Una incapaz total llamada Ribera

Que te critiquen por no protagonizar una transición ecológica real puede ser algo previsible. Pero que el MIT, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, un referente internacional, te eleve a ejemplo de lo que no hay que hacer en política energética, no lo es tanto. Especialmente si tu cargo es el de ministra de Transición Ecológica. A Teresa Ribera se le multiplican los frentes. No solo no ha conseguido el autoabastecimiento verde por el que le dieron hasta una vicepresidencia, sino que en un momento en el que el precio de la energía ha superado con creces cotas que parecían muy lejanas se ha puesto a quemar carbón y a pedir intervenir los beneficios de las eléctricas. El resultado es que no ha sido una ministra ecológica y la transición protagonizada por la socialista ha llevado a España a pagar la energía más cara de su historia. Y como guinda del pastel, el MIT la pone como ejemplo de lo que no hay que hacer.

El desastre energético de España es épico. Tanto, que ha trascendido las fronteras e incluso ha cruzado el charco para llegar a los oídos de los ingenieros más reputados del MIT. La electricidad ha llegado a un precio de 700 euros Mw/h (para hacernos una idea, hace un año rondaba los 70 euros), España ha pronunciado más su dependencia del gas argelino y para solucionar los problemas de abastecimiento, la ministra de Transición Ecológica se ha puesto a quemar carbón todo lo que queda de 2022. Tal es el drama de la energía española que el carbón, una fuente de energía que se consideraba completamente olvidada, se ha vuelto competitiva. Total, el coste del gas está tan disparado que sale más rentable comprar ese viejo aliado de los 90.

El MIT considera que la mejor manera de gestionar a nivel energético un país es realizar fuertes inversiones en renovables. Son baratas, son inagotables y sobretodo tienen una capacidad alta de mejorar su eficiencia tecnológica. España es prácticamente todo lo contrario. A la par que el Ministerio de Igualdad anuncia una inversión de nada menos que 20.000 millones de euros en políticas feministas (la suma de los presupuestos anuales de Defensa, Sanidad, Educación y Ciencia), España viajaba a Argelia para asegurar la provisión de gas. Un elemento que es el culpable de que se pague tan cara la energía, dado el sistema de compra mayorista que rige en España.

El Instituto Tecnológico de Massachusetts insiste en inversiones en renovables, pero el Gobierno de Ribera, además de centrarse en el gas, ha intentado intervenir los beneficios de las eléctricas. Empujados por Unidas Podemos, desde el Gobierno consideran que la mejor forma de bajar el coste de la luz es tocar los beneficios de las grandes empresas energéticas. Otros han insistido en otras cuestiones como bajar tímidamente los impuestos que afectan a la electricidad. Pero el resumen es que la luz ha seguido durante un año su escalada superando los 700 euros.

Al final, el gran mérito de una ministra que ha echado de su propio ministerio a más trabajadores que los que componen su gabinete ha sido el de ser un ejemplo a no seguir por el MIT. No es que sea un Gobierno el que se inspire en su trabajo como vicepresidenta de Transición Ecológica, sino que son los ingenieros y científicos más prestigiosos de Estados Unidos los que han llegado a la conclusión de que lo que no hay que hacer es la gestión dada por Ribera. Desde el Gobierno no ven con buenos ojos la respuesta de la ministra de Transición Ecológica a la crisis energética, pues Vladimir Putin no es el culpable de que paguemos el gas argelino a precio de oro.

RIBERA HA RESUCITADO LAS CENTRALES DE CARBÓN

Los frentes son varios. Cuando la luz se disparó en 2021, la primera reacción del Gobierno fue la de bajar tímidamente los impuestos que afectan a la luz. Concretamente, se bajó el IVA al 10%. Ahora, el Ejecutivo se ha comprometido a retocar estos impuestos el 29 de marzo para que bajen también los carburantes. Pero siguiendo el hilo anterior, pese a retocar unos puntos los impuestos que afectan a la energía, la luz se disparó a los 700 euros.

Como plan B de Ribera, se sopesó el intervenir los beneficios de las eléctricas. Concretamente, se hablaba de los denominados «caídos del cielo» que tanto irritan a la opinión pública y a partidos como Unidas Podemos. Algo que no ha surtido efecto dado que el coste de la factura de la luz sigue restando poder adquisitivo a los españoles mes tras mes. Y como plan C, Ribera se ha coronado con algo a lo que no quiere dar bombo. La ministra tolerará que se siga quemando carbón para que le solucionen la papeleta y así evitar potenciales apagones y potenciales subidas de precio. Considera que no es una medida muy verde, pero necesaria. En cualquier caso, ha resucitado las centrales de carbón hasta mínimo finales de año, algo que sirve para coronar su mandato.

Desde el Gobierno, la opinión que se tiene sobre Ribera no es buena. Su carácter enturbia las opiniones. Y el desfile de altos cargos, como jefes de prensa u otros asesores, por el ministerio dan fe de ello. Sin embargo, ni siquiera su gestión es capaz de hablar de ella. Y por si fuera poco, no ha sido capaz de pasar desapercibida a nivel internacional. Podrá decir a sus nietos que salió como ejemplo en el MIT, pero no precisamente por hacer las cosas bien. Al menos, sus errores servirán para enseñar al mundo cómo no se debe actuar a la hora de gestionar un país.