El cortisol, conocido popularmente como la “hormona del estrés”, se ha convertido en un tema de conversación habitual en el ámbito de la salud y el bienestar. Producido por las glándulas suprarrenales, situadas sobre los riñones, su función es esencial: ayuda al organismo a reaccionar ante situaciones de tensión o peligro. Sin embargo, cuando su presencia en sangre se mantiene elevada por periodos prolongados, las consecuencias pueden ser mucho más serias de lo que parece. En España, donde el estrés afecta a más de la mitad de la población, comprender el papel del cortisol se ha vuelto una necesidad más que una curiosidad médica.
El fisioterapeuta Jesús Serrano, conocido por su enfoque integral del cuerpo y la mente, ha abordado este tema en el podcast ‘Comiendo con María’. En su intervención, habló sobre cómo los malos hábitos y la vida acelerada pueden disparar los niveles de cortisol, provocando lo que él denomina “estrés malo”, un tipo de tensión que enferma silenciosamente al organismo. Serrano asegura que este exceso hormonal puede manifestarse en síntomas físicos tan variados como el bruxismo, los temblores o los dolores inexplicables que muchas veces no encuentran respuesta en las pruebas médicas.
3Una tarea de equilibrio y hábitos saludables

El cortisol no es el enemigo, sino una herramienta natural del cuerpo. El problema surge cuando se mantiene alto por demasiado tiempo. Jesús Serrano insiste en que el origen de este desequilibrio suele estar en los malos hábitos: la falta de sueño, la mala alimentación, el sedentarismo o el exceso de pantallas. Todo ello crea un entorno propicio para que el estrés se convierta en algo crónico y, con él, lleguen las enfermedades. “Los malos hábitos llevan a tener un nivel de cortisol mucho más alto, y eso genera un estrés malo que hace que enferme la gente”, explica.
Por eso, los expertos insisten en la importancia de cuidar el descanso, practicar ejercicio moderado y, sobre todo, aprender a desconectar. Extremar el autocuidado no es un lujo, sino una necesidad para equilibrar el cortisol y proteger la salud física y mental. Porque, como recuerda Serrano, detrás de cada dolor o síntoma inexplicable puede esconderse una tensión emocional que el cuerpo lleva tiempo intentando comunicar. Entenderlo y actuar a tiempo es, quizás, el primer paso para recuperar la calma y volver a escuchar lo que nuestro cuerpo lleva tiempo diciendo en silencio.