La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no ha comenzado con buen pie el 2020 y es que este 1 de enero, en una entrevista con la Cadena Ser, hacía unas declaraciones en las que negaba que alguien hubiese muerto por la contaminación de Madrid. Además, señaló que no quería que se «generara una alarma de salud pública porque no la hay«, y apuntó que la coordinación entre el gobierno municipal y el regional en cuanto al medio ambiente es «absoluta» y en 2020, su plan Madrid 360 dejará en un segundo plano a Madrid Central.
«No se va a morir la gente, tal y como exponen muchas veces. No es real. La contaminación no nos gusta a nadie y la tenemos que atajar poco a poco, pero Madrid está haciendo las cosas bien en ese sentido», declaró Díaz Ayuso. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha salido a la palestra para contradecir las palabras de la presidenta y demostrar que el cambio climático y la calidad del aire es importante y determinante para los seres humanos.
El CSIC ha hecho uso de twitter y mediante un hilo ha expuesto diferentes artículos que confirman la relación entre la contaminación urbana y el riesgo de mortalidad. En el primer tweet ponen de manifiesto un estudio dirigido por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y la Universidad de Fudan (China), que indica que la exposición a la contaminación del aire urbano puede aumentar el riesgo de mortalidad a corto plazo en el caso de 652 ciudades de todo el mundo, entre que las que se incluyen 45 españolas, como Madrid, Barcelona o Sevilla.
El investigador del CSIC, Aurelio Tobías, explica que un aumento de diez microgramos/m3 en partículas inhalables, capaces de penetrar hasta los pulmones, y finas están asociadas con un aumento en la mortalidad de 0,44 por ciento y 0,68 por ciento.
Además, destacan que un equipo de la Escuela Nacional de Sanidad, calculó en 2018 que la polución atmosférica había acabado con la vida de 93.000 personas en una década en España. Igualmente, el CSIC ha adjuntado una imagen que muestra los efectos sobre la salud que tiene la contaminación atmosférica y refleja que puede afectar al sistema nervioso central, producir enfermedades cardíacas o dañar el hígado, bazo o la sangre e irritar los ojos, la nariz o la garganta, entre otras afecciones.
Ya en el 2016, la responsable de Salud Pública de la Organización Mundial de la Salud (OMS), María Neira, reconocía que la calidad del aire podía causar también infarto cerebral, además de enfermedades respiratorias.
Del mismo modo, el Colegio de Médicos de Madrid (ICOMEM), con motivo de la celebración de la Cumbre del Clima de Madrid (COP25), emitía un comunicado en el que confirmaba que en Madrid se producen 5.000 fallecimientos anuales relacionados con la contaminación ambiental. En la actualidad, la página web de eltiempo.es, de acuerdo con la Agencia Americana de Protección del Medio Ambiente (EPA), indica que de las 24 estaciones que miden la calidad del aire de la Comunidad de Madrid, únicamente siete (San Martín de Valdeiglesias, Aranjuez, Fuenlabrada, El Atazar, Orusco de Tajuña, Majadahonda y Guadalix de la Sierra) tienen una buena calidad de aire mientras que Collado Villalba, Valdemoro y Villarejo de Salvanés cuentan con una calidad «poco saludable» por valores comprendidos entre 151-200, en un nivel cuatro de seis.
BRUSELAS EXIGE MÁS MEDIDAS CONTRA LA CONTAMINACIÓN
Durante los meses de verano se conoció que el comisario europeo de Medio Ambiente, Karmenu Vella, envió una carta al Gobierno en la que advertía de que la evolución de los datos de polución no era la adecuada y preveía que no se cumpliría con la directiva europea que fija los límites de concentración de los contaminantes más comunes. El aviso se centraba en Madrid y el área metropolitana de Barcelona, donde se rebasaban los límites de dióxido de nitrógeno (NO2) desde hacia casi una década.
Por ello, en la carta del comisario se pedía que todos los niveles de la administración (nacional, regional y local) debían movilizarse y contribuir con «medidas para mejorar la calidad del aire». A finales de julio, Bruselas denunció a España ante el Tribunal de Justicia por el incumplimiento de los límites de contaminación atmosférica.
Por otro lado, las declaraciones de Isabel Díaz Ayuso no han dejado indiferente a nadie, como por ejemplo a la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, que no ha dudado en pedir su dimisión si no rectifica sus palabras. «Los madrileños no nos merecemos a esta presidenta», han manifestado. Para la asociación, Ayuso ha actuado con «ignorancia o mala fe», ya que la relación entre contaminación y más muertes está «bien establecido desde hace mucho tiempo».
«Desgraciadamente son actitudes y declaraciones como las de Ayuso las que impiden avanzar en el control de los efectos sobre la salud de la contaminación y favorecen las actuaciones irresponsables que fomentan el cambio climático», aseguran.
De una manera similar, se ha expresado el ministro de Ciencia, Innovación y Universidades en funciones, Pedro Duque, que ha asegurado que se puede «medir fehacientemente la reducción en la esperanza de vida causada por contaminación». El político ha recordado en su cuenta personal de Twitter que «las políticas públicas deben estar siempre basadas en las certezas que solo da la ciencia».
Por último, en el mes de junio de 2019, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) advertía que en España mueren personas seis veces más por la contaminación que por accidentes de tráfico. La contaminación del aire causa 10.000 muertes al año, una cifra que supera con mucho a los 1.700 fallecidos por accidentes de tráfico. Concretamente, entre los contaminantes ambientales más perjudiciales figuraban el NO2 que son los que más muertes provocan con 6.000 al año, seguidos de las partículas en suspensión (2.600) y el ozono troposférico (más de 500).