«Se está saltando la Constitución». Esta es la afirmación que comparten algunos jueces y los partidos políticos españoles casi en su totalidad. El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, se ha negado a renovar el Consejo General del Poder Judicial y esto ha irritado a más de uno. Jueces, partidos y la propia Comisión Europea no comprenden por qué el líder popular se permite el lujo de decir «no» a la renovación del CGPJ cuando lleva en funciones desde diciembre de 2018. La presión crece y los argumentos de Casado flaquean dejando entrever la verdadera razón por la que se niega a nombrar nuevos vocales. Desde el PP insisten en que lo hacen porque no se puede «confiar» en el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y aseguran que cederán si el PSOE plantea una reforma del sistema de elección de jueces que deje esa decisión en el propio órgano de la justicia. Sin embargo, la mayoría de los que conocen a Casado aseguran que su estrategia va más allá y que pretende esperar a que se celebren elecciones para conseguir más peso parlamentario para tener más representación en el CGPJ e incluso decidir quien sustituye al presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes.
La Comisión Europea ha comparado a España con Polonia. Y la culpa la tiene Casado. Didier Reynders, comisario de Justicia de la UE, ha dejado clara su postura. «La elección de los magistrados es un problema en Polonia, pero también en España», ha comentado este miércoles Reynders. Al mismo tiempo, Bruselas ha dejado claro que es necesario meter mano al CGPJ de una ve por todas y ha vuelto a emitir un informe en el que urge al Gobierno y a los partidos políticos españoles a renovar el CGPJ cuanto antes. Aún así, Casado se permite el lujo de no renovar el Consejo porque sigue insistiendo en que no se puede fiar de Sánchez, entre otras cosas, por la concesión de los indultos.
Los partidos políticos también están francamente sorprendidos con la actitud de Casado. La Constitución dice que cada cinco años hay que renovar los vocales del CGPJ y al presidente del Tribunal Supremo. Pero por primera vez en 40 años, un líder político se ha plantado y se niega a hacerlo porque no parece que le viene bien a sus intereses. No hay un solo partido (a excepción de Vox) en todo el elenco parlamentario que no se sorprenda ante la decisión unilateral de Casado y, sobretodo, ante la falta de consecuencias para un PP que hace lo que considera. Al menos es lo que deslizan algunos jueces que no comprenden cómo llevan dos años y medios en funciones. El propio Consejo lo pide, pero Casado sigue sin ceder y ni se plantea hacerlo.
Las presiones de Bruselas son poco eficientes. Llegan más a través de los medios de comunicación que de la propia Comisión. Las quejas del Congreso resbalan a un Casado que no tiene ninguna intención de dar un paso hasta que se recupere a nivel parlamentario y pueda presionar aún más para tener más vocales conservadores. Pero lo que sí que preocupa en el PP es el hartazgo de los propios magistrados. La mayoría de los jueces está de acuerdo con la idea de que sean ellos quienes designen a los vocales y al propio presidente o presidenta del Tribunal Supremo. Sin embargo, también insisten en que no es lícito saltarse la Constitución «a la torera» porque a Casado no le venga bien. Y en este punto, hay populares que sí que han mostrado a este medio su preocupación.
Didier Reynders ha advertido de que la única vía para mejorar la imagen de la justicia española es reformando el CGPJ. Bruselas también. Pero el PP sigue guardando silencio. Los populares reconocen que no es una cuestión solo de forma. Vamos, insisten en que pese a que todos comparten la idea de reformar el sistema de elección de jueces, prácticamente nadie en la judicatura ve con buenos ojos que el presidente popular se niegue en rotundo a renovar el órgano de los jueces porque no le viene bien a nivel electoral.
Este sentir de los jueces es cada vez mayor y preocupa en Génova porque saben que la intención de su líder es mantenerse así hasta las próximas elecciones. No hay posibilidad alguna de que el presidente popular responda a las presiones de la UE, de los partidos políticos y de los jueces para hacer lo que le toca como agente de Estado. La lectura que hacen algunos «casadistas» en Génova es que si ya han aguantado dos años y medio, ¿por qué no aguantar los dos restantes y conseguir más diputados para negociar en una posición de ventaja? El problema de esta estrategia es el «efecto rebote» que podría tener que Casado se mostrara dispuesto a hablar sobre nuevos vocales una vez tenga más peso parlamentario. El PSOE no tiene pinta de que fuera a bailarle el agua porque lo consideran «juego sucio».