Como viene ocurriendo desde la invasión de Ucrania en febrero del año pasado, las alas de combate del Ejército del Aire y del Espacio despliegan de nuevo en la frontera entre Rusia y la OTAN, en este caso en Rumanía. Estos continuos despliegues a Rumanía y Bulgaria se han unido a los que ya se venían realizando de forma periódica a Estonia y Lituania desde 2006, y que se habían vuelto de carácter anual a partir de la invasión de Crimea en 2014.
El despliegue comenzó el pasado miércoles 29 con el despegue, desde su base de Torrejón de Ardoz (Madrid), de los primeros cuatro F-18 del Ala 12, de los siete que compondrán el nuevo destacamento del Ejército del Aire y del Espacio en Rumanía, el destacamento Viespe. También volaron, a bordo de un Airbus A-400M del Ala 31, el jefe del destacamento y algunos de sus más cercanos colaboradores, junto con una gran cantidad de material necesario para poner en marcha este nuevo destacamento aéreo. Los otros tres F-18 han volado el sábado 1 de abril, mientras que el núcleo principal del personal, formado por más de 130 personas en total, ha viajado hasta Rumanía el pasado viernes 31.
Para completar los vuelos de los F-18 hasta Rumanía es necesario un reabastecimiento en vuelo sobre territorio italiano. El avión cisterna ha sido, en esta ocasión, un Boeing KC-767 de la Aeronáutica Militare. Las capacidades de operar de manera conjunta de las fuerzas aéreas aliadas permiten ahorrar costes y mantener un alto grado de operatividad sin derrochar recursos.
El despliegue es, esta vez, a la base aérea de Fetesti, cerca de Constanza. Desde esta base de la fuerza aérea rumana se realizarán misiones de control del espacio aéreo del mar Negro, área especialmente sensible desde el derribo de un avión de reconocimiento tripulado remotamente de la USAF, un Predator-B como los que opera el Ala 23 de nuestro Ejército del Aire y del Espacio, por parte de aviones de combate de la Federación Rusa.
Este incidente puso de manifiesto, una vez más, el escaso respeto que los pilotos rusos tienen por las normas internacionales de navegación aérea, ya que el Predator de la USAF volaba en espacio aéreo internacional. Esta actitud provoca continuos incidentes, que hasta ahora, se han desarrollado sin cobrarse ninguna víctima.
La misión de los F-18 del Ala 12 será la de controlar e impedir que acciones imprudentes y poco profesionales como estas, a los que nos tienen acostumbrados los aviadores rusos, puedan acabar en un accidente con víctimas mortales.
El grueso del destacamento del Ejército del Aire y del Espacio, unas 100 personas, lo forma personal del Ala 12, pero también es muy importante la presencia de componentes de apoyo de otras unidades, como el Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo, que proporcionará seguridad en tierra al destacamento, tanto dentro como fuera de la base número 86 de la fuerza aérea rumana.