Los sanitarios madrileños están colapsados. La pandemia ha puesto al límite toda la Sanidad española y ha dejado entrever a los buenos y malos gestores, pues han surgido figuras dentro de la administración que han destacado mientras otras se han hundido día a día. Este es el caso de Ana Dávila y Juan González Armengol, respectivamente. La que fue viceconsejera de Asistencia Sanitaria, cargo que ahora ocupa Armengol, dejó el listón tan alto que el actual viceconsejero ni se ha molestado en intentar subirlo. Mientras Dávila se fajaba directamente con los problemas que aquejaban a la asistencia sanitaria madrileña, Armengol ha sacado su divo interior para buscar la forma de ascender en el plano político y convertirse en una pop star de la pandemia que se lleve el mérito de otros, tal y como deslizan las fuentes consultadas por MONCLOA.com. A cualquiera que se le pregunte dentro del Servicio Madrileño de Salud solo tiene clara una cosa: la diferencia entre Dávila y Armengol es abismal.
La diputada de la Asamblea de Madrid ha dejado un buen recuerdo en la sanidad de la autonomía. Su gestión en plena pandemia y con todos los españoles confinados en sus casas para doblegar la curva fue digna de elogio, pues directamente las fuentes consultadas por este periódico aseguran que «añoran» a Dávila y no dejan de resaltar el trabajo que hizo al frente de la viceconsejería de Asistencia Sanitaria. Ella entendió que su trabajo era técnico y no político y así lo desempeñó desde el primer momento. Nadie comprende que pasó por la cabeza de quien tomara la decisión en la Comunidad de Madrid de apartar a la exviceconsejera. Pero lo hecho, hecho está.
La diferencia llega de la mano de la estrella mediática Juan González Armengol. Recientemente se publicó en este medio que el actual viceconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid tiene una ambición suficiente como para intentar comportarse como el propio consejero. Es curiosa su intención de crear un comité que siga el día a día de la pandemia y que todos las mañanas reporte a los madrileños cómo ha evolucionado la curva de contagios con una especie de Fernando Simón como portavo. Por supuesto, ese Simón sería el propio Armengol y a nadie le cabe duda dentro de la Consejería que lo hace por ambición política.
Su ambición es un tema en el que no quieren entrar demasiado las fuentes ni ningún trabajador de la sanidad madrileña, pero donde sí entran es en su labor y su forma de desempeñar su cargo. Armengol no tiene, parece, ninguna intención de fajarse contra la pandemia a nivel ejecutivo. Solo quiere luces, cámaras y protagonismo, pero siempre que le vayan a ver un número determinado de madrileños. Fuentes consultadas aseguran que «ha perdido el pulso del día a día» y que la escasa presencia del viceconsejero es por videoconferencias. Vamos, que se ha hecho amigo de Zoom para gestionar de un plumazo lo que menos interés le suscita mientras busca que los medios de comunicación (y en especial las televisiones) acudan todos los días a escuchar su reporte en caso de que se convierta en el coordinador y portavoz de ese ansiado comité sanitario pandémico que quiere conformar estos días.
Las fuentes insisten en que Armengol, desde que ha llegado al cargo recientemente, está centrado en su figura política, pero no se ha dado cuenta (o lo ignora) de que en realidad el puesto de viceconsejero de Asistencia Sanitaria implica una gestión técnica y del día a día, no política. Ha entendido que su posición puede ser un trampolín para acceder a un puesto aún mejor dentro de la Comunidad de Madrid, sea en la Consejería de Sanidad o en otro lugar.
Afortunadamente para Armengol, el hecho de que la curva de contagios en la Comunidad de Madrid siga en pleno descenso ayuda a la ambición política del viceconsejero de Asistencia Sanitaria. Al menos no deja entrever la mala o buena gestión que pueda hacer desde su cargo Juan González Armengol. En cualquier caso, la percepción entre los sanitarios madrileños que tienen o deben tener trato con él no es buena. Están hartos de que alguien que debería estar fajándose con los problemas reales de los sanitarios mire hacia arriba en busca de una posición mejor. No es un trampolín.