Ahora mismo, el Ayuntamiento de Madrid es un autĂ©ntico polvorĂn a punto de estallar. Por un lado, están todos los «monchitos» que esperan encontrar un buen puesto en las listas por orden de Isabel DĂaz Ayuso para «vigilar» todo lo que se haga en Cibeles. Y por otro, todos los actuales concejales que saben que tienen muertos en el armario y que pueden salir por la puerta de atrás en cuanto se publique algĂşn contrato o algĂşn exabrupto que les marque. El problema es que a un par de meses de las elecciones estas puñaladas y estos peloteos a las personas clave se han multiplicado por diez con vistas al inminente anuncio de la lista electoral. Y lo más curioso de todo es que el alcalde, JosĂ© Luis MartĂnez-Almeida, tiene poco que decir.
Desde trabajadores del grupo municipal hasta los propios concejales han convertido Cibeles en un autĂ©ntico mercado persa. Todos venden favores, intercambian promesas y buscan la forma de colocarse ellos mismos en las listas. Ahora mismo lo peor que le puede pasar a alguien con pretensiones a sobrevivir en la polĂtica no es otra cosa que el que salga su nombre en la prensa. Si alguien aparece como concejal antes de que anuncien las listas, Sol lo fulminará. Y si alguien con posibilidades de repetir aparece con algĂşn escándalo en Internet, desaparecerá al más puro estilo de la KGB. Todo esto ha hecho que lo nervios estĂ©n a flor de piel y que los actos polĂticos del PP de Madrid estĂ©n repletos de apretones de mano y risas que no buscan otra cosa que afianzar un puesto en las listas del Ayuntamiento de Madrid.
Son muchos los que desde la Comunidad de Madrid quieren aterrizar en Cibeles, ahora que está bajo el control estricto de Isabel DĂaz Ayuso y ahora que Almeida no tiene ni voz ni voto. Directores generales, asesores e incluso personas cercanas a Isabel DĂaz Ayuso están a la espera de que todo salga bien y de que les coloquen en las listas. Estas personas que insisten encarecidamente en que no se refleje su nombre en ninguna parte son los primeros que se presentan en todos los actos del PP de Madrid con apretones de manos y par de besos para afianzar su futurible.
Donde está la cara B de todo esto es en los actuales concejales de Madrid. Dado que todos excepto Inmaculada Sanz han mantenido un perfil equidistante e incluso «casadista» en plena guerra del PP todos saben que están en una posiciĂłn delicada. Cualquier publicaciĂłn negativa o complicada de uno de ellos puede suponer su caĂda de las listas. No todos irán fuera, pero todos están en la cuerda floja (excepto Inmaculada Sanz). Y las cuchilladas que se esperan entre unos y otros son claves porque cuanto más espacio haya más posibilidades hay de mantenerse a flote en la polĂtica y en el Ayuntamiento. Este mismo drama se ha aplicado al grupo municipal. Hubo directores generales y altos cargos de Cibeles que se dedicaron a trufar el grupo con asesores de su confianza y ahora todos estos están en el punto de mira. La purga será enorme, pero de momento están en una fase de supervivencia.
Ya se han dejado ver algunas puñaladas en forma de contratos. TambiĂ©n se han dejado ver los concejales que se quieren quitar de en medio en Cibeles. Y tambiĂ©n se ha dejado ver los que se postulan al Ayuntamiento de Madrid, sin tener en cuenta a quienes están fuera y han recibido promesas de puestos bien pagados con poco trabajo al frente. Quedan dĂas para que se sepan los que van y los que no. Y hay muchos que pasarán de Sol a Cibeles. Solo los consejeros están con las palomitas viendo las puñaladas que se están dejando ver.