La flamante jefa de gabinete de Teresa Ribera, la tercera en lo que va de legislatura, no ha tenido que estar más de tres meses para conocer la razón por la que sus predecesores abandonaron el cargo o fueron cesados fulminantemente. Cuando entró Amparo Fernández en el Ministerio de Transición Ecológica, los pocos funcionarios que han sobrevivió al huracán Ribera la miraron con pena. Las pizarras en las que se realizan apuestas clandestinas sobre cuánto durará comenzaron a funcionar y a poco de que empiece el «duro invierno» que pronosticó la ministra de Defensa, Margarita Robles, Amparo ya sabe lo que son las garras de Teresa Ribera. Sin embargo, lo peor de todo es que hay voces en el ministerio que señalan su «poca experiencia» en la materia y aseguran que es solo experta en temas de turismo. Y con todo esto, las apuestas sobre cuánto se mantendrá en el cargo están inclinándose en contra de Amparo.
De momento, su trabajo se ha limitado a seguir con una carpeta a la ministra. El mal carácter de Teresa Ribera, sobradamente conocido en el Congreso de los Diputados, se dejó entrever al poco de ser nombrada jefa de gabinete después de que el anterior huyera. Sin embargo, Amparo aguantó con mano izquierda para ver si podía coger el punto a la vicepresidenta. En los primeros meses, la directora de gabinete se reunió junto con la vicepresidenta del Gobierno con algunos representantes de las petroleras que tienen negocio en España. También ha mantenido algunos momentos tensos en referencia a ver cómo afrontar el invierno e incluso han peleado con la UE por las exigencias de ahorrar energía por solidaridad con otros países como Alemania que afrontan un invierno aún más duro que el español. Pero lo cierto es que no lleva ni tres meses en el cargo y las críticas ya se han dejado entrever especialmente señalando que no tiene mucha idea de la materia que trata. Ella es «experta» en turismo. Nada más.
Las apuestas en esa pizarra que esconden los funcionarios de Transición Ecológica son 10 a uno contra los intereses de Amparo. Nadie se cree que alguien que es experta en turismo vaya a aguantar lo que resta de legislatura con los ataques de nervios de la vicepresidenta del Gobierno. Aún así, es cierto que la ministra tiene el ojo de Moncloa puesto sobre ella porque no pueden «tolerar» tener a una vicepresidenta quemando directores de gabinete como si fueran cerillas cada vez que se le antoja. El gran problema, según fuentes del Gobierno, es la proximidad. Estar cerca de Teresa es igual que estar al lado de una hoguera: no tardas en quemarte. Y con el actual nivel de presión, estrés y tensión de Teresa Ribera, no hay socialista que no huya cuando la ve por el pasillo.
Marc Pons es el último refugiado político de Teresa Ribera. Parece que su huída hacia adelante en Baleares le ha llevado a una recuperación paulatina y ya puede hablar del trauma de haber sobrevivido tantos meses junto a Teresa. Desde el Gobierno aseguran que la confianza de Moncloa en la vicepresidenta está tan deteriorada que incluso destacan que la prohibieron defender el decreto de ahorro energético en el Congreso para poner en su lugar a Raquel Sánchez, ministra de Transportes. Todo esto no ha ayudado a amansar a la fiera y la vicepresidenta ahora tiene una nueva y verde víctima sobre la que descargar toda esa presión.
Amparo ha sido criticada porque entienden que no tiene experiencia para lo que se exige, aunque desde el Ministerio de Transición Ecológica aseguran que es más necesario alguien con paciencia, espaldas anchas y psicología para llevar a la ministra antes que eficiencia. Según su currículum, Amparo es «licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (1988), Fernández pertenece al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado (CSACE), en la rama jurídica, donde ingresó en 1990». Desde entonces, todo su trabajo se ha centrado en el turismo, por lo que no sabe lo que es un proceso de transición ecológica. Esta falta de currículum ha sido muy mencionada en el ministerio, pero todo parece indicar que su supervivencia vendrá dada por la exigencia de Moncloa de que no haya más ruido.
Marc Pons se recupera. Y Amparo ha comenzado a sufrir las consecuencias de una ministra a la que le han quitado incluso el Twitter dadas sus continuas salidas de tono. Pero lo que está claro es que la carrera de Amparo Fernández será corta y nada dilatada. Si consigue aguantar hasta noviembre de 2023, magnífico por ella. Pero las malas lenguas ya aseguran desde el Ejecutivo que Pedro Sánchez tiene intención de fulminar a Teresa Ribera en enero.