Ione Belarra le da la «paga» a Sergio García Torres para que trabaje por 3º vez en la legislatura

La ministra de Derechos Sociales ha decidido darle la paga a Sergio García Torres, su director general de derechos animales. Por primera vez en lo que va de legislatura, el director general ha concedido algo de dinero para lo que debería haber sido su función desde que entró en el cargo. Concretamente, Sergio García Torres ha destinado 1.994.841,52 euros a entidades que se dedican a la protección animal. Una partida muy esperada, pero que en muchos casos ha sido calificada por fuentes de las protectoras como escasa. En cualquier caso, estos 1,9 millones están destinados «para el desarrollo de actividades de recogida, custodia y cuidado de animales de compañía, tales como gastos de traslado de animales abandonados, tratamientos veterinarios, mejora de instalaciones», además de otros gastos. Es la tercera vez que trabaja en lo que resta de legislatura.

Sergio García Torres ha conseguido varias cosas, como sacar adelante la ley de Bienestar Animal, que prevé fuertes cambios, especialmente para los cazadores, o lanzar esta subvención. El problema es que ha tardado nada menos que tres años en empezar a hacerse notar. Hasta ahora, Sergio García Torres se había limitado a reunirse con asociaciones para lanzar promesas que nunca se cumplían, pero ahora ha conseguido poner en marcha alguna que otra medida para justificar esa dirección general que se inventaron y que no había existido hasta ahora.

«Las subvenciones se destinan a sufragar los gastos que hayan de afrontar las entidades de protección animal en el año 2023, en el ejercicio de su actividad del auxilio y cuidado de animales domésticos y de compañía abandonados, independientemente de su especie, y que estén o hayan estado en custodia de la entidad de protección animal o en colonias felinas controladas», detalla la letra pequeña de la ayuda. Aún así, se trata de una ayuda aplaudida pero considerada como insuficiente por quienes realmente se dedican al bienestar animal. De todas formas, es digno de elogio el gesto de la dirección general de Sergio García Torres. Parece que solo le han hecho falta tres años para ponerse las pilas. El horizonte electoral no será una excusa.

El problema de esta ayuda es que es anual. Esta cifra es la que llegará a todas las protectoras y todas las entidades que luchan por el bienestar animal a lo largo de este año. No habrá más dinero. Y esto hace complicado el hecho de que estas asociaciones puedan levantar cabeza con la ayuda de la administración. 1,9 millones para todas las entidades del país, a repartir, es una cantidad relativamente escasa si se tiene en cuenta la labor que realizan y el gasto que supone.

LA LEY DE BIENESTAR ANIMAL

Tiene puntos fuertes y puntos flojos, pero lo cierto es que la Ley de Bienestar Animal ha venido para quedarse. Tras dos años de «duro» trabajo de Sergio García Torres, director general de Derechos de los Animales, la Ley de Bienestar Animal ha enfilado su tramo final para entrar en vigor. Los más damnificados por esta ley son, como era de esperar, los cazadores. Hay otros colectivos como aquellos que fomentan la cría ilegal de perros o gatos que también saldrán mal parados. Pero lo cierto es que los cazadores son los más perjudicados por una norma que castigará especialmente el maltrato animal. En concreto, las rehalas, esa forma de caza que pasa por llevar una buena cantidad de perros para rastrear y matar posteriormente a la presa, estarán vigiladas con lupa dado que hay varios artículos de la ley a los que podrían aferrarse los agentes para empapelar al cazador. Y desde las asociaciones de caza ya han puesto el grito en el cielo por el hecho de que no les dejen disfrutar de su deporte favorito.

La Ley de Bienestar Animal contempla, para empezar, que todos los animales que contribuyen al proceso de caza con rehala están sujetos a la norma, por lo que no hay forma de que los cazadores puedan esquivar las consecuencias penales que acarrearía el presunto maltrato animal. La ley define un animal doméstico como aquel «mantenido por el ser humano, siempre que su tenencia no tenga como destino su consumo el aprovechamiento de sus producciones cualquier uso industrial cualquier otro fin comercial lucrativo y que pertenezca a una especie que esté incluida en el listado positivo de animales de compañía». Con esta lectura, los cazadores no podrán considerar a sus perros de rehala como una herramienta para un fin, lo que habían hecho hasta ahora.