Con los recientes estudios científicos desde diferentes partes del mundo, el nutricionista Dr. Gonzalo Martínez ha desmontado el mito sobre un grupo de alimentos que hasta hace poco eran considerados como negativos para la salud. Sin embargo, estas teorías se quedaron en los años 90, cuando las personas eliminaban la mantequilla y el huevo de la dieta sin saber que son superalimentos.
El Dr. Martínez afirma que «debemos cambiarnos el chip y actualizarnos con los nuevos avances de la dieta, no es posible que todavía existan nutricionistas tratando de demonizar estos superalimentos que mejoran la salud». El experto en nutrición ha compartido los alimentos que dicen ser «malos» pero son muy beneficiosos para mejorar tu bienestar general, si los integras a tu dieta de forma consciente.
ALIMENTOS QUE INTENTARON DEMONIZAR PERO SON SALUDABLES

Uno de los principales alimentos que más se demonizó en la nutrición de los 90 fue el huevo. Catalogado como una comida que podía saturarte de colesterol. Sin embargo, en la actualidad es considerado como uno de los factores que más aceleran el metabolismo. Esto se debe a que los huevos son ricos en proteínas, colina y vitamina B, ideales para fortalecer el funcionamiento de la tiroides. Además, te ayudan a reparar el músculo después del ejercicio y promueven la quema de grasa.
Si sufres o sospechas que eres de metabolismo lento, con solo agregar el huevo a tu dieta es suficiente. Por ejemplo, en el desayuno lo puedes incluir como una tortilla. El huevo se recomienda mucho para transformar tu cuerpo en una máquina metabólica. Solo basta con consultar a tu nutricionista de confianza, para encontrar el mejor plan de comidas que se adapte a tus necesidades.
PROTEÍNA ANIMAL Y VEGETAL: ¿CUÁL ES MEJOR?

El debate sobre si la calidad de la proteína animal es superior a la vegetal, es infinito. Sin embargo, cuando se trata de obtener proteína, la carne magra, el pescado azul y los huevos destacan por brindar en una sola porción, todos los aminoácidos esenciales para el buen funcionamiento del organismo. Y es que esto no lo he sacado de cualquier publicación; resulta que investigaciones en Nutrients (2023) confirman que la proteína animal es fuente superior. En tal sentido, esto la convierte en el factor clave para desarrollar un buen tono muscular y reforzar el sistema inmunológico, gracias a los siguientes nutrientes que aporta:
- Zinc
- Colina
- Selenio
- Hierro hemo
- Vitamina B12
- Vitamina A (Retinol)
- Ácidos grasos omega-3 EPA y DHA
La diferencia radica en saber elegir las fuentes de proteína y por supuesto, consumir las cantidades diarias requeridas. El consumo de carne, pescado y huevo es indispensable en tu dieta. De esta forma, los virus otoñales que están al acecho seguirán de largo. Por su parte, las fuentes de proteína vegetal como garbanzos, quinoa y lentejas son las más potentes para «casi» igualar la calidad de la proteína de origen animal. Esto se debe a que muchas son incompletas y requieren de combinaciones de otros alimentos para aprovechar las ventajas. Mientras que los pescados grasos como el salmón, son una fuente de proteína que también es rica en omega-3, un plus para la salud cardiovascular.
EL CHOCOLATE NO ES MALO
Los expertos en nutrición aseguran que el cacao posee propiedades antioxidantes que liberan a tu organismo de los radicales libres y mejora la apariencia de la piel. Además, el chocolate estimula la hormona de la felicidad, es imposible dejarlo por fuera del menú, la clave es controlar las porciones. Por su parte, el café orgánico puede mejorar la salud del hígado y disminuir el riesgo de depresión.
Incluso, reduce el riesgo de enfermedades como el Parkinson, el Alzhéimer y la Diabetes tipo 2. Si bien es cierto que tomar café en exceso es malo, en dosis moderadas es bueno para la mayoría de las personas. Lo ideal es no beberlo al despertarte sin antes tomar agua, esto es clave, ya que tu organismo se encuentra alerta y al incluir más adrenalina tu energía se desploma antes de salir del trabajo. Lo idea son dos tazas al día y antes de las 15: 00 h, de esta forma evitas el insomnio que produce tomar café muy tarde.
LA MANTECA DE CERDO ES UN SUPERALIMENTO
A pesar de que por muchos años se demonizó el uso de la manteca de cerdo por promover el aumento del colesterol, en la actualidad es un mito que los expertos en nutrición han desmontado. Resulta que la manteca de cerdo es una de las fuentes de grasa animal más saludos que puedas integrar a tu dieta. Esto se debe a que no contiene grasas trans ni azúcares, mientras que aporta algunas vitaminas y minerales. Además, es perfecta para freír alimentos porque resiste a altas temperaturas. Sin embargo, su consumo en exceso de este superalimento puede ser perjudicial.
Lo importante es mantener un equilibrio. Para obtener la manteca de cerdo desde casa solo debes colocar la grasa en la sartén y añadir suficiente agua para cubrir y cocinar a fuego medio. Cuando hierva baja a fuego lento durante 1 o 2 horas, en el proceso ve removiendo de vez en cuando hasta que la mayor parte de la grasa se derrita. Apaga y deja reposar unos 15 minutos. Luego, elimina los residuos con un colador de metal (si es de plástico se derrite) en un frasco de vidrio resistente al calor y tapa. Al enfriarse se solidificará, puedes mantenerlo a temperatura ambiente y usar con moderación en tus preparaciones.
EVITAR LOS ALIMENTOS PROCESADOS ES CLAVE PARA UNA MEJOR SALUD
Al igual que la manteca de cerdo, la mantequilla ha sido demonizada, sin embargo, estudios científicos demuestran que realmente reduce la inflamación e incluso previene las enfermedades cardiovasculares. El problema es cuando se combinan con alimentos procesados o ricos en harinas. Los nutrientes y ácidos grasos saludables de la mantequilla como el butirato y el CLA mejoran la digestión, la función nerviosa, ayudan a la producción de más energía y refuerza el sistema inmunitario.
Si bien es cierto que la rutina puede convertirse en un desafío al momento de preparar tu mismo tu comida, por factores como el tiempo, es normal elegir comidas procesadas, aquellas que solo se calientan y se comen. Esta excepción se puede permitir de vez en cuando, pero ¿qué pasa si su consumo se convierte en parte del menú de toda la semana?
Por ejemplo, el miércoles por la noche, llegaste cansado y no te apeteció cocinar. El jueves pasaste por un supermercado para conseguir algo rápido y te das cuenta de que es más fácil que cocinar tus propios alimentos. Resulta que caes en un círculo vicioso debido a la amplia variedad de opciones disponibles y preparar la comida no es una prioridad porque lo consigues fácil y la etiqueta «dice saludable». Cuando se pierde el hábito de cocinar, también pierdes la oportunidad de cuidar tu salud y nutrir verdaderamente tu cuerpo.









