El inicio de la desescalada en la Administración de Justicia está dejando imágenes nunca vistas en algunos juzgados de Madrid. Aparte de la escasez de funcionarios y público en general que se ve por los pasillos, pues las visitas están reguladas con cita previa y aún no se ha levantado la suspensión de plazos procesales, los controles de seguridad y las medidas de higiene que antes no pasaban de ser las habituales para un edificio público, ahora se han vuelto imprescindibles y obligatorias para todos.
Así lo cuentan a Europa Press abogados que han estado esta semana en los Juzgados de lo Social de Madrid, situados en la plaza de Emilio Jiménez Millas –popularmente conocida como plaza de los Cubos–, en pleno centro de la capital, a los que han acudido para actos de conciliación laboral, el trámite previo al juicio si las partes han alcanzado acuerdo, siempre con cita previa.
Todo el mundo con mascarilla, dispensadores de gel hidroalcohólico, mamparas en mostradores que antes no existían y personal de seguridad controlando el uso de las instalaciones son la nueva realidad en edificios que, aunque de momento no presentan mucha actividad, en unas semanas podrían empezar a volver a una cierta normalidad, sobre todo cuando se reanuden los plazos procesales y administrativos, que se prevé para principios de junio.
Al llegar al edificio donde se encuentran los Juzgados de lo Social, los letrados y sus clientes se encuentran con el cierre echado y sólo la puerta auxiliar abierta. Dentro, el personal de seguridad, algunos funcionarios y apenas público; tras el mostrador de información, antes sin medidas anticoronavirus, ahora atiende las consultas una persona que se protege tras una mampara.
Una vez entran los abogados y sus clientes, previo lavado de manos con gel hidroalcohólico y obligación de ponerse guantes, comunican a qué órgano judicial se dirigen, tras lo cual el personal de seguridad hace la comprobación pertinente llamando al mismo juzgado, que confirma la cita.
EL VIGILANTE ES EL QUE LLAMA AL ASCENSOR
En el caso de letrados consultados por Europa Press, el acto de conciliación era en la planta 10 del edificio de la plaza de los Cubos, pero de momento no está permitido más de una persona por viaje en ascensor, además de un vigilante de seguridad, que acompaña a los visitantes en todo momento.
Es el propio vigilante el que llama al ascensor y el que pulsa el botón con la planta deseada, todo para que el público general no toque las dependencias más de lo necesario, y es ese mismo vigilante el que va acompañando a los asistentes hasta su destino, el juzgado, sea cual sea la planta en la que esté.
Ya en el piso correcto, no se ven más que uno o dos funcionarios por juzgado, según las fuentes consultadas, ya que en la actual fase 1 de la desescalada en Justicia sólo han vuelto al trabajo presencial entre un 30 y un 40 por ciento de los empleados del sector. Y una vez allí, sólo puede acceder al juzgado una de las personas involucradas en el contencioso laboral.
Es esta persona, por lo general uno de los abogados, la que entrega al funcionario en cuestión los carnés de identidad de todos los visitantes, para que en el juzgado realicen las comprobaciones oportunas y tramiten el expediente antes de dar paso a la firma de las partes involucradas. Ahí sí que el funcionario se dirige a todos para que estampen su rúbrica, dando así su consentimiento al acto de conciliación.
CONTROL DE DISTANCIA
Todo el tiempo de espera en el juzgado, el vigilante de seguridad que ha subido con las visitas permanece atento a que ninguna persona se salte las normas y se mantenga una distancia de seguridad suficiente, a pesar de que todos llevan puesta la mascarilla desde que entraron por la puerta principal.
Y al bajar, se repite la misma operación: no más de una persona en el ascensor, cuyos botones sólo puede pulsar el vigilante de seguridad que les acompaña. En total, un trámite así esta semana de vuelta a los juzgados dura más o menos 30 minutos, tiempo que, según las fuentes consultadas, es similar a los días anteriores a la pandemia a pesar de las estrictas medidas de seguridad. Habrá que ver qué ocurre cuando los juzgados empiecen a llenarse y los trámites a acumularse.