«La derecha está menguando en el norte». Así lo resumía un veterano de UPN al comprobar que Navarra Suma (UPN, PP y Ciudadanos) más Vox apenas conseguían el 34,15% de los votos en las generales. Cierto es que el Parlamento navarro lleva fragmentado al estilo italiano desde hace cuatro décadas y los pactos ‘antinatura’ han decidido varios gobiernos.
Gracias a estos acuerdos, UPN ha conseguido gobernar una tierra diversa durante 19 años de los 23 que han dispuesto del poder, pese a la minoría del centro-derecha en la Cámara. ¿La razón? «Navarra, cuestión de Estado», se ha repetido durante décadas.
El proyecto del nacionalismo vasco de reunir las tierras del antiguo reino bajo una bandera y la existencia de la ‘Disposición transitoria cuarta’ en la Constitución posibilita la creación de una especie de ‘Estado’ industrializado al margen de Madrid, siempre ojo avizor a la política navarra.
El PSN todavía no ha cerrado esas cicatrices: en 1996 fueron obligados a dimitir del Gobierno por órdenes de Ferraz, en 2007 acataron las órdenes de Madrid para no gobernar junto al nacionalismo que había aparcado la violencia y en 2014 el PSOE volvió a impedir un adelanto electoral.
Aunque en el seno socialista parecen haber recobrado fuerzas de la mano de Pedro Sánchez, ya que ellos fueron una de las escasas federaciones que apoyaron su «no es no» y su candidatura a la secretaría general. Este hecho podría dejar las manos libres a su número uno en Navarra, María Chivite, y a Santos Cerdán, antiguo número dos del PSN y hoy en Ferraz.
ALEGRÍA CONTENIDA EN PODEMOS NAVARRA
Podemos ha sufrido una legislatura brutal a nivel interno. Los morados desecharon entrar en el ‘Gobierno del cambio’, primera cita en la que el bipartidismo navarro fue prescindible a la hora de cerrar mayorías.
Las cruentas batallas internas parecen haberse despejado por dos razones: la decisión de su exlíder Laura Pérez de no concurrir a las forales con Orain Bai. Pérez, tal y como señala su entorno a MONCLOA.com, «está en un periodo de reflexión personal».
La segunda alegría contenida de Podemos la trajeron las generales, donde lograron con comodidad mantener uno de sus dos escaños, el de Ione Belarra, gracias a retener el 18,6% del voto, diez puntos menos que tres años atrás pero más de cuatro puntos por encima de la media estatal.
Pablo Iglesias ha pasado esta semana por Pamplona para apoyar al candidato autonómico Mikel Buil. El secretario general ha explicado, en claro guiño contra el PSN, que «los acuerdos postelectorales a los que tenga que llegar Podemos en la Comunidad Foral se van a decidir en Navarra».
Podemos en Navarra descartó entrar en el Gobierno en 2015, pero el ambiente actual hace barruntar que les apetece la experiencia. «Si Podemos está en el Gobierno de Navarra, se garantizará que la Comunidad foral sea vanguardia en la lucha por contra la desigualdad, que sea referencia europea en políticas sociales», señaló Iglesias.
El secretario general también reconoció los «errores» cometidos por sus compañeros navarros. A Podemos se le presume como el ‘eslabón débil del cambio’, pero existe a nivel interno cierta satisfacción porque el tiempo parece que está curando algunas de sus heridas.
El PSN por su parte ha explicado que quieren un Gobierno progresista y el CIS apunta que podrían lograrlo con un nuevo cuatripartito entre ellos, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra (Izquierda Unida más Batzarre).
En Geroa Bai afirman que no tragarán con los vetos impuestos por el PSN, dejar fuera a Euskal Herria Bildu, y a nivel interno existe cierta tranquilidad porque no creen que Uxue Barkos, política mejor valorada de la Comunidad Foral, vaya a sufrir el ‘sorpasso’ de María Chivite, que podría pagar el lastre electoral del PSN en la montaña.
ENFADO EN UN SECTOR DE UPN POR ‘CATALANIZAR’ LA CAMPAÑA NAVARRA
«Nuestro Fuero y nuestro Convenio nos ha dado bienestar a los navarros. Ciudadanos lo quiere eliminar». Con estas palabras Javier Esparza despreciaba a los que hoy son sus socios en 2015, año en el que Ciudadanos se quedó a las puertas del Parlamento y posibilitó de forma indirecta la minoría del trío UPN-PSN-PPN.
En un sector de los regionalistas existe un enfado por la intentona de Ciudadanos de ‘catalanizar’ la campaña navarra. Los aspavientos de Javier Esparza sobre el nacionalismo vasco no están teniendo réditos a nivel de encuestas y Navarra Suma perdió 20.000 votos respecto a la suma de sus tres integrantes en 2016.
En un sector de UPN tampoco gustaron la manifestación convocada en Alsasua por Ciudadanos o la entrevista de Casado con Inda en el Bar Kotxa de la misma localidad. Javier Esparza también sufre algunos críticos internos y se da por descontado que dimitirá la noche del 26-M si Navarra Suma no se acerca a la mayoría, hecho que podría provocar una ruptura parlamentaria a tres contemplada en los acuerdos firmados por UPN con PP y Ciudadanos.
La presencia en Pamplona de Inés Arrimadas, que ha decidido ‘catalanizar’ la campaña navarra, también ha sido advertida con escepticismo. La diputada de Ciudadanos afirmó que en Navarra «están haciendo lo mismo que en Cataluña, la imposición de la lengua, no importa si eres el mejor técnico, el mejor médico o el mejor profesional, ahora resulta que tienes que hablar euskera. También lo están haciendo con la educación, lo mismos que hicieron con las escuelas en Cataluña. Estáis a tiempo de evitar lo que tenemos que sufrir en Cataluña».
Arrimadas señaló que quienes «más perjudican las tierras donde gobiernan son siempre los nacionalistas. En Cataluña han traído confrontación, división social, y pérdida de libertad y los que amamos a nuestro país no podemos ceder ni un centímetro de libertad, porque ceder un centímetro hoy es perder libertad mañana».
Algunas voces en UPN creen que este tipo de campañas serán contraproducentes a medio plazo porque sus únicas opciones de volver al Gobierno pasan por un acuerdo con el PSN, que ha sido atacado con reiteración por Javier Esparza durante la última legislatura.