Juan Carlos Monedero exprime el último año de legislatura para hacer lobby (y forrarse) en América Latina

Juan Carlos Monedero se ha convertido en el Cristóbal Colón de la nueva era, con sus frecuentes viajes a América Latina, promoviendo su ideología progresista y aprovechar los últimos meses de la legislatura del Gobierno de Pedro Sánchez para sacar el máximo partido a las influencias que tiene Podemos dentro del Ejecutivo, para hacer lobby en los países con gobiernos de izquierda.

La más reciente parada del ex líder del partido morado fue en México, otro enclave del socialismo latinoamericano, para dar una charla en la charla del seminario «Luchas y Resistencias» en una sesión especial sobre gobiernos progresistas en Europa y América Latina, donde habló durante más de una hora sobre historia y movimientos sociales de épocas anteriores.

La semana pasada también se paseó por Brasil, para ver, en vivo y en directo cómo el ex presidente Luis Inacio «Lula» Da Silva resultaba vencedor en la primera vuelta de las elecciones de ese país, donde el presidente Jair Bolsonaron buscaba la reelección y el líder del Partido de los Trabajadores, que era ampliamente favorecido no pudo obtener los votos suficientes para certificar su triunfo y tendrá que medirse en una segunda vuelta que se celebrará el próximo 30 de octubre.

Todo parece indicar que Juan Carlos Monedero ha caído en cuenta sobre el poco tiempo que le queda a la legislatura, y que las influencias que tiene Podemos dentro del Gobierno se agotan, por lo que su rol como lobista en América Latina, donde ha hecho negocios durante las últimas dos décadas, vendiendo sus discursos ideológicos, podría estar por agotarse, pues una vez que terminé el gobierno de Pedro Sánchez, Podemos se quedará sin ministerios dentro del Ejecutivo y ya no habrá cómo vender «favores» a los países latinos, don gobiernos de izquierda, que ven a España como un aliado para hacer negocios y mantener relaciones políticas.

Hay que recordar que ya desde antes de 2005 Juan Carlos Monedero comenzó a merodear por aquel continente, tras la llegada de Hugo Chávez al poder, en Venezuela, en 1998, hasta que finalmente se instaló en el país caribeño durante por lo menos cinco años, como parte de los asesores de confianza que tuvo el dictador venezolano. Por aquella época tenía línea directa con el difunto mandatario y tuvo la responsabilidad de formar, ideológicamente, a los círculos bolivarianos del chavismo, que posteriormente se convirtieron en los grupos armados que tenía el régimen venezolano, para amedrentar a la población.

Este año, el ex líder de Podemos también se dio su pasada por Colombia, donde cayó directo a celebrar el triunfo de el ex guerrillero Gustavo Petro, quien se convirtió en el primer presidente de izquierdas en ganar unas elecciones en ese país. Allá estuvo el día de la juramentación y hasta reconoció que se había conmovido, hasta las lágrimas, al se testigo de un hecho histórico, porque obviamente, sabe que este triunfo le podría suponer los mismo «beneficios» económicos que le reportó el chavismo durante muchos años.

No en vano, a estas alturas, la justicia española todavía tiene en la mira a Juan Carlos Monedero por las investigaciones que se han abierto para tratar de dilucidar si él o quienes lo acompañaron en el proceso de formación de Podemos recibieron financiamiento irregular por parte del chavismo, en la época en que estuvo como asesor de Hugo Chávez.

Quid pro quo

Toda la retórica del ex líder de Podemos en todos estos países donde la izquierda se ha instalado no es más que la oportunidad de obtener unas cosas a cambio de otras. Por un lado él se «promociona» como asesor progresista, con la «experiencia» de lo que la izquierda Europea vende como programa exitoso, y por el otro «vende» sus influencias dentro del Gobierno y aprovecha estos contactos para filtrar su ideología, alimentando a los movimientos más radicales del progresismo latinoamericano, que ya lleva dos décadas enquistado en la región y que solo ha sumido a los países en situaciones de más atraso, crisis y corrupción.

A Juan Carlos Monedero el rédito político que le generan todos estos encuentros con el tercer mundo le sirven, porque la inminente salida de Podemos del Gobierno supondrá la pérdida de influencia y poder, pero al mercadearse como una de las cabezas de estos movimientos progresistas en Europa, evidentemente los dividendos económicos son apenas una de las consecuencias lógicas de todo el trabajo y la labia que va promocionando en cada uno de estos viajes a los países americanos donde la izquierda sigue captando ingenuos y cambiando «espejitos» ideológicos, a cambio de la sumisión, la pobreza.

Todos estos periplos de Juan Carlos Monedero lo han convertido en «la hucha que camina por América Latina», tal como reza el cántico popular de la izquierda latinoamericana que entonan haciendo referencia a la espada de Simón Bolívar y el recorrido que hizo durante muchos años por ese continente.