El PSOE de Pedro Sánchez maneja peores encuestas que las que se publican: «Caemos de 100»

El Gobierno maneja encuestas muy dramáticas. Técnicamente, Pedro Sánchez coquetea con convertirse en el Pablo Casado del PSOE y hacer que el partido baje de los 100 diputados. Los sondeos son malos. Los que manejan en Ferraz al menos son pésimos dadas las expectativas que tiene el partido. De hecho, fuentes de este partido aseguran que incluso las encuestas publicadas por el diario El País, en manos de Miguel Barroso, se maquillan lo suficiente (sobretodo los gráficos) para evitar reflejar la realidad más dura para el PSOE: perderán más de veinte diputados como mínimo cuando se celebren las elecciones generales y Yolanda Díaz irrumpirá con fuerza en el parlamento.

Lo que pretendía Pedro Sánchez no ha salido. Esa idea de que el PSOE no se desgastara nada con la presencia de Unidas Podemos en el Ejecutivo no ha evitado el desgaste de las siglas rojas. Sea como sea, lo cierto es que la única reforzada tras cuatro años de Gobierno es y ha sido Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo. Las encuestas son malas, pero el problema es que hay quien entiende que Pedro Sánchez se ha convertido en un líder tan desgastado que amenaza con conseguir los peores resultados de la historia del Partido Socialista, título que, por cierto, ya ostenta.

El presidente del Gobierno no quiere ni oír hablar de las encuestas, pero en Ferraz han saltado todas las alarmas por el hecho de que lo que le pasó a Pablo Casado acecha a los socialistas. Es duro para el partido, pero en Moncloa intentan contener vía CIS y vía El País la imagen de que el PSOE tiene unos sondeos que pronostican un batacazo tremendo. Tanto es así, que en caso de que el Partido Popular no sume con Vox, Yolanda Díaz no se haría solo con cuatro ministerios, sino con muchos más dadas las cifras. Hay sondeos internos que hablan de 90 diputados para el PSOE y cerca de los 60 para Sumar. Con estas imágenes de brocha gorda la idea es prácticamente un Consejo de Ministros partido: algo que ha hecho que salte el pánico en algunos despachos.

Esta información sobre los tracking internos viene directamente desde Ferraz y está guardada con celo desde Moncloa y filtrada con avidez desde el propio partido. El problema es que no habrá ningún cambio. Pedro Sánchez seguirá al frente. Y no solo eso. También controlarán la campaña electoral desde el entorno del presidente pese a no conocer del todo el sentir general. Sin embargo, lo que aseguran estas mismas fuentes de Ferraz es que da la sensación de que el presidente ya está centrado en su próximo reto: presidir la Comisión Europea.

PEDRO SÁNCHEZ, A EUROPA

En Moncloa lo tienen claro: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no acabará la legislatura si es que consigue ser investido de nuevo. Hace meses que el mandatario español presumía en su entorno privado de que su siguiente salto sería el de ser presidente de la Comisión Europea, pero ahora que ha conseguido convertirse en el líder de la Internacional Socialista, los comentarios jocosos en una cena o una comida entre compañeros de trabajo se han convertido en una obsesión para Sánchez. Ahora no solo lo ve posible, sino que además cree que está muy cerca de que en Europa le vean como un gran gestor capaz de sustituir a Ursula von Der Leyen. La mala noticia es que hay quien en el PSOE ve que Sánchez no está demasiado empeñado en conseguir la victoria en las próximas elecciones generales. 

Las fuentes de la Moncloa aseguran con contundencia que Sánchez “da por amortizado su paso por España”. La presidencia de Gobierno no tiene ningún atractivo para el socialista y ya tiene el ojo puesto en Europa. Las consecuencias de que el líder del Ejecutivo se haya fijado como objetivo ser el próximo presidente de la Comisión Europea (aunque no se cierra a otras opciones) han sido importantes en el partido. No solo se ha dedicado a buscar mejorar su imagen más personal y política en el concierto internacional llegando a la cabeza de la Internacional Socialista “por aclamación”, sino que además ha puesto a toda la maquinaria engrasada por sus asesores a preocuparse por llevar al presidente a una agenda que le relacione con la jet set de la diplomacia. El nivel de obsesión llega a tal punto que el presidente dio la orden a los suyos en la cumbre del G-20 de Indonesia de que buscaran con decisión una foto suya con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Y si había que recortar una imagen, se hacía con tal de dar aplomo a la imagen del socialista.