La DGT vuelve a ser protagonista en las conversaciones de los conductores españoles, y no es para menos, ya que una nueva regulación referente a ciertos dispositivos en nuestros vehículos ha comenzado a generar un notable revuelo. Esta normativa, que muchos desconocen en su totalidad, afecta directamente a la tecnología que algunos coches incorporan y que, hasta ahora, pasaba más o menos desapercibida para el gran público. La medida, con implicaciones directas en la seguridad vial y en el bolsillo, pone el foco en elementos que, aunque puedan parecer una ayuda, la Dirección General de Tráfico considera un obstáculo para sus objetivos de control y prevención en las carreteras.
El quid de la cuestión radica en la entrada en vigor de una prohibición que, si bien se aplica a los vehículos de nueva homologación a partir de una fecha concreta de este año, siembra dudas sobre el parque móvil existente y, sobre todo, sobre la picaresca que siempre rodea este tipo de legislaciones. Lo que se busca, en esencia, es erradicar de raíz la posibilidad de eludir los controles de velocidad mediante aparatos específicos, una práctica que la autoridad competente lleva años intentando combatir con diferente suerte. La confusión es palpable, y muchos se preguntan si ese «extra» que venía con su coche nuevo podría acarrearles un problema inesperado.
4LAS CONSECUENCIAS DE HACER OÍDOS SORDOS A LA DGT: MULTAS Y PUNTOS EN JUEGO

Ignorar las directrices de la DGT en lo referente a los dispositivos prohibidos puede salir caro, muy caro. La legislación actual ya contempla sanciones significativas para quienes utilicen o incluso lleven instalados inhibidores de radar, con multas que pueden alcanzar los 6.000 euros y la retirada de seis puntos del carnet de conducir. En el caso de los detectores, la sanción por su uso es de 200 euros y la detracción de tres puntos, una penalización que, con la nueva normativa, busca disuadir su instalación en origen en los vehículos nuevos.
Aunque la detección de estos aparatos puede ser compleja, especialmente si están bien camuflados, la DGT y los agentes de tráfico disponen de medios y formación para identificarlos durante los controles. La insistencia en perseguir estos dispositivos subraya la seriedad con la que se toma la administración el cumplimiento de las normas de velocidad, considerándolos un elemento clave en la prevención de accidentes. Por tanto, la tentación de instalar uno de estos sistemas «a posteriori» en un coche nuevo podría convertirse en un dolor de cabeza considerable si se es interceptado.