Colesterol suele ser una palabra que escuchamos casi sin darnos cuenta, hasta que un día aparece en un análisis y empieza a marcar la pauta de cómo debemos cuidarnos. Cuando el colesterol se dispara y se suma a una tensión elevada o a unos niveles de azúcar que ya no están donde deberían, el cuerpo empieza a mandar señales que es necesario escuchar. Lo bueno es que, aunque estos tres factores de riesgo viajan juntos con demasiada frecuencia, también responden muy bien a algo tan cotidiano como lo que metemos en el tupper para comer cada día.
El colesterol, cuando se controla con constancia, deja de ser ese enemigo silencioso que complica el panorama cardiovascular. Y es ahí cuando entra en juego la dieta mediterránea, que no es solo un concepto idealizado, sino una herramienta real para mantener a raya el LDL, favorecer el HDL y mantener estables tanto la tensión como el azúcar. Los expertos en salud insisten en que lo que ponemos en el tupper de lunes a viernes marca más la diferencia de lo que solemos pensar. Si elegimos bien, podemos evitar sustos y, de paso, sentirnos con más energía y menos pesadez.
2El aceite de oliva y la trampa de la sal
El aceite de oliva virgen extra merece un lugar fijo en cualquier tupper orientado a controlar el colesterol, pero también la tensión y los niveles de azúcar. Aunque debe usarse en cantidades moderadas, su efecto protector es indiscutible gracias a los ácidos grasos mono y poliinsaturados. Este “oro líquido” ayuda a subir el HDL, a bajar el LDL y a estabilizar los triglicéridos, algo que repercute directamente en el riesgo cardiovascular y en la sensación general de bienestar.
Sin embargo, de poco sirve elegir buenos alimentos si se cae en la trampa de la sal. La OMS recomienda no superar los cinco gramos al día, una cifra que se rebasa con facilidad cuando tiramos de procesados, embutidos, conservas o snacks. Para el tupper, lo ideal es apostar por productos frescos y sazonar con especias, hierbas aromáticas o cítricos. Ese simple cambio mejora la tensión arterial y reduce inflamación sin renunciar al sabor, un equilibrio que siempre agradece el corazón.






