Las compras por internet se han convertido en una costumbre para millones de españoles, ofreciendo comodidad y un catálogo casi infinito al alcance de un clic, pero no todo es un camino de rosas. ¿Quién no se ha encontrado alguna vez con un producto que no cumple las expectativas, una talla incorrecta o, simplemente, ha cambiado de opinión tras recibir el paquete? Es en ese momento cuando surge la temida pregunta: ¿Y ahora qué? La perspectiva de enfrentarse a engorrosos procesos de devolución y, peor aún, a posibles costes adicionales, frena a muchos consumidores, pero la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) nos recuerda que tenemos derechos.
La clave para navegar estas aguas con éxito y sin que nuestro bolsillo se resienta reside en conocer un «truco» que, en realidad, no es tal, sino un derecho fundamental amparado por la ley. El derecho de desistimiento es esa herramienta poderosa que nos permite devolver la mayoría de las compras online sin tener que dar explicaciones y, fundamentalmente, sin incurrir en gastos de devolución si se actúa correctamente, un conocimiento que transforma la experiencia de comprar por internet y nos empodera como consumidores. Desvelamos cómo ejercerlo eficazmente, siguiendo las pautas de la OCU para que las devoluciones dejen de ser un quebradero de cabeza.
3FOTOGRAFÍA, VÍDEO Y SENTIDO COMÚN: EL BLINDAJE CONTRA DISPUTAS

Uno de los puntos más conflictivos en las devoluciones online suele ser el estado en el que se retorna el producto. Para evitar problemas, la OCU aconseja encarecidamente documentar el estado del artículo antes de empaquetarlo para su devolución, tomar fotografías detalladas o incluso un breve vídeo del producto y de su embalaje puede ser nuestra mejor baza si la empresa alega daños o un uso indebido. Este simple gesto puede marcar la diferencia entre una devolución aceptada sin problemas y una disputa que nos genere estrés y posibles pérdidas económicas, especialmente con productos de cierto valor.
Asimismo, es fundamental devolver el producto con todos sus accesorios, manuales y, a ser posible, en su embalaje original, aunque este último punto no debería ser un impedimento si el embalaje se dañó al abrirlo, siempre que el producto esté intacto. Lo que la ley exige es que el producto se devuelva en condiciones que no impidan su posterior venta como nuevo o, en su defecto, reacondicionado, un uso que no vaya más allá de la mera comprobación de su naturaleza, características y funcionamiento. El sentido común debe imperar: si probamos una prenda, no debemos quitarle las etiquetas; si es un electrodoméstico, una prueba funcional es suficiente, sin un uso continuado que evidencie desgaste.