domingo, 15 diciembre 2024

Plantar árboles no es una panacea contra el cambio climático, según advierten ecologistas en ‘Science’

La ecologista restauradora Karen Holl advierte contra la idea de que plantar un billón de árboles revertiría el daño del cambio climático y asegura que este tipo de medidas deben adoptarse con cuidado. «No podemos plantar la salida del cambio climático –advierte esta profesora de estudios ambientales en la Universidad de California y experta líder en restauración forestal–. Es solo una pieza del rompecabezas».

En un comentario que publica la revista ‘Science’, Holl y el coautor Pedro Brancalion, profesor del Departamento de Ciencias Forestales de la Universidad de São Paulo, respaldan los beneficios de los árboles pero advierten contra una visión simplista de la plantación de árboles como una panacea para la degradación ambiental.

«Los árboles están profundamente arraigados en la psique humana –reconoce Holl, uque ha preparado a cientos de estudiantes para carreras en administración ambiental–. Es muy satisfactorio salir y poner un árbol en el suelo. Es algo concreto y tangible».

Pero las iniciativas de plantación de árboles a gran escala, como 1t.org y la Trillion Tree Campaign, deben llevarse a cabo con cuidado y con un compromiso de gestión a largo plazo, si los beneficios se van a realizar plenamente.

«Plantar árboles no es una solución simple –advierte Holl–. Es complicado, y debemos ser realistas sobre lo que podemos y no podemos lograr. Tenemos que ser reflexivos y planificar a largo plazo».

En el lado positivo, plantar árboles puede mejorar la biodiversidad, la calidad del agua y aumentar la sombra. Pero dependiendo de dónde y cómo se haga, la plantación de árboles también puede dañar los ecosistemas y especies nativas, reducir el suministro de agua y desposeer a los propietarios locales y aumentar la inequidad social.

En su comentario, Holl y Brancalion presentan cuatro principios que deberían guiar las iniciativas de mejora forestal. En primer lugar, reducir la tala y la degradación de los bosques. La protección y el mantenimiento de los bosques intactos es más eficiente, más ecológica y menos costosa que plantar árboles o replantar, recuerdan.

En segundo lugar, considerar la plantación de árboles como una parte de las soluciones ambientales multifacéticas. Según apuntan, la cobertura mejorada de los árboles es una de las mejores opciones para compensar una parte de las emisiones de gases de efecto invernadero impulsadas por las actividades humanas, pero representan solo una pequeña parte de las reducciones de carbono necesarias y las estimaciones varían más de diez veces según las variables utilizadas en el modelado.

En tercer lugar, equilibrar los objetivos ecológicos y sociales, y reconocer los usos competitivos de la tierra y concentrándose en los paisajes con el potencial de generar beneficios a gran escala, como el Bosque Atlántico en Brasil, donde la planificación regional de las iniciativas de plantación de árboles puede conducir a ganancias de conservación tres veces mayores a la mitad del costo.

Finalmente, en cuarto lugar, planificar, coordinar y controlar, trabajando con las partes interesadas locales para resolver objetivos de uso de la tierra en conflicto y garantizar la máxima efectividad a largo plazo.

Además, recuerdan que plantar árboles no asegura que sobrevivan. Una revisión de los esfuerzos de restauración de los manglares en Sri Lanka después del tsunami de 2004 mostró que menos del 10 por ciento de los árboles sobrevivieron en el 75 por ciento de los sitios.

Para tener éxito, las iniciativas de plantación de árboles deben involucrar a las partes interesadas locales y enfrentar objetivos conflictivos para el uso de la tierra, insisten. «Gran parte de la tierra propuesta para la plantación de árboles ya se está utilizando para cultivar, cosechar madera y otras actividades de subsistencia, por lo que las iniciativas de plantación de árboles deben considerar cómo los propietarios obtendrán ingresos –apunta Holl–. De lo contrario, actividades como la agricultura o la tala simplemente se trasladarán a otras tierras».

Holl precisa que aplaude el entusiasmo generalizado por «aumentar la cubierta forestal», que no es lo mismo que plantar más árboles.

«Lo primero que podemos hacer es mantener en pie los bosques existentes, y el segundo es permitir que los árboles se regeneren en áreas que antes eran bosques», señala Holl, especialista en restauración de bosques tropicales.

«En muchos casos, los árboles se recuperarán por sí mismos, solo mire todo el este de los Estados Unidos que fue deforestado hace 200 años. Gran parte de eso ha regresado sin plantar árboles activamente –destaca–. Sí, en algunas tierras altamente degradadas necesitaremos plantar árboles, pero esa debería ser la última opción, ya que es la más costosa y, a menudo, no tiene éxito. He pasado mi vida en esto. Tenemos que pensar en cómo traer de vuelta el bosque».

Fundamentalmente, reducir el ritmo del cambio climático requiere una estrategia integral que comience con la quema de menos combustible fósil, recomienda. «Los árboles son una pequeña parte de lo que debe ser una estrategia más amplia –apunta–. Para empezar, es mejor no liberar gases de efecto invernadero».