El Gobierno ‘oculta’ su miedo navideño: que la gasolina se dispare a cerca de los 2€ el litro

Todos lo estamos viendo cuando paramos en una gasolinera a llenar el depósito. El Gobierno es consciente de la tendencia alcista del coste del carburante desde que arrancó el periodo estival, pero los informes que tiene el Ministerio de Transportes no son precisamente alentadores. El coste del litro de gasolina ya supera en muchas estaciones de servicio los 1,70 euros. Y el diésel tampoco se está quedando atrás. Esta realidad se achaca a las vacaciones, a las sanciones y a los clichés de siempre, pero lo cierto es que fuentes del Gobierno han confirmado que temen que la gasolina se dispare por encima de los dos euros el litro cuando nos acerquemos a invierno. La incertidumbre empuja a más de uno a pensar que es posible que haya que volver a esos descuentos de 0,20 euros por litro.

Evidentemente tampoco ayuda la inestabilidad política que golpea el país para que el Gobierno afronte con entereza esta tendencia alcista de los precios de la gasolina y el diésel. La excusa de la guerra de Ucrania y las sanciones ya están tan manidas que en el PSOE temen que una nueva oleada de quejas por el alza de los precios pueda condicionar los últimos pasos del partido para poder gobernar. Pero lo cierto es que a esto hay que añadirle un miedo real en la formación a que tengan un nuevo problema social si el carburante supera los dos euros el litro. Los más optimistas del Ejecutivo creen que en septiembre volverán a bajar los precios, pero desde MONCLOA.com hemos podido hablar con socialistas que creen que la tendencia alcista puede seguir hasta invierno.

El mayor miedo que se respira en el Ministerio de Transportes no es precisamente el que se pueda generar por el descontento social de la ciudadanía, sino las consecuencias en forma de huelga que puedan materializar los transportistas. Un precio desbocado del carburante afecta directamente a un sector que no teme bloquear las carreteras. Y el que la gasolina y el diésel lleguen a cotas similares a las de 2022 es una realidad perfectamente probable que no descartan ni los más optimistas del Gobierno. De momento, este mes de agosto el precio de la gasolina se ha elevado un 19,3%, y el del gasóleo un 2,9%. Unos datos que no ayudan a pensar que todo vaya a caer de aquí a unos pocos meses. 

Parar a echar gasolina se empieza a convertir en un gesto especialmente incómodo. Pero más lo es para el Ministerio de Transportes cuando mira a Italia. No solo la experiencia vivida con el alza del coste de la gasolina y el diésel atemoriza a algunos socialistas que ven cómo todo se puede descontrolar. El que Italia haya que tenido que tomar medidas intervencionistas para evitar la especulación de las petroleras porque en algunas autopistas el coste del carburante ya supera los dos euros el litro hace que más de un socialista esté planteándose qué harían ellos en caso de que esta realidad se apodere de las carreteras españolas. Y esto sin tener en cuenta que para el año que viene ya se está hablando de los peajes afamados.

LOS PEAJES ACOMPAÑAN A LA GASOLINA

El Gobierno se ha comprometido con la Comisión Europea a imponer los peajes en 2024 y ahora tienen claro que deben maquillar la forma de cobro. En la campaña electoral, Pedro Sánchez primero dijo que esto era un bulo. Después aseguró que intentaría evitar las tasas por el uso de carreteras y ahora directamente hablan de convertir el cobro de los peajes en algo «original» que no se asemeje al pago tradicional, con la barrera y los puestos que extienden la mano para recoger el dinero. Los dos escenarios que manejan en el Ministerio de Transportes, según fuentes del Ejecutivo, es el poner una pegatina en el parabrisas que lea los kilómetros recorridos y cobre en consecuencia o directamente cobrar a todos los españoles una tasa anual que quede bien oculta.

El Gobierno quiere paliar las consecuencias de unos peajes que ya están comprometidos. De hecho, estas mismas fuentes socialistas dejan claro que, tras comprometerse con la Comisión Europea a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), no quiere afrontar un tirón de orejas de Bruselas en forma de multa o sanción económica. El miedo a que no imponer los peajes salga mucho más caro al Gobierno ha puesto a los altos funcionarios del Ministerio de Transportes a intentar llegar a un acuerdo para que el cobro de los peajes sea lo suficientemente ingenioso como para que no genere descontento social. De momento están inspirados tanto en las pegatinas de la DGT como en impuestos como el de tracción mecánica, que llega en forma de carta a tu casa y no tienes la percepción directa de que pagas por el uso de las carreteras, pero todavía la teoría está muy verde.