La Asociación Española de Pediatría (AEP) ha actualizado sus recomendaciones para la reapertura de centros educativos de edad infantil (menos de 6 años), incluyendo en las mismas la posibilidad de que los niños no utilicen mascarillas en las clases siempre y cuando se mantenga la distancia de seguridad de mínimo, 1,5 metros.
Esta actualización, que se redacta acorde a las nuevas evidencias científicas, así como a la evolución en España de la pandemia y a la situación epidemiológica actual, pone el acento en la importancia de la socialización en la enseñanza en los más pequeños y en que también ellos puedan volver a su «nueva normalidad», lo que incluye la vuelta a las escuelas infantiles.
De hecho, este documento complementa a la propuesta anteriormente elaborada por la AEP en el mes de mayo 2020, que incluía pautas para la vuelta al colegio en todos los niveles educativos debe ser atendido por el pediatra para que valore el aislamiento.
«La edad comprendida entre los 0 y 6 años es extremadamente vulnerable y sensible a los cambios, además de ser una etapa fundamental para el desarrollo emocional, educativo y la implantación de hábitos de vida saludables. Muchas familias, por diversas circunstancias familiares, económicas, sociales o formativas, no pueden ofrecer a los pequeños los estímulos adecuados para este desarrollo», ha comentado la presidenta de la AEP, María José Mellado.
De hecho, prosigue, la evidencia científica, más reciente, ha demostrado que los pequeños no son los «grandes contagiadores» como se pensaba al inicio de la pandemia y, como ya se sabía, la Covid-19 representa en los niños alrededor de uno por ciento de los casos globales y cursa en la «inmensa mayoría» de los casos de manera «leve» en la edad pediátrica.
«Nos planteamos que ante la reapertura de la Escuelas infantiles, es necesario que los más pequeños cuenten con la ayuda de profesionales docentes especialmente formados y que puedan contribuir a paliar los posibles efectos derivados de la pandemia por coronavirus y a ser capaces de implementar las medidas adoptadas para su control, como la distancia física interpersonal, conocer el riesgo a esta edad de uso de mascarillas y por descontado el efecto negativo en el aprendizaje por falta de expresión facial, o el posible miedo a la enfermedad o a las demás personas», ha dicho la presidenta de la AEP.
Desde la AEP se considera que las propuestas generales emitidas anteriormente se mantienen válidas, en los menores de 10 años. En este sentido, ha propuesto que, si se mantiene en el aula la distancia entre alumnos al menos de entre 1,5 metros puede contemplarse la retirada durante la clase de las mascarillas, que en muchos casos serían desplazadas del lugar óptimo y manoseadas, perdiendo así su efecto preventivo y flexibilizar los horarios de entrada y de salida.
Para las entradas y salidas, estancia en las aulas, y, sobre todo, para las pausas de recreo y de comidas, la AEP aconseja crear grupos fijos de compañeros de un número reducido de niños, una especie de ‘burbujas socializantes’ con un mismo profesor que facilite el contacto mínimo con otros grupos. Estos grupos facilitarían también el aislamiento posterior y trazabilidad de la infección en caso de aparición de algún caso.
«La burbuja debe ser lo suficientemente pequeña para que puedan observarse una normas claras de comportamiento. Esta medida posiblemente sea más efectiva cuanto más se complemente con medidas de higiene», han dicho desde la organización, para subrayar también la actualización del calendario vacunal antes de la reincorporación a las aulas.
COMPROMISO FIRMADO PARA NO LLEVAR AL COLEGIO A LOS NIÑOS CON FIEBRE
Por otra parte, la AEP ha propuesto que se realice un compromiso o acuerdo firmado por los padres de que el niño no irá a la escuela si tiene más de 37,5 grados fiebre, tos, diarrea u otras manifestaciones que sugieran enfermedad o que ha estado en contacto con algún familiar enfermo o personas posiblemente infectadas, en cuyo caso debe ser atendido por el pediatra para que valore el aislamiento.
«Es importante tener en cuenta que este grupo de edad es el que presenta una mayor frecuencia de procesos febriles, y una menor capacidad de comunicar sintomatología, por lo que el profesor debe estar atento a inicio de fiebre en la escuela y a cuadros compatibles con la enfermedad», ha añadido la organización.
Para el personal que trabaja en la escuela, prosigue, debe seguirse el mismo protocolo de vigilancia de temperatura, síntomas y aislamiento si ha contactado con personas sospechosas de enfermedad, además de asegurar el uso de mascarillas y todas las medidas de prevención rigurosas entre el personal educativo.
Así, la AEP ha abogado por habilitar una zona de «aislamiento» por si la aparición de la fiebre ocurre una vez los niños o los profesores ya están en la escuela. Otro aspecto clave es, a su juicio, maximizar el tiempo en el exterior, al aire libre, dado que la transmisión del virus es claramente más frecuente en ambientes interiores o cerrados, y relativamente infrecuente en el exterior.
Por ello, ha recomendado que aquellos centros que dispongan de espacios al aire libre trasladen una parte o la totalidad de actividades docentes al exterior. En cuanto a la comida, lo ideal sería que cada grupo pudiera comer en la propia aula, minimizando así el contacto con otros niños y el de compartir superficies o material de comedor.
«Los comedores, si se utilizan, deberán ser muy rigurosos en cuanto a la higiene, uso individual de utensilios y mantener la distancia de seguridad (puesto que no se puede usar mascarilla comiendo). La alimentación debe ser sana, adecuada a la edad y con nutrientes de alto valor biológico. En los centros en los que sea jornada continua se podría recomendar que, en la medida de lo posible, coman en sus domicilios, al igual que en guarderías», ha aconsejado la organización.
Finalmente, ha instado a articular protocolos para trabajar conjuntamente con los equipos de Pediatría de Atención Primaria y con los servicios sociales comunitarios de referencia, para atender de forma «integral y prioritaria» a los niños con necesidades especiales y apoyar a sus familias.
También habría que tener implantados canales de evaluación del funcionamiento adecuado del centro, la implantación en el inicio de tareas en casa mediante la tecnología digital (dibujos, letras etc.); así como valorar ayudas a las familias más vulnerables (maternidad reciente, monoparentales, extensos horarios laborales, cambios de horario en jornada de trabajo etc.) que precien ayuda concreta en este periodo de reincorporación de los más pequeños a las escuelas infantiles», han zanjado desde la AEP.