La pandemia acelera el realojo de familias vulnerables en zonas rurales por la Fundación Madrina

La pandemia ha acelerado el realojo de familias vulnerables en zonas rurales dentro del proyecto Pueblos Madrina, que la Fundación Madrina lleva desarrollando desde hace 16 años.

En la actualidad, este proyecto realoja hasta 3 familias y 15 niños cada semana en zonas rurales, con perfiles de familias inmigrantes y españolas, siendo esta última la tendencia acelerada tras el inicio de la pandemia.

Hasta la fecha, Fundación Madrina ha ayudado a salir de las grandes urbes y a comenzar una nueva vida en las zonas rurales a más de 300 familias y mujeres, y a más de 1.000 niños menores de 3 años. Mientras, otras 500 familias aguardan su turno en una lista de espera para su realojo que no para de crecer. Se han repoblado familias en pueblos de las provincias de Ávila, Guadalajara, Castilla-León, Segovia y Extremadura. Además, la Fundación está trabajando para poder abrir nuevos alojamientos en otros pueblos del resto de España y de Portugal.

La organización considera que estas iniciativas son más necesarias que nunca, ya que en los próximos meses una de cada dos familias vulnerables podría perder su hogar. La pandemia está generando una «nueva pobreza» que se está transformando en «pobreza estructural» de manera acelerada en España, denuncia.

La entidad asegura que la crisis económica y el paro, así como la falta de ayudas sociales, sitúa a centenares de familias con menores en situación de calle. A la Fundación Madrina llegan más de 10 familias diarias que engrosan una lista de espera de más de 500 familias sin techo.

Las familias con hijos a cargo y las madres gestantes presentan la mayor vulnerabilidad, careciendo de posibilidades de empleabilidad o de acceso a un hogar. La experiencia de Fundación Madrina indica que la infancia y juventud son la más perjudicadas por la falta de hogar de sus familias, ya que esta presión permanente de desahucio unido a condiciones inhumanas de convivencia en los hogares donde se hacinan los miembros de una misma familia en una habitación u hogar, les genera «estrés», enfermedades y «fracaso escolar».

La organización considera que estos mismos niños, cuando van con su familia al entorno rural «son más felices, desapareciendo el estrés y mejorando las calificaciones escolares, convenciendo a los padres de la bondad de vivir en un hogar en una zona rural».

Las ciudades se pueden llegar a convertir en una «trampa mortal» para las familias vulnerables con hijos, lo que hace prever, según a fundación, un «éxodo» de familias vulnerables desde las ciudades al campo, donde es más fácil sobrevivir a una crisis como la actual.

El proyecto de ‘Pueblos Madrina’ busca paliar este problema con la ayuda de sus «madrinas rastreadoras», que hablan con párrocos, maestras y alcaldes de pequeños pueblos, menores de 4.000 habitantes normalmente y con problemas de envejecimiento. Algunas de las familias realojadas cuentan con hasta 6 o 9 hijos, que difícilmente pueden sobrevivir en las grandes ciudades. Los pueblos brindan alojamiento gratuito hasta que encuentren trabajo.

En la Fundación han comprobado que se consigue trabajo en varios meses, de limpieza y cuidado de mayores para las mujeres y de hostelería y cocina en los hombres. Igualmente, hay familias que pueden llevar el bar o tienda del pueblo, o bien se dedican, en menor medida, a tareas agrarias y ganaderas. Todas las familias tienen el acompañamiento de las «madrinas» para la alimentación y la búsqueda activa de empleo.

La ONG asegura que otro beneficio de esta colaboración se ha empezado, a ver en los menores, especialmente en adolescentes, cuyos problemas de ansiedad y estrés se reducen considerablemente. «Todos han experimentado un cambio positivo desde que están viviendo en el pueblo, han mejorado mucho sus notas y según los padres, están más felices y dinámicos».

Otro aspecto positivo del proyecto ‘Pueblos Madrina’ es que dan vida a los pueblos, que les permite mantener abiertos los colegios y servicios relacionados de zonas rurales, donde la escasez de alumnos y despoblación les obliga a cerrar en numerosas ocasiones. Un ejemplo es Santa María del Berrocal, ubicado en Ávila, donde en una semana han pasado de tener una previsión de cerrar la escuela en abril de 2021, a abrir dos aulas con el realojo de 2 familias y 12 niños por parte de Fundación Madrina.

Esta semana se han realojado dos familias en el pueblo de Santa María del Berrocal, una peruana de 3 hijos y otra española con 7 hijos y esperando un octavo. Con ello, el pueblo pasa de tener dos niños y la seguridad de cerrar el colegio, a disfrutar de 12 niños y tener que solicitar dos aulas a inspección de educación.

«Cuando llegamos al pueblo con las nuevas familias, nos reciben con entusiasmo el alcalde, los concejales y especialmente los maestros. Saben muy bien que sin niños el pueblo se muere» ha explicado Conrado Giménez, presidente de la Fundación Madrina.