El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, está en una situación de calma tras la tempestad. Parecía que el despido fulminante del coronel Diego Pérez de los Cobos había entrado en un estado de letargo, pero el oficial ha recurrido su cese como jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid ante el Ministerio del Interior. No es casual que en este contexto, el ministro haya recuperado ese «soborno», tal y como lo consideran algunos agentes preguntados por este medio, de la equiparación salarial (al que había renunciado hace meses) con la intención de aprobarlo a finales de verano, lo antes posible, para acallar las críticas que no hacen más que crecer en el cuerpo policial.
Los grupos de Whatsapp de la Guardia Civil están que echan humo. Entienden que recuperar ahora la equiparación salarial por la que llevan años luchando es un «soborno» con el que pretende acallar las críticas por haber depurado de forma sistemática la cúpula del cuerpo para colocar agentes afines al ministro saltándose incluso el escalafón, tan importante para un cuerpo policial militarizado.
Marlaska no piensa dar un paso atrás, y pese a haber perdido crédito de cara a la Guardia Civil, su gabinete confía en que la equiparación salarial y el paso del tiempo hagan que la tensión se rebaje y todo vuelva al cauce de la normalidad. Es por eso que el ministro ha acelerado el proceso y tiene intención de abonar el tercer tramo de la equiparación lo antes posible. Y si puede ser a finales del verano, mejor.
Lo que podría suponer un problema para Marlaska es la bomba con temporizador que ha colocado de los Cobos en el ministerio. El coronel ha recurrido su cese. Y esto es algo que pondrá a Marlaska en los titulares una vez más. La intención de de los Cobos no es conseguir su puesto de nuevo, sino obligar a Marlaska a retratarse, pues será el propio ministro del Interior quien tendrá que resolver la decisión que firmó entonces el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez.
Los pasos de Marlaska fueron claros: quiso depurar una cúpula de la Guardia Civil que no le era de confianza y que coqueteaba más con el Ministerio de Defensa de Margarita Robles que con el suyo. No hay que olvidar que la Guardia Civil es un cuerpo que codependende ambas carteras, pero que, por norma general, se siente más cómodo en el ámbito militar en el seno de Interior. Y Marlaska quiso imponerse, algo que no salió con la discreción que él quería.
Atrás han quedado las prerrogativas sobre si el informe que realizó De los Cobos sobre el 8-M era chapucero o sobre si actuó con lealtad hacia el Gobierno. Ahora solo queda un conflicto entre la Guardia Civil y el Ministerio de Interior que Marlaska pretende solucionar a golpe de talonario. Concretamente, concediendo a estos agentes 247 millones de euros correspondientes al tercer tramo de la equiparación salarial.
Interior ha iniciado esta semana los trámites para ver cómo aprobar cuanto antes la equiparación, algo que le urge a Marlaska dado el contexto. Entre tanto, la erosión de la imagen del ministro frente a la Guardia Civil va in crescendo día tras día mientras De los Cobos echa más leña al fuego para retratar al exmagistrado.
Los movimientos de Marlaska no cuentan ni con el apoyo de su propio partido. Altos cargos socialistas no ven con buenos ojos la purga chapucera que ha llevado a cabo el ministro, en la cual ni siquiera ha respetado el escalafón a la hora de colocar en puestos de confianza a agentes con menos galones. De hecho, hay voces en el PSOE que aseguran que la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha contribuido a agravar la relación entre Marlaska y la Guardia Civil como venganza por el hecho de que el ministro de Interior destituyera a Féliz Azón como jefe del cuerpo, un antiguo compañero de Robles y hombre de confianza de la ministra.