miércoles, 11 diciembre 2024

Pablo Iglesias resucita en campaña… y no es la primera vez

En marzo de 2019 todos daban por desahuciado a Unidas Podemos, pero el entonces alicaído Pablo Iglesias regresó por la puerta grande con un discuerso antiestablishemnt que focalizó en los medios de comunicación.

El secretario general morado culpaba a las principales televisiones de haber sido cooperadoras imprescindibles en la guerra cloaquil que el Ministerio de Interior en los tiempos del Partido Popular practicó contra sus principales rivales políticos, véase Unidas Podemos y los líderes del procés.

Más difícil lo ha tenido Iglesias en la actual campaña madrileña por la evidencia de la falta de cambios de voto intrabloques. El exvicepresidente del Gobierno ‘entró tarde’ en campaña mientras el PSOE intentaba robar votos a Cs.

Iglesias no se hizo el ofendido contra Ángel Gabilondo, que le faltó decir que no podría dormir por las noches con el de Unidas Podemos dentro del Gobierno. Más preocupado se le vio al candidato de la coalición morada cuando las encuestas evidencian que Más Madrid crece a costa de un PSOE en caída libre que no gana votos por el centro (que se van al PP).

Algunos sondeos incluso dejaban en el aire la permanencia de Unidas Podemos en la Asamblea de Madrid al otorgarle poco más de un 6% de los votos. Pero resucitó Iglesias con su especialidad de la casa: un debate político.

En Telemadrid estuvo bien…. y mejor ha estado cuando ha cambiado el marco conceptual de la campaña favorable al PP, comercios abiertos o cerrados, por uno proclive a los intereses de la izquierda: el extremismo de Vox.

La izquierda mediática se ha lanzado al calor del enfado de Iglesias contra Rocío Monasterio por sus dudas sobre las amenazas de muerte que ha sufrido el candidato de Unidas Podemos. Pero quizás lo debieran haber hecho antes con el cartel en el que Vox señala a 300 niños.

IGLESIAS CONTRA LOS MEDIOS

En esta campaña no ha habido tenso cara a cara Iglesias-Ferreras, el líder de Unidas Podemos estuvo calculadamente comedido en ‘Al rojo vivo’, pero el candidato progresista sí que ha mantenido su lucha mediática.

En este caso la ‘diana’ de sus ataques dialécticos estaba situada en la frente de Ana Rosa Quintana, a la que Iglesias se ha negado a concederle una entrevista (mientras le concedía dos a Susanna Griso y Mónica López).

AR ha culpado a Iglesias del desbarajuste de las Residencias madrileñas y el líder de Unidas Podemos le ha amenazado con demandarla tras insinuar que el contenido de ‘El programa de Ana Rosa’ incita a la violencia.

«Está bien que algunos periodistas de gran prestigio llamen al fascismo por su nombre. Esta reflexión debe llegar a las televisiones en las que se propagan los bulos y discursos que legitiman al fascismo. Si en un programa de máxima audiencia se vierten insultos y se miente, ¿cómo nos puede sorprender que se pasen de las palabras a las amenazas o a las agresiones?», dice el politólogo.

Iglesias asegura que «en democracia no todo vale: la campaña al fascismo desde ciertos poderes mediáticos debe parar de una vez». Y promete que si están «dentro del Gobierno habrá firmeza y valentía para hacer lo que hay que hacer para no consentir que los enemigos de la democracia nos la vuelvan a quitar».

Unidas Podemos y el PSOE

Las crecientes malas relaciones entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez no han afectado a la campaña madrileña y el exvicepresidente del Gobierno está manteniendo su promesa de no atacar al PSOE para contribuir a que se forme un Ejecutivo de progreso en Madrid.

En Podemos se critica a los socialistas de forma velada y en su publicación El Cable piden al Gobierno que impulse «una regulación de alquileres, tal y como establece el acuerdo de Gobierno y el acuerdo entre las fuerzas del Gobierno para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, habilitando a las comunidades autónomas y los ayuntamientos a poner un techo a las subidas abusivas de los precios del alquiler».

«La nueva ‘ley de Vivienda’ debe garantizar el derecho de acceso a los suministros básicos, acorde a la definición de vivienda digna y adecuada como aquella que incluye la eficiencia energética, el acceso a las redes de suministros básicos y demás características, así como un coste de la misma que no supere el 30% de los ingresos o la renta media, incluyendo en ese valor dichos suministros», afirman.

El propio Iglesias aseguró hace unas semanas sobre este tema de disenso entre socialistas y morados que «para ampliar el parque público de vivienda no hay que construir más (somos el país con más viviendas vacías de toda Europa), sino aprovechar el inmenso stock de vivienda inutilizada que tenemos en instituciones como la SAREB».