creo que en su vanidad y en su fanatismo es capaz de provocar cualquier drama».

    AUTORITARISMO Y CAPITALISMO

    Robert Owen Paxton define el fascismo como «una forma de conducta política caracterizada por una preocupación obsesiva por la decadencia de la comunidad, su humillación o victimización y por cultos compensatorios de unidad, energía y pureza, en la que un partido con una base de masas de militantes nacionalistas comprometidos, trabajando en una colaboración incómoda pero eficaz con élites tradicionales, abandona las libertades democráticas y persigue con violencia redentora y sin limitaciones éticas o legales objetivos de limpieza interna y expansión exterior».

    Es evidente que no se puede emparentar a Donald Trump con Adolf Hitler. Pero también es cierto que el autoritarismo bravucón que reina en Estados Unidos o Brasil va camino de hacer el clima político mundial casi irrespirable.

    EL NEGOCIO DEL CAPITALISMO CON LA POLARIZACIÓN

    The Wall Street Journal desveló que Facebook en 2018 admitía en una presentación interna que sus algoritmos «explotan la atracción del cerebro humano hacia la división. Si se dejan sin comprobar, Facebook alimentará a los usuarios con contenido cada vez más divisivo en un esfuerzo por atraer su atención e incrementar el tiempo en la plataforma».

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    Esta polarización ha ayudado a líderes como Trump, que han contribuido a frenar la ola neomarxista o ecofeminista surgida del colapso del capitalismo en 2008. Pero es evidente que esta nueva careta del capitalismo puede provocar algunos problemas que se tenían por olvidados…