La Fiscalía de la Audiencia Nacional ha elevado este viernes a definitivas su escrito de acusación contra los miembros de ETA José Antonio López Ruiz, alias ‘Kubati’, y José Miguel Latasa Guetaria, ‘Fermín’, para los que pide 66 años de prisión para cada uno de ellos por el atentado terrorista perpetrado en 1986 en el cuartel de la Guardia Civil de Aretxabaleta (Guipúzcoa), en el que murieron dos agentes.
Así lo ha anunciado la fiscal durante su exposición del informe de conclusiones en el juicio que celebra la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional contra los dos etarras, que este jueves negaron la autoría del atentado alegando que se encontraban preparando otro en Ordizia, que tuvo lugar el mismo día pero unas horas antes que el de Aretxabaleta, y por el que ya fueron condenados.
La representante del Ministerio Público no da credibilidad a este argumento expuesto por ‘Fermín’ y ‘Kubati’ pues según ha constatado existen sentencias condenatorias que dan por probado que el comando ‘Goiherri-Costa’ de la organización terrorista que integraban los dos acusados junto a otros miembros realizó otros atentados que habían dejado preparados con antelación.
Así, el Ministerio Público considera que ha quedado probado la autoría de ‘Kubati’ y ‘Fermín’ del atentado con las declaraciones que han prestado en sede judicial el que fuera instructor del atestado policial y de los agentes que investigaron los hechos, así como de los peritos y la documental que obra la causa.
LAS VÍCTIMAS «NO OLVIDAN JAMÁS» EL DOLOR
Asimismo, la fiscal ha subrayado que, aunque han pasado 34 años del atentado y que ETA «ya no mate», no se puede pedir una condena menor porque las víctimas «no olvidan jamás» el dolor.
«Contamos con un elemento objetivo indiscutible: las huellas de estos acusados en los tubos lanzagranadas», ha explicado la fiscal durante su informe. En este sentido, ha indicado que éstas, que han sido contrastadas con el sistema informativo de la Guardia Civil, y que no aparecen huellas de otros miembros de ETA.
Mientras que sí ha asumido la tesis de ‘Fermín’ –al que ha definido como un «colaborador muy extraño» porque participaba activamente en los actos del comando– de que él era el encargado de comprar cierto material, no ha hecho lo mismo con la justificación de ‘Kubati’ del por qué aparecen sus huellas.
UNA «HISTORIA INCREÍBLE E ILÓGICA»
Para la fiscal, la declaración de este acusado, que afirmó que «no tenía nada que esconder», «no es lógica, ni se mantiene, ni es creíble». Ha reprochado que durante la instrucción del caso no diese ningún tipo de explicación y que en el juicio contara que se compraban muchos tubos para varios comando y que en una ocasión un camión repartía dicho material entre varios grupos de ETA.
«Ayer después de 34 años se le ilumina la mente y nos cuenta una historia increíble que consideramos que ha quedado desmontada por peritos y es ilógica para una persona común», ha dicho la fiscal mostrando asombro, al mismo tiempo que ha ironizado sobre el hecho de que dicho camión repartiera material «como si fuera el de un supermercado».
Además, la representante del Ministerio Público ha querido desmontar esta hipótesis subrayando que, tal y como admitieron los acusados durante sus declaraciones, esa forma de actuar era imposible porque la banda terrorista tomaba estrictas medidas de seguridad para evitar ser detectados.
La fiscal ha concluido su informe destacando que otros indicios que demostrarían la autoría del atentado es el uso de los mismos detonadores en otros actos terroristas; y el ‘modus operandi’ del comando, es decir, el uso de «reclamos o señuelos», que utilizaron en otros cuatro atentados en 1986, como el de Ordizia. «Ningún otro comando utiliza este reclamos o señuelo y con posterioridad tampoco», ha añadido.
La Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional comenzó a juzgar este jueves a ‘Kubati’ y ‘Fermín’ por su presunta participación en el atentado terrorista perpetrado en 1986 en el cuartel de la Guardia Civil de Aretxabaleta, en el que murieron el teniente Ignacio Mateu Istúriz y el agente Adrián González Revilla.
Al finalizar la primera sesión de la vista oral, la hermana del teniente se enfrentó en los pasillos de la Audiencia Nacional a Latasa Guetaria para reprocharle que ETA mató primero a su padre y ocho años después a su hermano. ‘Kubati’ también recibió los insultos y gritos de «asesino» y «cobarde» a su salida de la sede judicial, donde le esperaban los familiares de las víctimas que habían asistido como público al juicio.
TRES ARTEFACTOS
El Ministerio Público relata en su escrito de acusación que el comando que integraban los dos acusados colocaron tres artefactos explosivos cercanos al cuartel de la Guardia Civil de Aratxabaleta para «causar la muerte de cuantos agentes de la autoridad» se acercaran.
Uno de los dispositivos –compuesto por dos granadas del tipo Heap-Heat combinadas (anticarro y antipersonal)– se introdujo en una fiambrera de plástico y se instaló en el camino vecinal por el que se accedía al monte Izturrieta, próximo a dichas instalaciones. Fue apoyado sobre la base del árbol, lo orientaron hacia la fachada posterior del citado cuartel, con un ángulo de tiro aproximado de siete grados.
Se activaba mediante un temporizador compuesto por un reloj mecánico despertador y tenía la intención de «causar desperfectos de gran magnitud» en el acuartelamiento del Instituto Armado, señala el escrito.
El segundo artefacto, consistente en «un dispositivo trampa programado para explosionar 75 minutos después del primero» estaba instalado a unos 30 metros de distancia del anterior y tenía la intención de atentar contra los agentes que fueran a inspeccionar la zona.
En cuanto al tercer explosivo, se encontraba enterrado a tres metros y medio de distancia de donde estaba colocado el primer explosivo, que se activaba por «medio de la presión». Este artefacto acabó con la vida de los dos guardias civiles al pisar las placas metálicas enterradas mientras examinaban el lugar.