Sánchez aprovecha el caso Pegasus para quemar a Margarita Robles y salvar el apoyo nacionalista

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha visto el cielo abierto. Al igual que hizo con varios de sus ministros en junio de 2021, el líder socialista volverá a soltar lastre para salvar los muebles de cara a los independentistas. El apoyo de ERC y los nacionalistas vascos es capital. Y el espionaje con un software espía a los independentistas ha puesto en riesgo la relación que sustenta a Sánchez en el poder. Lo que cuentan las fuentes internas del Gobierno es que el presidente ha decidido sacrificar a Margarita Robles y echarla a los leones para conseguir contentar a sus socios de Gobierno. La clave es culpar a Robles del espionaje para así evitar asumir responsabilidades. Pese a que el escándalo ha salpicado a todo el Gobierno, empezando por el presidente, Sánchez quiere sacrificar a Robles para así evitar que la gangrena llegue a la Moncloa.

El enfado en Defensa es importante porque ven cómo Moncloa está decidida a cargarles todas las culpas con tal de salvar al presidente del Gobierno. El uso de Pegasus contó con los permisos judiciales pertinentes y aún no está del todo claro hasta qué punto Sánchez era consciente de los pasos que dio el CNI para vigilar a los líderes del procés. La mayoría de las fuentes coinciden en que el presidente no sabía lo que ocurría bajo sus pies, pero insisten en que Sánchez no está dispuesto a asumir ningún tipo de responsabilidad en este escándalo que ha sacudido los cimientos del Ejecutivo. En su lugar, desde Moncloa han urdido una estrategia simple que pasa por culpar a Robles de todo lo que pase. La ministra de Defensa ha tenido el talante suficiente como para no levantar la voz, pero el enfado en su ministerio es más que notable porque ven que el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, les ha convertido en el chivo expiatorio. El nuevo.

No es la primera vez que Sánchez juega al ajedrez con sus ministros para conseguir salvar los muebles y dar alas a su continuidad. En junio del año pasado, Sánchez echó a varios ministros (sorprendiendo a más de uno con unas llamadas inesperadas en las que le comunicaba que ya no contaría con ellos en el Ejecutivo) con el único objetivo de quitarse el lastre de la gestión de la pandemia. A nivel interno, el PSOE más cercano a Sánchez celebró la decisión de echar a personajes como el exministro de Justicia Juan Carlos Campo. Entendieron que habían mejorado en las encuestas por la decisión y celebraron el movimiento más digno de una partida de ajedrez que de política del presidente. Ahora le toca a Robles sufrir las consecuencias y dar la cara por el presidente.

Esta afirmación la repiten como papagayos prácticamente todos los que le conocen

El líder del Ejecutivo tiene «poca empatía». Esta afirmación la repiten como papagayos prácticamente todos los que le conocen. No solo porque no tenga problema en fulminar a quienes han estado junto a él en los momentos más difíciles, sino porque no es capaz de entablar relaciones de amistad estrechas con sus compañeros de trabajo. Robles es consciente de esto y siempre ha actuado con cierta autonomía en el Gobierno. De hecho, ha sido la única que ha tenido el carácter suficiente como para decir «no» a Sánchez cuando la quiso llevar a la Comunidad de Madrid. El problema es que ahora se ha visto atada de pies y manos cuando ha visto que Moncloa ha tomado la decisión irrevocable de culpar a Robles de todo lo ocurrido con el espionaje de Pegasus a los líderes del procés.

La ministra de Defensa es consciente de que es un objetivo goloso para los separatistas. La simpatía que despierta en la derecha es directamente proporcional al rechazo que genera en la izquierda. ERC y Bildu harán todo lo posible por verla fuera y Sánchez no opondrá resistencia si a cambio de la cabeza de Margarita obtendrá el apoyo de los nacionalistas. Robles sabe que, al menos, si Sánchez la fulmina le dará una salida digna, no como hizo con la primera oleada de ministros a los que echó del Consejo.

La ministra se ha convertido en víctima de la política letal de Sánchez

Desde Defensa afirman con contundencia que Sánchez persigue su cabeza. El mercado persa de la política ha llevado al presidente a plegarse a las exigencias de ERC y de EH Bildu empezando por incluirles en la comisión de secretos y acabando por negociar la forma de echar a Robles antes de las próximas elecciones. La ministra se ha convertido en víctima de la política letal de Sánchez. Robles, precisamente por su peso político, se ha convertido en diana considerables veces

ERC y EH Bildu no son los únicos que han olido sangre. Unidas Podemos y sus exdirigentes más ilustres como Pablo Iglesias, exvicepresidente del Gobierno, han tirado la casa por la ventana y están presionando con todo lo que tienen para que Robles deje el Consejo de Ministros. Que Podemos se lance a por la ministra no es nuevo, pero que lo hagan todos los socios de Gobierno de Sánchez sí que pone en riesgo a la conocida ministra de Defensa. Especialmente porque Sánchez no antepondrá la lealtad de Robles a su supervivencia política. Eso seguro.