O una pegatina en el parabrisas o una tasa anual: el Gobierno estudia la forma de cobrar los peajes

El Gobierno se ha comprometido con la Comisión Europea a imponer los peajes en 2024 y ahora tienen claro que deben maquillar la forma de cobro. En la campaña electoral, Pedro Sánchez primero dijo que esto era un bulo. Después aseguró que intentaría evitar las tasas por el uso de carreteras y ahora directamente hablan de convertir el cobro de los peajes en algo «original» que no se asemeje al pago tradicional, con la barrera y los puestos que extienden la mano para recoger el dinero. Los dos escenarios que manejan en el Ministerio de Transportes, según fuentes del Ejecutivo, es el poner una pegatina en el parabrisas que lea los kilómetros recorridos y cobre en consecuencia o directamente cobrar a todos los españoles una tasa anual que quede bien oculta.

El Gobierno quiere paliar las consecuencias de unos peajes que ya están comprometidos. De hecho, estas mismas fuentes socialistas dejan claro que, tras comprometerse con la Comisión Europea a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), no quiere afrontar un tirón de orejas de Bruselas en forma de multa o sanción económica. El miedo a que no imponer los peajes salga mucho más caro al Gobierno ha puesto a los altos funcionarios del Ministerio de Transportes a intentar llegar a un acuerdo para que el cobro de los peajes sea lo suficientemente ingenioso como para que no genere descontento social. De momento están inspirados tanto en las pegatinas de la DGT como en impuestos como el de tracción mecánica, que llega en forma de carta a tu casa y no tienes la percepción directa de que pagas por el uso de las carreteras, pero todavía la teoría está muy verde.

Es un plan muy interesante para los socialistas porque hablan del cobro de 5.000 millones de euros. Este dinero no es que sea excesivamente atractivo para el Gobierno, pues se han acostumbrado a que el crédito fluya, pero lo cierto es que el miedo a una multa de Bruselas ha empujado a Transportes a buscar unas alternativas que también sopesan cobrar más a quienes más contaminen, al igual que se ve con las pegatinas. Este sistema primero que se plantean, el de colocar unos dispositivos que lean las cámaras para luego controlar los kilómetros recorridos en autopistas o autovías, está avanzado, pero no lo suficiente como para decir que se vaya a imponer. En cualquier caso, llama la atención cómo se está esforzando el Ministerio de Trabajo en maquillar la forma de cobro y no tanto en pelear el no imponer los peajes obligatorios.

El otro problema añadido es que lo de los peajes ya no depende del Gobierno o del color político que haya dentro de la Moncloa. De hecho, desde el Ministerio de Transportes aseguran que los peajes es algo que viene de Bruselas que se impondrá sí o sí independientemente de que esté el Partido Popular o el PSOE en el Ejecutivo. La única consecuencia que se espera en Ferraz es que Pere Navarro no vaya a renovar como director general de Tráfico por el patinazo que ha tenido al reconocer en público que se impondrían los peajes cuando el presidente del Gobierno estaba asegurando ante los medios de comunicación que eso de pagar por el uso de todas las autopistas y autovías españolas será una realidad impuesta sí o sí.

De momento, la otra alternativa que gana peso es la de cobrar una tasa anual por el uso de las carreteras. Sería algo similar a lo que hacen con el impuesto de tracción mecánica los ayuntamientos. Una carta que llegue a casa con una tasa que llegue a rellenar esos 5.000 millones que el Gobierno espera recaudar cada año.