miércoles, 11 diciembre 2024

El Gobierno se prepara para hundir el precio de los coches diésel

Recaudaron muy poco en materia de impuestos medioambientales. El Gobierno ha asegurado que solo en 2020 se hicieron con 1.311 millones de euros. Una miseria comparado con las expectativas (y necesidades) de este Ejecutivo. Por eso 2022 será su año y se preparan para sacarte hasta el hígado vía impuestos eco. La idea es subir 0,10 céntimos el precio del litro de gasoil el año que viene y aumentarlo progresivamente hasta límites insospechados (fuentes del Ejecutivo hablan de que les gustaría subirlo hasta 0,70 céntimos). El problema es que el efecto colateral que ya asumen desde la Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor, Reparación y Recambios (Ganvam) es que el precio de los vehículos se muevan por este combustible caerá en picado hasta el punto de que podrás comprarte un vehículo premium a precio de un utilitario básico.

Que subirán 0,10 céntimos el litro de diésel el año que vienen lo tiene claro desde el Gobierno. Lo que aún no se atreven a confirmar es si mantendrán su idea inicial de elevarlo hasta 0,70 céntimos de aquí a 2025. Esto último no lo tienen del todo seguro, pues el comentario soltado tiene más forma de globo sonda que de intención clara. En cualquier caso, subir solo diez céntimos el litro tirará los precios de los vehículos diésel y hará que tanto los ciudadanos como los concesionarios de compraventa pierdan grandes cantidades de dinero. Un chollo eco que solo traerá pérdidas en todos los sentidos.

Los concesionarios se comerán la mayor parte de los coches diésel y tendrán que tirar los precios para poder deshacerse de una máquina que estará parada y con poca demanda, una tesis que comparte con MONCLOA.com Jaime Barea, director corporativo de Ganvam. Y los ciudadanos que quieran cambiar su viejo diésel por un híbrido, verán cómo estos concesionarios les pagan dos duros por el coche. Si no tiene salida, el concesionario no lo querrá. Y si lo compra será porque su precio será ridículo. Quién sabe, igual Land Rover o Toyota ven cómo sus vehículos premium que en su momento contaron con un precio de salida superior a los 100.000 euros se venden al precio de un Dacia Logan. En cualquier caso, las pérdidas están aseguradas con este plan del Gobierno.

Que los precios del diésel caerán ya se está viendo. De hecho, palabras como las de ministros socialistas en las que aseguran que el gasoil tiene «las horas contadas», tampoco ayudan a mantener el precio de los diésel estable. De momento solo son intenciones, pero desde el PSOE sostienen que en 2022 empezará la recaudación eco, que se basará en imponer tasas a las empresas que más contaminen, en poner peajes en todas las autopistas y autovías y en elevar 0,10 céntimos el precio del combustible diésel. El problema es que estos impuestos que buscan recaudar más serán pan para hoy y hambre para mañana. Pues si se consume menos combustible diésel, al final todo se quedará en tablas o incluso en menos recaudación. Mal negocio.

Jaime Barea tiene claro que pese a que los concesionarios tienen cierta flexibilidad para adaptarse al mercado de oferta y demanda

Jaime Barea tiene claro que pese a que los concesionarios tienen cierta flexibilidad para adaptarse al mercado de oferta y demanda, lo cierto es que habrá muchas pérdidas económicas. Los coches diésel que tienen ahora a la venta caerán de precio (probablemente menos que lo que ellos pagaron por el vehículo, por lo que no habrá margen de beneficio). Y los que quieran acudir a estos concesionarios a deshacerse de su viejo diésel, verán como estos comercios les darán cuatro duros por estos coches que no tendrán salida en el mercado. Pero lo que de verdad es absurdo para Barea es la motivación que lleva al PSOE a imponer este impuesto.

Según el director corporativo de la Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor, Reparación y Recambios, un diésel nuevo (al menos del 2018 en adelante) contamina lo mismo que un gasolina nuevo. Los motores están mucho más trabajados y las emisiones son idénticas. Según Barea, lo que habría que trabajar es en los diésel antiguos, que son los vehículos que sí contaminan más que los gasolina, no gravar el combustible como tal. Demonizar el gasoil no tienen ningún sentido si lo que se pretende es reducir la contaminación, pues lo que genera más o menos partículas nocivas es el tipo de motor y lo refinado que esté en base a la normativa, no el combustible como tal. Y en esta tesis trabajan quienes están de acuerdo con reducir la contaminación desde el sentido común y sin generar pérdidas.

En cualquier caso, no hay que olvidar que estamos en un panorama de crisis en el que la deuda se ha disparado y los impuestos eco son una buena excusa para el PSOE para recaudar más. Si para ello tienen que tocar el bolsillo de la mayoría, se toca. No hay que olvidar que en España de los 23,89 millones de turismos que hay circulando por las carreteras, 14,97 millones son diésel, según los datos ofrecidos por el Gobierno. Sin embargo, desde 2018, en España se venden cada vez menos diésel.

EL EFECTO BOOMERANG

A todo esto hay que añadirle un efecto inesperado que podría romper la dinámica esperada por el Gobierno. El hecho de que los precios de los coches diésel vaya a caer en picado es una realidad incuestionable. Cuanto más suba el precio del combustible, más baratos serán los coches. Esto hará que se llegue a una situación algo estrambótica, pues se podrán comprar coches que de origen eran muy caros y coqueteaban con el lujo por el precio de un Dacia (sea cual sea). Pero como en toda dinámica, es posible que esto genere un efecto rebote que haga que, ante los chollos que aparecerán en los concesionarios, los precios del diésel vuelvan a subir un poco hasta cierto límite.