El Papa Francisco se convirtió en el primer líder de la Iglesia Católica en asistir a la cumbre del G7, integrada por las siete democracias más desarrolladas del mundo.
Durante la cumbre, el Pontífice aprovechó su intervención para hacer un llamado a la regulación de la inteligencia artificial y solicitó la prohibición de las armas autónomas.
Francisco, de 87 años, llegó en helicóptero desde el Vaticano al lujoso resort de Borgo Egnazia en la región de Apulia, donde se desarrolla la cumbre.
En presencia de líderes como la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, anfitriona del encuentro, el Papa describió la IA como un «instrumento fascinante y tremendo». Entre los asistentes también se encontraban el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el presidente francés, Emmanuel Macron, y los mandatarios invitados Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil y Javier Milei de Argentina.
«Es crucial reconsiderar el desarrollo y uso de dispositivos como las armas autónomas letales y prohibir su implementación», enfatizó Francisco, añadiendo que «ninguna máquina debería decidir jamás sobre la vida de un ser humano».
La cumbre también abordó las tensiones con China, con los líderes del G7 instando a Pekín a cesar el suministro de componentes bélicos a Rusia y a adherirse a las normativas internacionales de comercio. Además, se condenaron las incursiones chinas en el Mar de China Meridional y se acusó a China de competencia desleal en sectores emergentes como el de los paneles solares y los vehículos eléctricos.
1‘Algor-ética’, la propuesta del papa Francisco
En la misma sesión, Lula abogó por una «gobernanza internacional e intergubernamental de la inteligencia artificial» que incluya a todos los Estados.
La intervención del Papa, quien impulsa el concepto de «algor-ética» (ética de los algoritmos), subraya la necesidad de una acción política urgente para regular la IA y abordar las inequidades sociales que podría exacerbar.
La cumbre también incluyó críticas a Venezuela por retirar la invitación a la Unión Europea para observar las elecciones presidenciales programadas para el 28 de julio. Asimismo, surgieron tensiones entre Italia y Francia debido a la omisión de una referencia al derecho al aborto en la declaración final, a la que Italia se oponía firmemente.
