No es un Cordon Bleu, ni un escalope ni tampoco un cachopo asturiano. Los San Jacobos reivindican su propia personalidad, que no es otra que carne rebozada con poco misterio pero mucho éxito. Aunque casi en cada región tiene alguna particularidad, hoy nos atrevemos a recomendarte una receta sencilla y unos trucos para que te salgan tiernos por dentro y crujientes por fuera. ¿Te animas?
1Su origen
Hay varias teorías acerca del origen de este alimento. La más curiosa sitúa el origen de los San Jacobos en torno al Camino de Santiago. De hecho, según parece este era el plato de lujo con el que se agasajaba a los peregrinos que habían realizado algún acto heroico a lo largo de su caminar. Semejante manjar era perfecto para personas normalmente hambrientas y extenuadas que les servía tanto para reponer fuerzas como para poder guardarlo y llevarlo consigo en la mochila (o el morral si nos remontamos en el tiempo). Sin embargo, diferentes instituciones gastronómicas y culturales gallegas dicen que no hay ninguna evidencia que sostenga esta teoría, por lo que se cree que el San Jacobo en realidad es de origen andaluz.