De hijo de Carmina Ordóñez a vivir con 160 euros al mes: Julián Contreras desahuciado y arruinado tras fracaso de su restaurante

La vida de Julián Contreras ha pasado de los focos y las portadas a la supervivencia diaria con apenas 160 euros al mes. El hijo menor de Carmina Ordóñez, que en su juventud disfrutó de la popularidad televisiva y el respaldo de una familia mediática, hoy enfrenta una realidad marcada por la ruina y el desahucio.

Julián Contreras se convirtió en protagonista involuntario de la crónica social tras el cierre de su restaurante Pura Gula, un proyecto que nació con ilusión pero que pronto se convirtió en símbolo de su ruina. Desde entonces, su vida ha estado marcada por embargos, mudanzas forzadas y la enfermedad de su padre, que padece una degeneración ocular. En medio de todo, ha confesado que con lo poco que ingresa apenas puede sobrevivir, dejando claro que su situación es más dura de lo que muchos imaginaban.

El hijo de Carmina Ordóñez ha intentado reinventarse en varias ocasiones, pero cada paso ha terminado en polémica o fracaso. Tras abandonar Madrid por problemas con su casera, se instaló en Córdoba, donde trata de rehacer su vida lejos de los focos. Sin embargo, las deudas con Hacienda y los recuerdos de un negocio fallido siguen pesando sobre él, alimentando la percepción de que Julián Contreras es un ejemplo de cómo la fama no garantiza estabilidad económica.

DE LA GLORIA A LA RUINA EN TIEMPO RÉCORD

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El restaurante Pura Gula fue su gran apuesta en 2015, ubicado frente al Palacio de Hielo de Madrid. La idea era fusionar gastronomía moderna con un ambiente exclusivo, pero la falta de experiencia y la presión mediática acabaron con el proyecto en pocos meses. Julián Contreras reconoció que el cierre fue un golpe devastador, dejando tras de sí una deuda que marcaría el resto de su vida.

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La ruina del negocio no solo afectó a su bolsillo, sino también a su imagen pública. De ser un joven con aspiraciones empresariales pasó a convertirse en protagonista de titulares sobre fracasos y embargos. La hostelería, que parecía su tabla de salvación, se convirtió en el inicio de una etapa oscura, reforzando la idea de que la mala gestión puede hundir incluso a quienes parten con notoriedad mediática. Más detalles sobre su trayectoria se pueden consultar en Carmen Ordóñez.

EL PESO DE LAS DEUDAS Y LOS EMBARGOS

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Tras el fracaso empresarial, llegaron los embargos. Hacienda reclamaba cantidades pendientes y los acreedores presionaban sin descanso. Julián Contreras confesó en entrevistas que apenas podía afrontar los gastos básicos, reconociendo que vivir con 160 euros al mes era su única realidad.

Las deudas no solo lo dejaron sin liquidez, también lo empujaron a pedir ayuda pública. En redes sociales compartió su situación, buscando solidaridad entre sus seguidores. Aquella exposición mediática generó críticas y apoyos, pero sobre todo mostró la crudeza de su día a día, convirtiendo su historia en un espejo de la fragilidad económica que puede golpear a cualquiera.

EL DESAHUCIO QUE LO CAMBIÓ TODO

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Uno de los episodios más duros fue el enfrentamiento con su casera en Madrid. Según trascendió, dejó una deuda de unos 30.000 euros, lo que derivó en un desahucio que lo obligó a abandonar la vivienda en la que residía junto a su padre enfermo. Ese momento marcó un antes y un después, dejando claro que Julián Contreras había perdido incluso el techo bajo el que refugiarse.

El traslado a Córdoba fue más una huida que una elección. Allí buscó un entorno más tranquilo, lejos de los platós y las polémicas. Sin embargo, la sombra del desahucio lo persigue, y cada entrevista revive aquel episodio que simboliza su caída. Para muchos, su historia es la de un hombre que pasó de la comodidad a la precariedad en cuestión de años, demostrando que la fama no protege de los problemas más básicos.

EL PADRE, LA ENFERMEDAD Y LA RESPONSABILIDAD

En medio de su propia ruina, Julián Contreras ha tenido que lidiar con la enfermedad degenerativa de su padre, que afecta gravemente a su visión. Esa carga emocional y económica ha sido otro obstáculo en su intento de rehacer su vida. Él mismo ha contado que cuidar de su padre es una prioridad, aunque eso suponga renunciar a oportunidades laborales que podrían aliviar su situación.

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La responsabilidad familiar ha reforzado la imagen de un hombre atrapado entre la ruina personal y la obligación de cuidar a los suyos. En entrevistas ha reconocido que, pese a todo, no se arrepiente de estar al lado de su padre. Esa faceta más íntima y humana ha generado empatía en parte del público, recordando que detrás del personaje mediático hay una persona con cargas reales.

LA FRACTURA CON SUS HERMANOS

Otro capítulo doloroso ha sido la distancia con sus hermanos, especialmente con Francisco Rivera. Las tensiones familiares han sido públicas y han añadido más peso a su aislamiento. Julián Contreras ha lamentado esa falta de apoyo, dejando entrever que la soledad es otro de los grandes enemigos en su vida actual.

La ruptura con sus hermanos ha reforzado la sensación de que su caída no solo es económica, sino también emocional. Sin una red familiar sólida, ha tenido que enfrentar la precariedad prácticamente solo. Esa falta de respaldo ha sido señalada por muchos como un factor clave en su incapacidad para salir adelante, mostrando que la ruina no se mide solo en dinero, sino también en vínculos rotos.

ENTRE LA POLÉMICA Y LA ESPERANZA

A pesar de todo, Julián Contreras no ha dejado de intentar reinventarse. Ha participado en programas de televisión, ha escrito libros y ha buscado nuevas oportunidades. Sin embargo, cada intento ha terminado en polémica o fracaso. Él mismo ha llegado a decir que en prisión viviría mejor que en su situación actual, una frase que refleja la crudeza de su realidad y el nivel de desesperación que arrastra.

Hoy, instalado en Córdoba y alejado de los focos, trata de encontrar un nuevo rumbo. Su historia es la de un hombre que pasó de la fama a la precariedad, de los platós a la supervivencia diaria. Y aunque el futuro es incierto, sigue siendo protagonista de titulares que mezclan morbo y empatía, recordando que la vida puede cambiar radicalmente en cuestión de años.

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