domingo, 15 junio 2025

Ese ‘calambre’ que te da en el párpado y que no se va no es por estrés: tu cuerpo te está avisando de que te falta esto

La vida moderna nos empuja a culpar al estrés de casi cualquier síntoma que nuestro cuerpo experimenta, desde un dolor de cabeza persistente hasta esa molesta contracción involuntaria en el párpado que aparece sin previo aviso y se niega a desaparecer, un tic que popularmente se asocia de forma casi automática con las tensiones diarias y la falta de descanso; sin embargo, esta creencia arraigada, como muchas otras verdades a medias que circulan en el imaginario colectivo, a menudo oculta una realidad mucho más compleja y, lo que es más importante, una señal de alerta que nuestro organismo nos envía con insistencia para comunicar desequilibrios internos que requieren nuestra atención inmediata. Desvincularnos de la idea simplista de que todo es producto de la ansiedad se convierte en un primer paso fundamental para entender y responder adecuadamente a lo que realmente nos está diciendo el cuerpo.

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Es hora de abandonar la cómoda pero imprecisa generalización de que la presión psicológica es la única causa de cada pequeño aviso corporal, pues existen múltiples factores fisiológicos que influyen directamente en la aparición de manifestaciones aparentemente insignificantes, pero cargadas de significado clínico que pueden revelar carencias nutricionales profundas; a menudo, esos «calambres» en el párpado son la punta del iceberg de un déficit de nutrientes esenciales, una llamada de atención que nos invita a revisar nuestros hábitos alimenticios y a considerar la posibilidad de que nuestro organismo no esté recibiendo todo lo que necesita para funcionar de manera óptima, lo cual nos obliga a mirar más allá de lo evidente y a escuchar con mayor atención los susurros de nuestra biología antes de que se conviertan en gritos de auxilio que no podamos ignorar.

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MÁS ALLÁ DEL TIC: OTROS AVISOS SUTILES DE TU CUERPO QUE NO SON POR ESTRÉS

Fuente: Freepik

El tic en el párpado es solo uno de los muchos avisos sutiles que nuestro cuerpo nos envía cuando algo no anda del todo bien a nivel nutricional, pero existen otras señales menos evidentes que también suelen ser pasadas por alto o atribuidas erróneamente al estrés o al cansancio, diluyendo así la verdadera naturaleza de la alerta; desde la dificultad para conciliar el sueño o mantenerlo durante la noche, pasando por calambres musculares inesperados en otras partes del cuerpo, hasta una fatiga que no mejora con el descanso, la fragilidad de las uñas, la sequedad de la piel, la caída excesiva del cabello o incluso la aparición de aftas bucales recurrentes, cada uno de estos síntomas, por insignificante que parezca de forma aislada, podría estar apuntando a carencias específicas de vitaminas o minerales, indicando que el organismo no dispone de los recursos necesarios para mantener su homeostasis, o equilibrio interno.

Es fundamental adoptar una perspectiva holística para interpretar estos mensajes corporales, entendiendo que el cuerpo es un sistema interconectado donde la deficiencia de un solo nutriente puede desencadenar una cascada de disfunciones que se manifiestan de formas diversas y a veces confusas; por ejemplo, una piel apagada podría indicar falta de vitaminas del grupo B, mientras que los calambres nocturnos suelen ser un claro síntoma de deficiencia de magnesio o potasio, y la debilidad generalizada, junto con un aumento de la irritabilidad, podría señalar niveles bajos de hierro o de nuevo, una carencia de vitamina B12, lo que demuestra que cada pequeña alteración es una pista que nos guía hacia la comprensión de nuestras necesidades fisiológicas más profundas y nos permite actuar preventivamente para evitar males mayores, desvinculándonos de la narrativa simplista que todo lo achaca a la presión emocional y el estrés.

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