Isabel Rodríguez se vuelve la «sombra» de Pedro Sánchez y genera recelos en Moncloa

La ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, se huele los cambios que vienen. La portavoz del Gobierno no goza de la misma confianza de Moncloa en cuanto a sus formas se refieren. No al menos para cuestiones de narrativa. El Ejecutivo quiere cambiar su discurso frente al Partido Popular y sobretodo cambiar la estrategia que hasta ahora han seguido de la mano de Isabel Rodríguez. El plan de Pedro Sánchez pasa por endurecer el discurso a la par que quieren inflar la división entre la derecha con la suerte de que ha entrado una nueva actriz política que puede ayudar a fragmentar más el voto conservador. Dentro de toda esta dinámica, Isabel Rodríguez se ha pegado al presidente del Gobierno de tal forma que ha generado incluso recelos entre quienes acompañan a diario al líder socialista. Se huele los cambios y quiere acercarse al presidente, pero parece que en Moncloa tienen clara la estrategia.

Si Pedro Sánchez tiene una entrevista, la sombra de Isabel Rodríguez siempre le acompaña ante las miradas indiscretas de los asesores del presidente del Gobierno que siempre hacen de muletas del líder socialista. Esta dinámica es relativamente nueva. Hasta ahora, no era muy normal ver a la portavoz del Gobierno como la sombra de Pedro Sánchez. Bastante tenía con la portavocía y con las labores de su ministerio. El problema es que los últimos mensajes han repercutido en la ministra porque ahora tiene claro que la quieren fuera de juego. No fuera del Consejo de Ministros, pero sí fuera de las cámaras de vídeo. Pedro Sánchez quiere mano dura y los mensajes de Isabel Rodríguez han seguido una línea positivista que quieren dejar atrás. Esto sin entrar en que la idea principal es dividir a la derecha con un nuevo tono. Y a Isabel Rodríguez no la ven para esta tarea.

La idea que tienen en Ferraz es la de apartar a Isabel Rodríguez tan pronto empiece el año que viene para endurecer el discurso contra un Alberto Núñez Feijoo que va lanzado en las encuestas. Cuando colocaron a la ministra de Política Territorial al frente de la portavocía querían simplemente endulzar la imagen del Ejecutivo golpeado por la inflación y las consecuencias de la pandemia. El problema es que las encuestas que llegan a Moncloa no son buenas y ya hablan de dar un volantazo para cambiar la tendencia.

No solo quieren endurecer el discurso. Fuentes de Moncloa insisten en que quieren un perfil más similar al de José Luis Ábalos, al menos en cuanto al tono se refiere, al mismo tiempo que pretenden ahondar en las diferencias de la derecha. Por primera vez en mucho tiempo hay más de un partido de derechas en la parrilla. No solo Macarena Olona va a montar una nueva formación que amenazará a Vox, sino que el propio partido de Santiago Abascal y el de Alberto Núñez Feijoo podrían perjudicarse el uno al otro si el PSOE hace bien su trabajo. Y para esta tarea no han encontrado hueco a Isabel Rodríguez, la actual portavoz «Mr. Wonderfull» del PSOE.

Este cambio de estrategia también está enmarcado en la crisis de Gobierno que el Ejecutivo quiere llevar adelante más pronto que tarde. Para el PSOE es una cuestión de urgencia. Es absolutamente necesario revertir las encuestas porque el PP pisa fuerte y amenaza con sumar los números necesarios para arrebatarle la Moncloa al presidente del Gobierno. Los ideólogos que han tomado la decisión de apartar a Isabel Rodríguez no son demasiados, pero sí que están liderados por un Félix Bolaños, ministro de Presidencia de Gobierno, que ha tomado las riendas de la situación y de la crisis.

Apartar a Isabel Rodríguez de la portavocía tiene matices. No lo pretenden llevar a cabo por el hecho de que ya no goce de la confianza del presidente. La ministra aún tiene galones suficientes para mantenerse al frente de Política Territorial. La razón es puramente estratégica y no tiene que ver con una cuestión de confianza. Félix Bolaños la quiere apartar, pero no como le gustaría hacer con otros ministros o ministras, sino que simplemente la quiere en otra función porque no ha llevado a cabo su cometido de forma «satisfactoria».