Los acusados por los atentados del 17-A se desvinculan de la célula

Los tres acusados de pertenecer a la célula yihadista que atentó en Cataluña el 17 y 18 de agosto de 2017 han hecho este miércoles el uso de la última palabra –fase antes de dejar el juicio visto para sentencia–, en el que han lamentado lo que ocurrió en Barcelona y Cambrils (Tarragona) y se han desvinculado de los planes que tenía el grupo de atacar.

El tribunal de la Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha dado la palabra en primer lugar a Mohamed Houli Chemlal, para quien la Fiscalía pide 41 años de prisión. Desde la sala acristalada donde los acusados han seguido el juicio a lo largo de los tres meses de duración, este acusado ha insistido en que todo lo que hizo junto a la célula yihadista no fue «por voluntad propia, sino que estaba obligado y presionado» por sus miembros.

«Tenía miedo de que si les abandonaba o no les hacía caso pudieran herirme a mí o a mi familia», ha explicado Houli Chemlal, quien ha añadido que no tenía «ninguna intención de cometer ningún acto criminal», ya que no sigue la ideología «extremista» del Daesh. «No tiene nada que ver con lo que es el verdadero islam, que es paz y respeto», ha subrayado.

LOS MIEMBROS DE LA CÉLULA «ESCONDÍAN SU FORMA DE SER»

En este sentido, apoyándose en un manuscrito, ha afirmado que no sabía realmente lo que planeaba la célula porque sus integrantes «escondían su forma de ser y actuar» ante su presencia. Houli Chemlal, único superviviente de la explosión de la vivienda de Alcanar (Tarragona) en la que se elaboraron explosivos para atentar, ha negado haber fabricado alguno de ellos y ha dicho que tampoco vio cómo se hacían.

Con todo ello, al igual que hizo en la primera sesión del juicio, ha mostrado su arrepentimiento por haber estado en Alcanar y ha lamentado «mucho» los atentados en La Rambla de Barcelona y en el paseo marítimo de Cambrils, aunque ha asegurado que «no sabía lo que iba a pasar». Houli Chemlal se encontraba ingresado en el hospital herido por la explosión la noche anterior a los atropellos masivos.

«Si yo fuese como ellos, extremistas, islamitas, perteneciente a una célula yihadista, jamás hubiese declarado ni arrepentido de la situación», ha enfatizado.

Otro de los acusados, Driss Oukabir, para quien el Ministerio Público pide 36 años de cárcel, también ha lamentado lo sucedido en Cataluña a mediados de agosto de 2017. Así, ha señalado que lo que trató hacer al involucrarse en los asuntos de su hermano Moussa –abatido en Cambrils– era tratar era averiguar qué hacía, ya que imaginaba que estaba metido en «líos de robos».

«¿Qué interés iba a tener yo en lo ocurrido? Yo también he perdido a un ser querido. Ojalá no hubiera pasado todo esto. Jamás habría imagino que hubiera pasado esto, si llego a saber algo de que iba a pasar habría intentado que no pasara o habría hecho otra cosa. Jamás se me pasó por la cabeza», ha dicho al tribunal en un último intento de defenderse.

La acusación contra Driss se centra en el alquiler de una furgoneta días antes del atentado, así como en las medidas de seguridad adoptadas para evitar que se le vinculara con algún plan de atentar. Según defendió, arrendó este vehículo porque su hermano y los amigos de éste Mohamed Hichamy y Younes Abouyaaqoub –abatidos también tras los atentados– le dijeron que querían hacer una mudanza.

Antes de iniciar su intervención, Oukabir ha pedido «perdón» a la Sala por su comportamiento durante la celebración del juicio –ha sido regañado en varias ocasiones por el tribunal, ya que ha expresado sus quejas durante las declaraciones de testigos y peritos–, justificando que no podía «contenerse» porque «se han dicho tantas mentiras».

Asimismo, ha querido dejar constancia de que «no ha sabido más» de su teléfono móvil desde que lo entregó a los Mossos d’Esquadra, el día de su detención el 17 de agosto de 2017 y ha recordado que «facilitó» la contraseña y «todo» lo que ha «podido».

Por último, el tercer acusado, Said Ben Iazza, que se enfrenta a ocho años de cárcel por colaboración, tan solo se ha limitado a decir que «confía» y deja que «las pruebas hablen por sí mismas».

ÚLTIMOS INFORMES DE LAS DEFENSAS

Antes de dar la palabra a los acusados, las defensas han continuado exponiendo sus informes. En la sesión anterior quedó pendiente de concluir el del abogado de Driss Oukabir, quien ha sostenido que no hay «ni una palabra» en todo el procedimiento que apoye la tesis de que su defendido se autoadoctrinó en el yihadismo y se integró en la célula que atentó en Cataluña.

El letrado Luis Álvarez Collado también ha negado que Oukabir llevara a cabo labores logísticas para la célula y ha señalado que la única vez que participó con ella fue en el alquiler de una furgoneta, aunque ha precisado que sin ser consciente de si se iba a «cometer un delito o no».

Así, sobre el hecho de querer quitar sus datos del contrato del alquiler de este vehículo, ha rechazado la teoría de que fuera una medida de seguridad, pues ha explicado que lo hizo porque temía de que su hermanos y los amigos de éste le volvieran a «meter en un lío» como en ocasiones anteriores.

Esta defensa, que al inicio de su exposición este martes indicó que la instrucción ha dejado «más incógnitas» de las que había al principio, ha retomado este punto y ha pedido al tribunal que remita la declaración que prestó jefe del Laboratorio Biológico de los Mossos para que se investigue si mintió a la hora de afirmar que no se usaron reactivos caducados en el análisis de muestras biológicas que podrían acreditar que el imán de Ripoll (Girona) Abdelbaki Es Satty falleció a causa de la explosión de Alcanar.

«Las víctimas tienen que saber la verdad y los familiares de las víctimas tienen que saber donde está, si está muerto, si está por ahí», ha afirmado el abogado Álvarez Collado. Este letrado ya pidió que declarara como testigo en el juicio la subdirectora general de Recursos Humanos de la Dirección General de Mossos d’Esquadra, Esperanza Cartiel, quien admitió en un documento firmado en septiembre de 2018 que en los laboratorios de la policía autonómica usaban kits caducados, si bien el tribunal lo rechazó.

OTRAS «DUDAS» QUE NO SE HAN DESPEJADO

Asimismo, la defensa de Oukabir ha señalado que siguen quedando algunas «dudas», como quién ayudó a Younnes Abouyaaqoub –autor material del atropello en La Rambla– los días que estuvo huido, así como si éste llevaba un chaleco de explosivos cuando fue abatido por los Mossos en Subirats (Barcelona).

Según ha dicho el letrado, la autopsia confirmó que Abouyaaqoub fue neutralizado con «20 disparos», mientras que el chaleco no recibió ninguno, un detalle que le parece extraño. No obstante, el presidente del tribunal, el magistrado Alfonso Guevara, le ha recriminado cualquier tipo de insinuación acerca de la muerte de este miembro de la célula yihadista porque «está imputando directamente a unos funcionarios de policía un delito, por lo menos de homicidio».

Por último, la defensa de Said Ben Iazza ha afeado a las acusaciones particulares y populares que hayan reflejado en sus escritos de acusación lo que hicieron los miembros de la célula que murieron en Alcanar o fueron abatidos por los Mossos d’Esquadra. En este sentido, ha dicho que su defendido apenas ha sido mencionado y que, «salvo tres días», la vista oral se ha dedicado a la actuación de otras personas.

Así, ha enfatizado que, «con ingenuidad», lo único que hizo Ben Iazza fue prestar su documentación y una furgoneta a la célula yihadista, pero que en ningún caso se ha demostrado que supiera lo que se iba a hacer con todo ello, algo que considera necesario para poder afirmar que este acusado «colaboró con ellos».