Religioso en Bombay: «El coronavirus en India supera cualquier película de terror»

La ONG de la Iglesia católica Manos Unidas ha advertido de la situación «desesperada» que se está viviendo en estos momentos en la India debido al coronavirus, que los socios locales de la organización describen como peor que «una película de terror».

«El país está ahora mismo en una situación desesperada. Nuestros socios locales, que también están sufriendo en primera persona los trágicos efectos de esta nueva variante del virus, nos informan de hospitales totalmente desbordados y de enfermos que se acumulan a la entrada de los centros hospitalarios a la espera de que se ‘libere’ una cama», relata el coordinador de proyectos de Manos Unidas en Asia, Ramón Álvarez.

Desde Bombay, en el estado de Maharashtra, el padre Rolvin de Mello, sacerdote salesiano y socio local de Manos Unidas, lamenta que la situación que están viviendo en India con esta segunda ola del coronavirus «supera cualquier película de terror que se pueda imaginar».

Estoy seguro de que los datos que se están dando a conocer en los medios de comunicación no responden a la realidad. Yo salgo cada día a la calle y, por lo que me encuentro a cada paso, estoy convencido de que la cifra de positivos de Covid es infinitamente más elevada, al igual que el número de muertos», declara el salesiano.

El padre De Mello, a pesar de que en los últimos días ha perdido a varios de sus familiares y tiene que hacerse cargo de sus hermanos de congregación enfermos, no deja de salir a la calle para socorrer a los más necesitados.

«Hay personas muriendo en los pasillos de los hospitales y, literalmente, en las calles. Hay una gran escasez de medicamentos y de camas hospitalarias y una gran falta de oxígeno. Veo gente corriendo en todas direcciones. Gente que, desesperadamente, intenta salvar a sus seres queridos», relata.

El religioso indio, que dirige el Centro don Bosco de la ciudad de Bombay, lleva desde el inicio de la pandemia trabajando para paliar las consecuencias de la emergencia entre los sectores de población más vulnerables y asegura que no puede describir con palabras lo que he estado presenciando en esta segunda ola de Covid.

Para el padre de Mello, la situación solo mejorará si el Gobierno toma cartas en el asunto de manera inmediata, pero, en su opinión, esto no va a suceder porque «están más ocupados con las campañas políticas para ganar las próximas elecciones en cuatro grandes estados». A su juicio, este interés en «mantener la popularidad» fue lo que «llevó al gobierno a permitir que se concentraran 2,6 millones de personas en la celebración de un acto religioso sin observar la más mínima medida de prevención».

De la misma opinión es el director de los Servicios Sociales del CMI (Congregación de los Carmelitas de María Inmaculada), padre Tiju Mankottil, en el estado de Chattisgarh, otro de los más afectados por la segunda ola de la pandemia, para quien la principal razón del incremento de casos radica en el desconocimiento, las arraigadas creencias religiosas y las celebraciones, además de «la inadecuada respuesta médica para frenar la propagación del virus».

El director de los Servicios Sociales del CMI alerta de lo que puede suceder cuando el virus llegue a las zonas rurales donde la cobertura sanitaria es casi inexistente. «Dado que las dos terceras partes de la población india habita en zonas rurales, la batalla para hacer frente a la pandemia se presenta allí muy complicada», ha advertido.

Además, señala que el nuevo confinamiento decretado está incrementando el sufrimiento de las comunidades más desfavorecidas en el campo y en la selva. «Las personas con trabajos precarios, que cobran al día, van a tener que enfrentarse al hambre porque, además, el confinamiento afecta a los sistemas de abastecimiento públicos con el consiguiente aumento de los precios», denuncia el padre Mankottil.

También avisa que la llegada a las comunidades de personas que retornan desde las ciudades, a las que acuden en busca de trabajo, es un riesgo añadido para los aldeanos. «Algunos han establecido puestos de control improvisados y no dejan que los forasteros entren en sus aldeas», explica el religioso.

En este contexto, plantea diferentes iniciativas. «Debemos convertir la crisis global en una oportunidad para atraer y retener a los jóvenes de las aldeas. Estamos trabajando con los campesinos para que busquen diferentes opciones para hacer frente a la crisis: cultivar hortalizas en sus granjas y criar animales», propone.

Manos Unidas está trabajando de manera directa con sus socios sobre el terreno. «La situación es tan alarmante y desesperada que, como sucedió al inicio de la pandemia el año pasado, estamos adaptando nuestros proyectos para hacer frente a las necesidades más inmediatas», explica Ramón Álvarez.

Para ello, según expone el coordinador de proyectos de Manos Unidas en Asia, están autorizando que parte de los fondos de proyectos que tienen en marcha se utilicen para la compra de medicamentos que ayuden a paliar las necesidades más inmediatas de las comunidades más vulnerables.

«Nuestros socios están redoblando sus esfuerzos enfatizando en las comunidades más afectadas la importancia del distanciamiento social y la higiene, ya que en los últimos meses se habían relajado por una falsa sensación de seguridad», explica.

Desde que comenzó la pandemia, Manos Unidas ha aprobado 36 proyectos de emergencia por importe de 378.000 euros, destinados a paliar las consecuencias del coronavirus entre los sectores de población más vulnerables de India. Además, se ha autorizado el cambio de actividades en 105 proyectos para cubrir las necesidades sobrevenidas con la pandemia.