Poner freno al estrés, la ansiedad y la depresión es la gran prioridad para las empresas. Hay mucho en juego, de media, un 30% de la productividad. Por ello, es fundamental aumentar la motivación del personal y mejorar la actitud.
La sociedad lleva mucho tiempo enfrentándose al coronavirus. Se han tenido que modificar hábitos, adaptarse a la nueva realidad y aprender a trabajar, comunicarse y vivir a través de las pantallas. Esta situación está creando un desgaste acumulativo que está pasando factura a la salud física y mental.
Las personas están cansadas y desmotivadas, con una sensación de incertidumbre constante que puede generar síntomas de ansiedad o depresión. Lamentablemente, los casos están creciendo exponencialmente y, lo que es peor, la tasa de suicidios también se ha visto incrementada de un modo alarmante.
Es preciso recordar que la ansiedad y la depresión suponen un gasto de 23.000 millones de euros para las arcas públicas de salud. A nivel de empresa, los efectos colaterales tampoco son desdeñables: merma del rendimiento, desmotivación, bajas laborales, absentismo…, lo que se traduce en más gastos, menos ingresos y, por tanto, menos beneficios y menos empleo.
El confinamiento pilló con el paso cambiado a muchos trabajadores y empresarios, que se vieron obligados a adaptarse al teletrabajo sin disponer de los medios en muchos casos. El aislamiento forzado, la falta de socialización, la soledad, los ERES, los ERTES, la incertidumbre, la disponibilidad permanente y el miedo han acarreado no pocos problemas de concentración, pérdida de memoria… y estos se transforman en más bajas por ansiedad y fatiga. Los datos son alarmantes: durante el confinamiento el consumo de psicofármacos creció un 20%.
Afortunadamente, cada vez más empresas están poniendo el foco en la salud –mental- de sus colaboradores. Helpers Speakers es una empresa dedicada a la motivación, formación y bienestar de los empleados: “Por primera vez en estos años, estamos registrando un aumento sustancial en los programas de bienestar laboral, enfocados sobre todo en la salud mental de los trabajadores”, comenta Jesús Ripoll, cofundador y CEO de Helpers Speakers. “Sin duda, una de las conferencias y talleres más demandadas es la de Alejandra Vallejo-Nágera, ella sabe muy bien cómo tratar esa otra pandemia silenciosa: la depresión. Hay que poner freno a la ansiedad y el distress (estrés tóxico) antes de que se enquiste y se convierta en un problema prácticamente irreversible”, añade Ripoll.
Aunque existen pocos datos oficiales sobre el deterioro psicológico de los trabajadores (estas patologías no se incluyen en el catálogo de enfermedades profesionales y las bajas se computan como contingencias comunes), no hay duda de que la pandemia está afectando mucho al estado mental de las plantillas. “Es fundamental que las empresas inviertan en salud y motivación», continúa Raquel Sánchez Armán, cofundadora de Helpers Speakers, «y que pongan en marcha servicios de atención psicológica e implementen programas de formación para manejar el estrés continuado y la ansiedad”, de cara a reducir el absentismo y a intentar mitigar la desconexión emocional con la organización. Desde Helpers Speakers recomiendan los talleres de Alejandra Vallejo-Nágera “Controla el estrés y la ansiedad antes que ellos te controlen a ti”, las conferencias motivacionales de calidad, los talleres de liderazgo que potencian las habilidades humanas (las mal llamadas soft-skills) y actividades de team building, para reforzar las relaciones interpersonales, la capacidad del trabajo en equipo y el engagement de los empleados.
La mala salud mental en el puesto de trabajo afecta no solo a los empleados, sino que también repercute en el rendimiento de la empresa: baja productividad, peor atención al cliente, absentismo y presentismo (estar por estar, sin aportar nada). Además, hay que tener en cuenta otros efectos menos tangibles, como el ambiente laboral desfavorable o la incidencia en la reputación de la compañía.
Es muy importante resaltar que “empleados felices, empresas rentables”, tal como apunta Jesús Ripoll. La productividad en las empresas saludables aumenta de media en torno al 30%. Sin salud, no hay nada.